Cultura de prevención

La semana pasada tuve la oportunidad de viajar a Canadá, específicamente de visitar la Universidad de Regina, ubicada en el pequeño poblado del mismo nombre. En esta hermosa labor de ser educador se exploran permanentemente nuevas oportunidades para los estudiantes y la firma de un convenio entre el centro de estudios mencionado con la empresa ecuatoriana EUROLINGUACORP fue la oportunidad.

Durante el trayecto se dispone de tiempo para reflexiones profundas a partir de lo que se vive, por ejemplo, resulta notorio la escasísima preocupación de los canadienses y hasta de los norteamericanos por la presencia del “cuco” –como aparentemente podría llamarse al famoso virus A H1N1– en la medida de que los aeropuertos disponen de lo estrictamente necesario para advertir los contagios pero no existe la “psicosis” que se siente cuando, de regreso a Guayaquil, las cabineras del vuelo y el piloto del avión expresan que… “por decisión del gobierno ecuatoriano todos los pasajeros deben bajar con mascarillas y llenar un formulario de datos con la firma”. ¿Por qué tal diferencia en el enfoque del problema?

Una de las razones posibles que conteste la pregunta puede ser lo que puedo denominar “cultura de prevención”. En el Ecuador no existe o es muy escasa. En todos los ámbitos, desde la educación, la política, la salud, la comunicación, etc, etc, a la gente le cuesta “prevenir”, algo que afortunada o desafortunadamente es característico si se quiere luchar contra las infecciones virales cuyos tratamientos “viricidas” siguen siendo una incógnita. Los virus, por no ser considerados “seres vivos” totalmente, pues sólo disponen de uno de los dos ácidos nucleicos (o son ADN o ARN), no son “lábiles” a los antibióticos comunes y por tanto la curación de los signos y síntomas que provocan debe dejarse a los factores inmunológicos propios de cada paciente.

La “psicosis” provocada por la presencia del virus en el Ecuador deberá ser contestada con NORMAS ADECUADAS DE PREVENCIÓN, allí es donde entra el liderazgo de quien hace de cabeza, en este caso del Ministerio de Salud, para que de una vez por todas y no sólo circunstancialmente por la presencia del “virus de la gripe porcina”, las familias ecuatorianas enfrenten con mejores posibilidades de éxito a otros tantos enemigos de la vida como los virus del VIH, de la hepatitis, del dengue, del sarampión, de la rabia, de la gripe común, como también a las cada vez más agresivas cepas bacterianas de la tuberculosis, del paludismo o del cólera. El uso de la simple mascarilla no es suficiente sino se complementa con específicas costumbres de limpieza, de alimentación, de respeto a los semejantes y de “no automedicación”, todo lo contrario de lo observado en los ecuatorianos comunes.

Pero la creación de una “cultura de prevención” no sólo es útil para el aspecto “salud”, también es necesaria por ejemplo para que la gente aprenda a usar con prudencia una tarjeta de crédito sin la insultante advertencia de alguna autoridad de “evitar comprar doras” pues esto coarta la capacidad de decisión de la gente o … ¿es que tal vez se piensa en que se dispone de una multitud de ignorantes incapaces de saber cómo manejar sus recursos económicos?. ¡Inaceptable!. Pero esto también mejoraría –me refiero a la economía del país, de la ciudad y de las familias- si las personas aprendiesen a “prevenir”, es decir a practicar costumbres y actitudes preventivas para enfrentar a cualquier circunstancia propia de la vida en sociedad.

Una cultura centrada en la austeridad, la prevención y el respeto a los recursos propios y los de mis semejantes hace falta para no tener que correr cada que un nuevo virus aparece o una nueva situación económica acontece ¡y vaya que seguirá pasando!, no, eso no es proactivo… La educación, los procesos educativos regularizados o no, son en definitiva el camino para formar a las nuevas generaciones y a las actuales… ¿por qué no?, de lo contrario seguiremos ajustando “parches” tercermundistas, muy diferentes y lejanos a lo que se percibe en las ciudades y sus aeropuertos en los países mal llamados del “primer mundo”… ¿Le parece?