Fue en noviembre del año pasado cuando escribí un artículo denominado “El mal de las tarjetas”. Entre las reacciones que generó estuvo la carta de una de las “yuplís” de la Superintendenta de Bancos, quien me reclamaba airadamente por decir falsedades, pues según ella, la administración de su jefa había controlado la situación del festín de las tarjetas de crédito.
El lunes 1° de junio Expreso nos presenta un interesante reportaje que nos indica que la cartera vencida ha crecido un 18% en el último año al mes de marzo, lo que nos deja en blanco abril y mayo.
El Universo del día 2 nos dice que el crédito con tarjetas aumentó el 21% en el primer trimestre de este año. Las cifras en crecimiento son claras: El mal controlable se está convirtiendo en un cáncer que bien puede ser mortal para nuestra frágil economía.
Partícipe activo en el mal manejo de las tarjetas de crédito es el Banco Central, que al aumentar las tasas de interés consideró que con ello desalentaría el uso del crédito. ¿Dónde viven esos ilusos? ¿Acaso en el país de las maravillas, con Alicia y su reparto de personajes disparatados? Parece que sí, pues no se dan cuenta que con esa medida lo que están haciendo es más ricos a los banqueros, pues mientras sigan dando crédito, sea con la tasa que sea, los tarjetahabientes las seguirán usando por el simple hecho de que las tarjetas se han convertido en un mal necesario para sobreponerse a las carencias generadas por la situación económica mundial y agravadas por las políticas socializantes de nuestro economista genial. Pocos encuetran alternativa al endeudamiento fácil de las tarjetas y por ello se han convertido, para muchos, en un mal necesario en la desesperación. Todos los usuarios saben bien que lo que están haciendo es cavando un hoyo cada vez mayor. Y lo saben los bancos y emisores de tarjetas, pero continúan con su política de economía suicida, tanto para ellos como para los clientes, alentados por las autoridades ecuatorianas que, unos por ilusos y otros por maliciosos, permiten que el cáncer crezca en vez de cortarlo de raiz y aplicar la medicina necesaria, por más amarga o dolorosa que sea. Y doloroso y amargo es el remedio, pero necesario para una economía sólida.
Los ilusos creen que aumentando las tasas controlarán el crédito. Los maliciosos bien saben que no se lo controlará, que cada día crecerá el endeudamiento de los usuarios y que eventualmente se llegará al punto de quiebra de la economía, que es lo que buscan los socialistas del siglo XXI, pues así se podrá reconstruir la economía dentro del paraíso socialista. Y ese paraíso no incluirá tarjetas de crédito, sino tarjetas de racionamiento, como en Cuba y en partes paradisíacas de la próspera Venezuela.
Nuestras autoridades económicas, tan llenas de contradicciones como repartir los fondos de reserva del IESS para aumentar el consumo, mientras aumentan tasas de interés para desalentar el crédito, están llevando a la economía del país a la ruina. Y los ciudadanos los siguen complacientemente…