Hace varias semanas me reunía con un padre de familia preocupado, más bien “reclamante” pues su hijo no había podido acceder a ser Abanderado del Pabellón Nacional en el colegio que regento pues no cumplía con uno de los requisitos estipulados en el Reglamento de Educación y que dice textualmente que… “el estudiante debe haber cursado en la misma institución por lo menos los cinco últimos años de estudio previo a la designación”.
El caballero me decía que había consultado con su abogado y que éste interpretaba el artículo con otro sentido y por tanto se sentía perjudicado. “Mis decisiones”, le dije, “siempre van estructuradas en el marco legal y en tal virtud… no me corresponde interpretar la ley sino cumplirla”. Finalmente el asunto fue superado. En efecto, muchas, pero muchísimas personas no alcanzan a relacionar con claridad el cumplimiento de la ley –por más de que no le agrade tal o cual regla- y las preferencias humanas con las consecuencias éticas del no cumplirlas… una suerte de… “confusión ética”.
Al hablar de “confusión ética” quiero reiterar que en la definición acerca del término “ética” subrayo el entenderla como la reflexión personal del ser humano acerca de un código o conducta moral. Entonces tales confusiones son tan comunes como que la reflexión pasa necesariamente por su análisis cognitivo-afectivo y… éste… ¡no siempre es claro en primera instancia!, necesitando de retroalimentación –como todo proceso mental- que requiere mejorarse.
Otra pregunta al respecto es… ¿por qué algunas personas ven a la ley buena cuando se trata de que otros la cumplan y la repudian cuando parece afectar a sus familiares o a sus propios intereses?. En efecto aquí hay algo que no hace “click” y que requiere de un potencial análisis pues la coherencia es un valor fundamental de quien lidera, de quien dirige, de quien dice actuar siempre en función de su conciencia… ¿verdad?
La confusión ética, insisto, es patéticamente mostrada cuando debemos tomar decisiones entre lo correcto y lo que “desearía que fuese correcto” y las disquisiciones pueden llevar mucho tiempo y esfuerzo pues involucran a la emocionalidad de quienes se expresan, dejando ver el trasfondo moral de su conducta. La Ética, sea definida por Monseñor Juan Larrea Holguín, o por Fernando Savater –por mencionar pensadores contemporáneos opuestos en creencias religiosas y de fe- sigue siendo… “la reflexión que hace el ser humano acerca de la moral”, “la moral reflexionada”. Los juicios morales sustentados por las leyes o por el establecimiento social son constantemente puestos a prueba por la reflexión del hombre, por la argumentación, por la Ética, que no cambia pues el “animal racional” siempre ha hecho uso de su capacidad para razonar, para pensar, para entender hechos, circunstancias y abstracciones.
Uno de los aspectos más importantes de la Ética implica la “comparación entre las morales existentes”, como cuando establezco semejanzas y diferencias entre las forma como se trata a la mujer en el medio oriente y en los países latinoamericanos en cuanto al uso de velos o de “burkas”, sin embargo, las reglas vienen o deberían venir de los valores personales y sociales de las comunidades que las emiten, de allí, el razonamiento es un paso necesario conjuntamente con la tolerancia y la comprensión para entender otras formas de conductas que por no conocerlas no tengo la “claridad ética” para juzgarlas.
Aquí es donde coincido con una Ética cognitiva derivada de los geniales escritos de Kant y escojo cumplir con aquello que la ley me manda… “sin temor ni favor”, la aplico para todos y todas independientemente que sean mis hermanos o mis amigos y actúo aplicando los procesos de pensamiento claves como la observación, la comparación, la relación, la clasificación, el análisis y la síntesis. Las confusiones éticas devienen cuando queremos hacer lo correcto pero también satisfacer nuestras particulares maneras de ver el mundo, algo que en la gran mayoría de los casos no es posible. El mundo actual, del que se dice es individualista y hasta hedonista requiere cada vez más seres humanos conscientes que al menor atisbo de confusión la racionalidad exige verificar y entender para corregir y así mejorar constantemente… ¿qué sucede cuando la ley no es justa?. En sucesivas entregas intentaremos dialogar sobre tan importantes temas…
Al quue le caiga el guante, que se lo chante.