A propósito de la reedición de la Historia de Guayaquil, escrita por Melvin Hoyos y Efrén Avilés, se ha desatado un debate sobre su contenido a la vista de la realidad histórica de Guayaquil.
Como guayaquileño resiento de los comentarios vertidos en diversas opiniones transcritas en diarios de Quito, que tildan a los historiadores guayacos de blasfemos e indignos ante la impoluta imagen del Libertador.
Es indudable que Ecuador no existiría en la actualidad sin la presencia histórica y genio militar de Bolívar que logró la libertad de cinco naciones, cuando el eje Caracas – Bogotá regía los virreinatos de las colonias liberadas. Sin duda alguna el selvático departamento colombiano de Panamá y el conventual departamento de Quito poco pesaban en la estrategia política de la Gran Colombia, salvo la necesidad militar de evitar que los españoles enraizados aún en Lima y el Alto Perú hoy Bolivia, utilicen a Guayaquil como “cabeza de playa”, para recuperar la hegemonía ibérica en la naciente Gran Colombia.
Todo el poder militar de Bolívar, incluyendo los recursos de Guayaquil y su gloriosa bandera de Octubre, flamearon en Pichincha aquel 24 de Mayo de 1822, no solo por el espíritu guerrero de Bolívar sino porque los líderes quiteños yacían en su tumba, luego de su cobarde masacre el 2 de Agosto de l810.
En la gesta de mayo intervinieron oficiales y soldados de diferentes orígenes, venezolanos, colombianos, guayaquileños, peruanos, argentinos, ingleses, cuencanos, incluido el héroe Abdón Calderón Garaycoa cuya muerte ha sido exagerada por nuestros aprendices de historiadores, pero fue sin duda heroica en defensa de los colores de Octubre.
El Libertador de cinco naciones fue un genio militar sin ninguna duda y conocía del valor de Guayaquil, tanto que calificó su entorno como un país agradable “alegre, rico y bueno: no tiene un defecto; para mi es la mejor provincia de Colombia, comparado todo; Caracas misma tiene más defectos que Guayaquil, porque los temblores allí son terribles y la populación más terrible aún; aquí las casas son de madera y no se caen, y la gente excesivamente buena.” (Obras Completas de Bolívar – Maveco de Ediciones S.A. – Vol II – 1984 Madrid, España – Pág. 178 – Carta a F. de P. Santander de Bolívar desde Guayaquil el 27 de agosto de l822)
Antes había manifestado que “Debo decir a Vd. Que solamente Guayaquil me da cuidado, pero Guayaquil por su cuidado puede envolvernos también en una de dos luchas: con el Perú, si la forzamos a reconocer a Colombia, o con el Sur de Colombia si la dejamos independiente, triunfante e incendiaria con sus principios de egoísmo patrio. El Perú parece que está blando con respecto a nosotros, porque teme a España y espera de Colombia, y porque su gobierno, en sus negocios domésticos, no está muy afirmado………Renunciar a Guayaquil es imposible, porque será más útil renunciar al departamento de Quito…….
El país de las fronteras con el Perú, es afeminado y nada militar. Pasto es enemigo de los colombianos, y además terrible; Popayán ya no puede resistir grandes guarniciones y sus contornos son guerrilleros y enemigos…… El departamento de Quito debe ser, según mi opinión, de todas las provincias del Sur: primero, porque está en la frontera; segundo, para que sea fuerte; tercero, para que esté bien mandado por un solo intendente y no por dos; cuarto, porque está muy lejos del centro; quinto, porque Quito no debe perder su importancia; sexto, por economía; séptimo, para que Guayaquil no sea capital de departamento y no tenga influencia en las provincias subalternas, y por otros motivos que ahora no digo.” FRAGAMENTOS de Carta de Bolívar a F. de P. Santander, Quito, 21 de junio de l822, obra citada, páginas 152 y 153.
Esta estrategia no es otra cosa que el lineamiento inicial para la libertad final del Perú y la actual Bolivia, y debe ser analizada bajo la óptica de esa época, pero es indudable que marcó para siempre el espíritu indomable de Guayaquil, poco comprendido pero que indudablemente debe ser respetado.
Acaso por ello desde nuestros primeros pasos, escuchamos el clásico grito rebelde de “Viva Alfaro, carajo” que es sin duda nuestro líder histórico nacional a despecho de la presencia histórica de Bolívar, pero eso es harina de otro costal, digno de una futura entrega.
Muy bueno y muy versado comentario. Sin embargo, creo que finalmente me enredé con el desarrollo del artículo porque esperaba una defensa más o menos solidaria del libro de los historiadores guayaquileños mencionados. Eso parecía prometer el autor. Y no es que ellos lo necesiten. La causa de la (real) Historia y no los mitos urbanos nacidos en los Andes; la causa de Guayaquil como motor innato de desarrollo y protagonista histórico y social (no cual sanguijuela, como lo grita su majestad cada sábado) y sobre todo, la verdad tal cual, son los puntos a debatir argumentadamente.
Demostrar ilustración está bien. Es decidor relevar los documentos de aquel entonces: pero no basta.
Bolívar es una controvertida y mitificada figura con un ego inmenso como él mismo lo confesaba sin pudor, pues parecía sentirse pre-destinado a regir el destino de los beneficiados de su enorme genio militar. Al final, su torpeza como estadista lo elevó a los altares de conservadores y socialistas por igual, como si él fuese la víctima de la intentona regionalizadora y totalitaria que propugnaba.
El concepto de libertad que el caraqueño acariciaba no era el mismo de los próceres guayacos; ergo, lo de libetador se relativiza pues después de «liberarnos» de la versión hispánica del poder nos impuso su concepción de libertad pero condicionada a sus parámetros militaristas.
Denostar apriorísticamente el guayaquileñismo cada vez que hace oír su voz, es la ingrata tarea de quienes saben que ahora tienen un compinche (ingrato) en Carondelet y que puede ayudarlos a mantener invisibilizada la verdadera historia de este país.
Como quiteño que soy me alegra que en el pensamiento del gran Libertador siempre estuvieron Quito y su inseparable hermana la ciudad de Guayaquil, baluartes de la Patria ecuatoriana que siempre han brillado y seguirán brillando. Ahora lo grave es que este gobierno pretende tergiversar el pensamiento de Bolivar y pretende hacer creer que era «socialista» cuando en su tiempo aún no se publicaba ni escribía el Manifiesto Comunista de Marx y el socialismo todavía no nacía. Bolivar era patriota, pero no era socialista. Un saludo afectuoso a Guayaquil. Dr. Juan Diego Donoso Pérez.
Sin comentarios…… El artículo lo dice todo
Lease esto, además de leer el libro de la Alcaldía algún día que está muy bueno:
http://republicaguayaquil.blogspot.com/2009/02/el-ecuador-no-existe-olmedo-bolivar-y.html
Bolivar, no fue ningún genio, fue un mercenario asesino, un déspota, un desgraciado, alquilaba a sus mercenarios y vendía armas, poseía una empresa de muerte única.
Libertó cuatro naciones en realidad, Sucre liberó a los Quiteños recibiendo sueldo de los Guayaquileños producto de su cacao.
No fue ningún genio militar, Miranda era quien peleaba las batallas por el, Bolivar solo fue un simple sinverguenza.
Se llevó el crédito de sus empleados, Quito es un buen ejemplo,el solo llegó días después a firmarlo todo.
Bolivar fue un tirano, un megalómano incontrolable, un dictador, manipulador y sinverguenza.
La verdadera bandera de este territorio, es la Guayaquileña, la tricolor esa sucia bandera que tenemos es Venezolana.