Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo". Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?" Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: "¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?" Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: "¿También ustedes quieren irse?" Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios".[2]
1. Para introducirnos en el tema de la Eucaristía, vamos a proceder como en uno de esos concursos en los que los participantes van haciendo sucesivas pruebas; pasando a la siguiente prueba si han acertado al anterior. En nuestro caso, usted podrá pasar a la siguiente pregunta sólo si responde “sí”; porque si Ud. no acepta los presupuestos que implica la fe católica en la Eucaristía, no podrá aceptar el planeamiento católico y creer en Ella como la Iglesia lo hace. Dios, propone a los hombres Su Amor a través de la Eucaristía; no nos lo impone. Por esto, siéntase libre de responder lo que Ud. crea. En el Apocalipsis se habla de que Jesucristo “dará de comer del maná escondido, una piedrecita blanca, y en ella escrito un nombre nuevo que ninguno conoce sino el que lo recibe”[3]; no a todos, sino sólo al que no la recibe… Para nosotros, la Eucaristía es el sacramento en el cual bajo las especies de pan y vino, Jesucristo se halla verdadera, real y substancialmente presente, con Su cuerpo, Su sangre, Su alma y Su divinidad. Es decir, la blanca Hostia no es ‘algo’, sino ‘Alguien’; porque, cuando el sacerdote pronuncia las palabras de la Consagración, el pan y el vino conservan sólo la apariencia de pan y vino, y creemos que se transforman en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo…. Los demás sacramentos nos dan la gracia de Dios; en cambio, en la Eucaristía nos entrega de modo total e inaudito el Autor mismo de la Gracia: Jesús.
2. ¡Comenzamos la prueba!
a. ¿Cree usted en Dios? ¿Sí o no? Si su respuesta es afirmativa, pase a la siguiente pregunta. Usted acaba de alcanzar el título de ‘creyente’. Felicitaciones. Siga adelante. No se desanime.
b. ¿Cree que hay un solo Dios y que en Dios hay Tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo? Si su respuesta es afirmativa, pase a la siguiente pregunta. Acaba usted da hacerse con el título de “cristiano”.
c. ¿Cree que Jesucristo es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Hijo de Dios hecho Hombre para salvarnos? Si su respuesta es afirmativa, pase a la siguiente pregunta. Usted permanece con el título de “cristiano”. Felicitaciones. Adelante. Seguimos.
d. ¿Cree usted que la Biblia es la palabra de Dios escrita y, que por ello no contiene ningún error? Si su respuesta es afirmativa, pase a la siguiente pregunta. Usted continúa aún con el título de “cristiano”. Felicitaciones. Adelante. Seguimos. Vamos bien.
e. ¿Cree usted que cuando Jesucristo habló de “mi iglesia”, se refería a la Iglesia Católica? Si su respuesta es afirmativa, pase a la siguiente pregunta. Si usted ha llegado hasta aquí, ha logrado el nombre de… el nombre de “católico”. Está usted a punto de hacerse con el Premio Mayor del Sacramento de la Eucaristía.
f. ¿Cree usted que la Autoridad de la Iglesia Católica tiene la facultad recibida de Jesucristo para interpretar la Santa Biblia de modo oficial? Maravilloso. Estupendo. Continúa en su poder el título de “c
atólico”. No lo pierda. Está usted a un paso de hacerse con el Premio Mayor: El Sacramento de la Eucaristía.[4]
g. ¿Puede usted decirnos algunos de los textos bíblicos en los que la Iglesia Católica se fundamenta para afirmar su creencia en el Sacramento de la Eucaristía? ¿Si? ¿No? Si su respuesta es afirmativa, usted se ha ganado el título de “Católico culto”.
