24 noviembre, 2024

Cuál Integración

La revolución ciudadana que promovió la constitución de Montecristi, consagró que todos los ecuatorianos son ciudadanos y gozan de los derechos establecidos en la constitución, particularmente de la nacionalidad ecuatoriana que es el vínculo jurídico político de las personas con el Estado, sin perjuicio de su permanencia a alguna de las nacionalidades indígenas que coexisten en el Ecuador plurinacional.

Este concepto constitucional es, frases más o frases menos el mismo concepto constitucional de las anteriores cartas magnas del Ecuador coincidente con todo constitución del orbe. Pero el improvisado legislador en su afán de resaltar la real existencia de las plurinacionalidades indígenas que integran al Ecuador, olvidó las nacionalidades mestizas que mayoritariamente conforman el Estado ecuatoriano.

Estos vacíos constitucionales por el apuro y la falta de consenso nacional para dictar tan importante norma suprema del Estado, han generado omisiones que sin duda afectan la realidad nacional en las más elementales y simples actividades del ciudadano.

De puertas para afuera, el presidente Correa ha declarado que una de las políticas de Estado constituye la integración del Ecuador con las demás naciones sudamericanas para formar una patria sin fronteras. Este anhelo es positivo y trata de emular la integración europea en una sola comunidad pero descuida una realidad que es la falta de integración existente en el Ecuador hacia su interior.

De los comentarios que diariamente se registran en las páginas virtuales de este medio, aparecen penosos calificativos regionales de parte y parte, motivados por la pretendida razón de cada ciudadano dependiendo de la región a la que pertenece, sea la Sierra o la Costa.

Es marcado el desconocimiento que los serranos tienen de los costeños y viceversa. Esta lamentable falta de integración cultural se convierte en frustración que lleva a utilizar calificativos y denostar de la región opuesta, pretendiendo que cada región es la que tiene la razón, con fundamento o no para tal pronunciamiento, que no hace otra cosa que señalar una realidad que hasta la fecha ningún gobierno en la historia republicana ha podido afrontar y solucionar.

Este desconocimiento de la realidad ecuatoriana y su persistencia a causa de la desidia y falta de política gubernamental en superarlo, motiva la envida que corroe a sectores mezquinos que no pueden hacer realidad sus aspiraciones de progreso porque duermen el sueño de la espera sin acción para superar el pasado de la inacción y todo desarrollo de otros pueblos de la patria lo miran como negativo y segregacionista, cuando en realidad es un ejemplo a seguir para el bienestar de todo el país.

Esta negativa realidad existe y ha sido alimentada desde el poder ejecutivo por una errónea política que desmerece la labor administrativa de un sector que no obedece las órdenes de Carondelet, hecho que no hace otra cosa que reafirmar esta falta de solución a un cáncer republicano que provoca que los ecuatorianos vivamos en una relación impropia de una república integrada en un Estado constitucional de derechos, cuya soberanía radica en el pueblo que en un 40% se manifestó a favor de la revolución ciudadana, existiendo un restante 60% que no se ha manifestado en tal sentido. Por ello es que el respeto de las decisiones autonómicas de los pueblos es la única vía de fomentar la unidad de un país diverso en idiosincrasia pero único en recursos naturales y humanos, de ahí que la autonomía de los pueblos es el camino para ejercer tal respeto y fomentar el progreso de un país que vive el pasado coartando el progreso de las comunidades que han logrado interpretar el futuro en su presente.

Es importante resaltar que esto no ocurre entre Costa y Sierra, también ocurre con la Amazonia donde persisten las pugnas electorales porque los candidatos del partido de gobierno no han triunfado, en una forma de extensión endémica de tan penosa realidad.

Debemos los ecuatorianos promover desde cada una de nuestras actividades a la integración nacional, pero es el Ejecutivo el que debe liderar tal empeño antes de pretender integrar a un desintegrado Estado ecuatoriano a otras naciones que sin duda también adolecen de tal desintegración a lo interior, convirtiéndose esta anomalía en una tara latinoamericana.

El presidente Correa en lugar de dividir a sus mandantes en pelucones y no pelucones, en pobres y ricos debería recordar el decálogo de Abraham Lincoln cuyos conceptos y liderazgo de estadista, catapultaron a una nación dividida por una guerra civil en los Estados Unidos de América, convirtiendo a esa nación en lo que nuestra constitución demanda para el Ecuador, un estado constitucional, de derechos y justicia social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico, – que se gobierna de manera descentralizada, cuya vía para tal propósito le agrego yo, es la autonomía.

Lincoln setenció: “DECÁLOGO DE ABRAHAM LINCOLN

1. – Usted no puede crear prosperidad desalentando la Iniciativa Propia.
2. – Usted no puede fortalecer al débil, debilitando al fuerte.
3. – Usted no puede ayudar a los pequeños, aplastando a los grandes.
4. – Usted no puede ayudar al pobre, destruyendo al rico.
5. – Usted no puede elevar al asalariado, presionando a quien paga el salario.
6. – Usted no puede resolver sus problemas mientras gaste más de lo que gana.
7. – Usted no puede promover la fraternidad de la humanidad,
admitiendo e incitando el odio de clases.
8. – Usted no puede garantizar una adecuada seguridad con dinero prestado.
9. – Usted no puede formar el carácter y el valor del hombre quitándole su independencia (libertad) e iniciativa.
10.- Usted no puede ayudar a los hombres permanentemente, realizando
por ellos lo que ellos pueden y deben hacer por sí mismos.”

Por eso estamos de acuerdo con la integración, pero…… cuál integración??? La de nosotros mismos como Estado para luego integrarnos a los demás países de Sudamérica, o la de Sudamérica cuando estamos permanentemente divididos hacia lo interior???

La integración debe sumar para formar un solo cuerpo indisoluble en beneficio de los pueblos, pero no nacer dividida desde el interior de los pueblos y ello debe ser una política de Estado, que hasta ahora la permanente campaña electoral del presidente no sólo que ha descuidado sino que ha fomentado.

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