Balance de una manisfestación

Le deseé suerte a Correa , pese a su insólita decisión de transformar un problema estrictamente gubernamental , administrativo y académico , como es la reforma educativa , en una batalla política con características de campaña electoral, por la que él se siente tan atraído y en la que se desenvuelve a sus anchas.

Parecería que no puede concebir un escenario distinto al tumultuoso y vocinglero, ajeno al de un acto soberano y esencialmente legal como es esa reforma .

Llevó a las calles y aceras un problema que debió mantenerse fuera de ellas. La UNE , adicta a expresar sus opiniones cometiendo desafueros callejeros , debe haber visto complacida que el Gobierno salió a buscarla en su mismo terreno. Y ya anuncia sus medidas, obviamente, avizorándose réplicas y contrarreplicas, marchas y contramarchas, tarimas y contratarimas. Lo singular fue que el terreno escogido por el Gobierno, , nuestra ciudad de Guayaquil, fue un llamado de auxilio a una ciudad que mantiene un justificado resentimiento por las innumerables agresiones que ha recibido de Correa. No se trató de una consulta a Guayaquil, sino de una forzada adhesión a la tesis gubernamental ,expuesta bajo el marco de la pachanga y la euforia . Muchos interpretaron la convocatoria como una mañosa jugarreta política que, de tener éxito, sería luego esgrimida como un triunfo y un afianzamiento político de las huestes gubernamentales en Guayaquil. Una vez más, los intereses sectarios de la política habrían pretendido contaminar las mejores reacciones cívicas guayaquileñas en favor de una educación de calidad que se libre de las garras de sus secuestradores.

A pesar del disparadero al que se sometía al ciudadano guayaquileño , compelido a solidarizarse con una estrategia presidencial que presumiblemente ocultaba un calculado aprovechamiento político de las potencialidades guayaquileñas en beneficio de la imagen personal de Correa, le deseé suerte. Pero, ¿la tuvo ? ¿ Se resolvía el caso contando el número nada extraordinario de asistentes a la Plaza del Centenario ? ¿ Es que estamos en una nueva campaña electoral ? ¿ Se inclinó la balanza de la historia ante el peso de la voluntad guayaquileña ? Cualquier respuesta será simple lucubración. Porque nada impide que, tras valerse de los ciudadanos guayaquileños concurrentes a un acto de masas eufórico y vibrante como tantos otros de campaña, el gobierno resuelva conciliar sus intereses con los del MPD a nivel asambleísta y la vieja comunión izquierdosa se reedite en función de consolidar mayorías legislativas, manteniendo la predominancia de los alzamanos y la vergonzosa actuación de legisladores que están impedidos o no saben legislar.

El daño infligido por la UNE a la educación de las juventudes ecuatorianas , es profundo y crónico. Su reparación no será el resultado de una evaluación cualquiera, sino el de todo un proceso que nos llevará algún tiempo plasmarlo en realidades satisfactorias. Acontecimientos callejeros no ayudarán a su solución y sólo favorecerán al imperio de la irracionalidad. Ese es el terreno que acostumbra utilizar la “izquierda troglodita” a que alude Vargas Llosa . El caos es su salsa y nos quieren incorporar a ella como ingredientes circunstanciales, como virtual carne de cañón.

Las pancartas alusivas a Correa como mesiánico salvador de la educación nacional, los infaltables emblemas de Acuerdo País , las rojas banderas con la efigie del sanguinario “Che” Guevara y algún mensaje escrito “APOLLANDO” (sic) las evaluaciones , dieron plena y segura información de las verdaderas intenciones del Ejecutivo : apoderarse del acto de masas y proclamar el triunfo partidista, absorbiendo cualquier espontaneidad guayaquileña, si ésta se dio. Visto así, podría afirmarse que la invitación a los guayaquileños constituyó una falta de respeto a la mentalidad y conciencia cívicas de sus moradores. Correa se dio cuenta de ello y pidió – no sé con cuánta sinceridad – que las banderas del sectarismo se plegaran. Pero era tarde. Los colmillos del lobo habían sido expuestos.

Creo , sin embargo, que el proyecto “Evaluación” es el proyecto político estrella ( ojalá educativo también ) de Correa. Cuenta con la adhesión íntima de la mayoría de ecuatorianos que apuestan a la reforma educativa aún a pesar del riesgo de ser finalmente engañados por el sectarismo de quienes pretenderían apropiarse hasta el empacho de este gran pastel burocrático y salarial. Todos sus anteriores grandes proyectos van camino al olvido o sufren de dilaciones, interrupciones , frustraciones y distorsiones. Pero éste cuenta con el favor popular y su ejecución sólo exige voluntad política,que parece tenerla. ¿ La mantendrá sin desviaciones pro Acuerdo País ? Esperemos que sí, para no arruinarnos del todo. El pueblo no puede seguir respaldando más agravios educativos