h. Si su respuesta es negativa, no se desanime, siga leyendo y adquirirá usted el título “Católico responsable”. Si termina de leer este escrito, puede que llegue no sólo ser un “Católico culto”, sino un católico poseedor de una profunda vida eucarística, o sea: un Católico de Verdad…
i. Si usted no se limita a saber que la Eucaristía es Jesús, sino que empieza Comulgar, es posible que alcance, ya no un simple título, sino “un nombre nuevo que ninguno conoce sino el que recibe la Piedrita Blanca…”[5]. Continúe. Si quiere, tómese un descanso… Pero continúe. La Piedrecita Blanca, le espera; puede hacer de usted un ser nuevo…
3. En el Nuevo Testamento[6] nos encontramos con los siguientes textos sobre la Eucaristía: Su Promesa por Jesús; del cumplimiento de la promesa; de la recepción que de ella hizo la primitiva iglesia; de cómo trasmitió la práctica de este sacramento. Veámoslo:
a. Promesa: Con toda claridad, Jesús, antes de instituir este Sacramento, lo prometió y expuso la doctrina básica sobre el mismo, en su Discurso sobre el Pan de Vida, después del milagro de la multiplicación de los panes y los peces[7]: “Yo soy el pan de vida; si alguno come de este pan vivirá para siempre y el pan que yo les daré es mi carne, vida del mundo”. Dice el Evangelio que al oír esto, “muchos de sus discípulos murmuraron: "Duras son estas palabras. ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?". Jesús respondió: "En verdad en verdad os digo, que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne en Mí y yo en él”. Y cuenta el relato que desde ese momento “muchos le abandonaron y ya no iban con él”. Jesús, lejos de decirles que no se marcharan, que no era para tanto, que le habían entendido mal, que todo era sólo una metáfora, una comparación, un simbolismo…, dejó que se marcharan, y no sólo eso, sino que al pequeño grupo que se quedaban les dijo: “¿También ustedes quieren marcharse?” Como diciendo: “Lo dicho, dicho está y yo no cambio ni una jota: Mi Cuerpo será comido y mi Sangre será bebida; yo no les explico cómo puedo dar a comer mi carne y beber mi sangre, porque no me entenderían; pero así son las cosas: lo toman o lo dejan…”
b. Cumplimiento-Institución: Pasaron los meses. En la noche de la Cena Pascual judía dijo: “Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros”[8]. El Señor, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo. Sabiendo que había llegado la hora de partir de este mundo para volver al Padre, en el transcurso de la Cena Pascual, cogió el pan que estaba sobre la mesa, lo bendijo y se lo dio, diciendo: "Tomad y comed todos de él, porque este es mi Cuerpo que será entregado por vosotros". Igualmente, tomó el cáliz con vino y dijo: "Tomad y bebed todos de él, porque este es el cáliz de mi sangre, sangre que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados"[9]. A continuación dijo: “Esto que acabo de hacer, hacedlo también vosotros en memoria mía”. Con estas últimas palabras, dichas a los Apóstoles, sus primeros Sacerdotes, no sólo les mandó a hacer lo que Él había hecho, sino que les dio el poder para hacerlo; el poder divino de transformar en cada Misa el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Quedó instituida la Eucaristía.
c. Recepción por la Iglesia como su mayor tesoro. El libro de los Hechos de los Apóstoles, que nos cuenta la vida de los primeros cri
stianos, nos dice que ellos celebraban la Eucaristía y que la llamaban “fracción del Pan”[10]. Eran asiduos en la enseñanza de los Apóstoles, en la comunión y en la fracción del pan y en la oración… Diariamente acudían unánimes al templo, partían el pan en las casas y tomaban su alimento con sencillez de corazón[11].
d. Trasmisión: San Pablo, varios años después, nos dice por su parte: Yo he recibido una tradición según la cual el Señor la noche en que fue entregado, tomó pan y dijo: Esto es mi Cuerpo… Así mismo, después tomó el cáliz y dijo: Esta es mi Sangre… Lo mismo que yo he recibido os lo transmito a los vosotros[12]. Desde ese entonces hasta nuestros días, siempre y en todas partes donde los cristianos han llegado se ha celebrado la Eucaristía como el centro, corazón, fuente y cumbre de toda la vida cristiana. En ella se encierra todo el bien espiritual de la iglesia, Jesucristo, nuestro Señor celebró el Jueves Santo la primera Misa de la Historia. La Iglesia se limita a repetir y actualizar lo que hizo Jesucristo ese día. En lo fundamental, cada Misa es igual a la Última [13].
4. Presencia Real de Jesucristo. Para entender bien el sentido de la celebración eucarística es necesario tener en cuenta la presencia de Cristo y Su acción en la misma. La Presencia Real lo es todo; es lo que marca la diferencia entre Dios y una cosa, entre Alguien y algo… Aquí está toda la grandeza de la Eucaristía.
a. Al pronunciar el sacerdote las palabras de la consagración, su fuerza es tal, que Cristo se hace presente tal cual, bajo las substancias del pan y del vino. Es decir, vivo, real y substancialmente. En Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, por lo tanto, donde está su Cuerpo, está su Sangre, su Alma y su Divinidad. Él está presente en todas las hostias consagradas del mundo y aún en la partícula más pequeña que podamos encontrar. Así, Cristo se encuentra en todas las hostias guardadas en los Sagrarios, mientras que el pan, signo sensible, no se corrompa. Está presencia real de Cristo, es uno de los dogmas más importantes de nuestra fe[14]. Como los dogmas, la razón no los puede entender, es necesario reflexionar y estudiar para, cuando menos, entenderlo mejor.
b. Han existido muchas herejías sobre esta presencia real de Cristo. Entre los Protestantes, algunos la niegan y otros la aceptan, pero con errores. Unos niegan la presencia real, otros dicen que la Eucaristía, solamente, es un “figura” de Cristo. Calvino decía que “Cristo está en la Eucaristía porque actúa por medio de ella, pero que su presencia no es substancial”. Los Protestantes liberales, mencionan que Cristo está presente por la fe, son los creyentes quienes ponen a Cristo en la Eucaristía. Lutero, lo explicaba así: “En la Eucaristía están al mismo tiempo el pan y el vino y el cuerpo y la sangre de Cristo". Algunos Protestantes afirman que en la consagración se produce una transignificación: esto que es pan y significa pan, en la Santa Cena es pan, sigue siendo pan, pero significa a Jesús: como si fuera Jesús…
5. La Transubstanciación. Los católicos, por lo contrario, afirmamos la transubstanciación. Hemos dicho que la presencia de Cristo es real y substancial, esto nos ha sido revelado, por lo que, no es evidente a la razón, y como dogma que es, resulta incomprensible. Sin embargo, trataremos de dar una explicación de lo que sucede. La Iglesia nos dice que “por el sacramento de la Eucaristía se produce una singular y maravillosa conversión de toda la substancia del pan en el Cuerpo de Cristo, y de toda la substancia del vino en la Sangre; conversión que la Iglesia llama transubstanciación”[15]. El dogma de la transubstanciación significa el cambio que sucede al pronunciar las palabras de la Consagración en la Misa, por las cuales el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, quedando sólo la apariencia de pan y vino. Hay cambio de substancia, pero no de accidentes (pan y vino), la presencia real de Cristo no la podemos ver, sólo vemos los accidentes. Esto es posible por una acción especialísima de Dios.
6. La Eucaristía como Sacrificio y como Sacramento:
a. A pesar de que el sacramento y el sacrificio se llevan a cabo en la misma consagración, hay que distinguirlos. La Eucaristía es sacramento porque Cristo se nos da como alimento para el alma, y es sacrificio porque se ofrece a Dios en oblación.
i. En el sacramento la santificación del hombre es el fin, pues se le da como alimento y en el sacrificio el fin es darle gloria a Dios, es a Él a quien va dirigido.
ii. El sacrificio de la Misa: la Eucaristía es sacrificio de la Iglesia – Cuerpo Místico de Cristo – que se une a Él y se ofrece a Dios.
1. Desde el principio de la creación, el sacrificio es el principal acto de culto de las diferentes religiones, siempre se le han rendido a Dios homenajes. El sacrificio es un ofrecimiento a Dios, donde existe una cosa sensible que se inmola o se destruye (víctima), llevándolo a cabo un ministro legítimo, en reconocimiento del poder de Dios sobre todo lo creado. En la Misa, Jesucristo es Sacerdote oferente y Víctima ofrecida.
2. La Misa es el mismo sacrificio de la cruz, con todo su valor infinito. En él se cumplen todas las características del sacrificio, el sacerdote, y la víctima son el mismo Cristo, quien se inmola con el fin de darle gloria de Dios. No es una representación, sino una renovación del sacrificio de la cruz. En cada una se repite el sacrificio de la cruz, la única diferencia es que se realiza de forma incruenta, sin derramamiento de sangre.
3. La Misa es el perfecto sacrificio porque la víctima es perfecta. La esencia misma de la Misa como sacrificio es la doble consagración del pan y del vino, no es la palabra, como tampoco lo es, la sola comunión.
4. La Santa Misa tiene dos elementos:
a. Cristo ofrece su vida para rescatarnos del pecado, pues con su muerte espía nuestros pecados y es Cristo mismo quién se ofrece al Padre y une a su sacrificio al nuestro.
b. Podemos ofrecer un sacrificio digno de Dios, además si ofrecemos nuestros propios sacrificios por pequeños que sean al sacrificio de Cristo, estos adquieren el valor de Redención al ser incorporados al propio sacrificio de Cristo. En la Misa, por medio de la Comunión, nos unimos física y espiritualmente, formando un solo Cuerpo. La Comunión es el gran don de Cristo que anticipa la vida eterna.
7. ¿Y la Piedrita Blanca, comida la cual, quien lo hace recibe un nombre nuevo? [16].
a. La vida de un cristiano maduro no puede alimentarse ya sólo de devociones, como los niños con papillas… El cristiano que ha crecido no puede ya vivir sin la Eucaristía: “Comida soy de grandes crece y me comerás. No me mudarás tú en ti, como manjar de tu carne, sino que tú te mudarás en mí"[17].
b. Cuando comulgamos no se transforma este Pan en nuestra substancia como el pan natural, como enseña San Agustín en la cita anterior, sino que somos nosotros – si comulgamos con las debidas disposiciones y frecuentemente y vamos cada ves más viviendo en comunión ‘Espiritual’[18] con Cristo – los que poco a poco vamos convirtiéndonos en Aquel a quien recibimos; hasta tal punto, que puede llegarse a lo que decía San Pablo: Vivo yo, pero no soy yo
quien sino Cristo quien vive en mí.[19] El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
c. De aquí que el nombre nuevo de quien vive en intimidad ‘Espiritual’ con Jesucristo en y a través de la Eucaristía es del de Amigo: “Ya no os llamo siervos, sino amigos…”[20] Y “La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un amor que habita en dos almas”.[21]
[1] Las homilías del P. Paulino Toral las puede encontrar desde el viernes anterior al domingo en el que toca la homilía en: https://www.desdemitrinchera.com/ y en http://www.samconline.org/
[2] Jn 6:48-71 (el texto original tiene más contenido; está editado por razones de espacio)
[3] Ap 2: 17
[4] Son católicos los cristianos que se adhieren sin reserva alguna al Credo de la Iglesia Católica, tal como ella lo explica; aceptan y practican lo 7 Sacramentos y obedecen al Papa como Vicario de Cristo en la Tierra (‘vicario’ = el que hace las veces) en temas de Fe, Moral, Liturgia y Doctrina religiosa en general.
[5] Ap 2: 17
[6] En el Antiguo Testamento encontramos varias prefiguraciones de este sacramento, como son: El maná con que se alimentó el pueblo de Israel durante su peregrinar por el desierto (Ex. 16). Los sacrificios de Comunión (Ex 20). El sacrificio de Melquisedec, sacerdote que en acción de gracias por la victoria de Abraham, ofrece pan y vino (Gen. 14, 18). El mismo sacrificio de Abraham, que está dispuesto a ofrecer la vida de su hijo Isaac (Gen. 22, 10). Así como, el sacrificio del cordero pascual, que libró de la muerte al pueblo de Israel, en Egipto (Ex. 12). Igualmente, la Eucaristía fue mencionada – a manera de profecías – en el Antiguo Testamento por Salomón en el libro de los Proverbios, donde le ordena a los criados a ir para comer y beber el vino que les había preparado (Prov. 9,1).
[7] Evangelio según San Juan, capítulo 6
[8] Lc 22:15
[9] Mt 26:26-28
[10] Hch 2:42-47
[11] Hch 2:42-47
[12] 1 Co 11:23-30
[13] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1324. 1345-1347
[14]Catecismo n. 1373 –1381
[15]Catecismo, n. 1376
[16] Ap 2: 17
[17] San Agustín
[18] Espiritual va con mayúscula porque hablo de la sintonía con Cristo en el Espíritu de Cristo: los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios (Rm 8:14-18); hijos en el Hijo.
[19]
Gl 2:20
[20] Jn 15:15
[21] Aristóteles (384 AC-322 AC)
… El momento que lleguemos a entender esto, tan magistralmente explicado por el P. Paulino, pero como un pequeño, o como los santos (como Don Bosco), que decía, «Quieren mas favores de Dios?, visiten mas al Santísimo y comulguen; Quieren menos favores?, visíntelo menos y comulguen menos», Así de simple,…
O en términos actuales, – aunque parezca grotezco -, si tenemos minutos podemos hablar por el celular, sino, no hay tal. Sino tenemos esa conexión con dios, no podemos desenvolvernos como es debido, y las cosas van de tumbo en tumbo, y sino vean a su alrededor…
…Que le permitamos a Dios comunicarnos, todo el tiempo, su gracia.
Att.
Alberto Rosales
ralberto68@hotmail.com