La política internacional definida con relación a los altos intereses nacionales deberá estar orientada a la mejor defensa y afirmación de estos. Ahora bien, en la configuración de la política internacional ecuatoriana no solo interviene, como erradamente se puede creer, el Presidente de la República, el Ministro de Relaciones Exteriores, sino también otros autores, que de una manera u otra inciden por ejemplo, La Función Legislativa, las Organizaciones no Gubernamentales, las Universidades, la opinión pública, las Compañías Multinacionales, etc.
Es verdad que hasta mediados del siglo 20 eran los Estados y las Cancillerías prácticamente los únicos a través de los cuales se realizaba la política internacional, pero ha cambiado con el correr de los tiempos.
¿Significa eso que la política internacional ecuatoriana debe estar regida por distintos conceptos, diversas directrices que se contrapongan la una con la otra?
Definitivamente no, por la simple razón que entonces no existiría una política internacional coherente, entendiéndose por política en este caso, el arte con que se conduce un asunto, empleándose los medios idóneos para alcanzar un fin determinado. Alcanzar el consenso es propio de los regímenes democráticos, pero al consenso se debe arribar mediante un plan previamente determinado en el que prevalezca la finalidad de alcanzar los altos intereses nacionales.
Mucho daño nos ha causado la falta de una clara política de Estado destinada únicamente a lograr el beneficio del país, y los cambios repentinos de objetivos o, las posiciones antagónicas, solo han retrasado nuestro avance institucional. Ejemplo de lo que afirmamos lo encontramos en la inexplicable relación del gobierno de la revolución ciudadana con Irán o la posición del gobierno ecuatoriano a favor de las tesis del Presidente venezolano Hugo Chávez. Asimismo el ingreso de nuestro país al ALBA que no aporta nada positivo al Ecuador.
Por otra parte, los excesos en la posición del Gobierno del Presidente Correa en defender al ex Presidente de Honduras incluyendo su viaje al Salvador solo se puede explicar por una posición ideológica para respaldar el modelo político del socialismo del siglo 21. Lo coherente era retirar al Embajador del Ecuador pero no tratar de intervenir en la política interna de ese país. Asimismo es importante mencionar la infortunada participación del embajador del Ecuador en Honduras Fernando Chávez que a pesar de ser un funcionario de carrera diplomática ha realizado un papel muy oscuro a diferencia de otros embajadores ecuatorianos que se han destacado en el exterior como Marcelo Fernández de Cordova, Jaime Marchan, Manuel Pesantes entre otros.
En consecuencia, el Gobierno Nacional debería recordar que la política exterior es un todo, y si se la fracciona, simplemente deja de existir, por lo que no se la puede dirigir basándose en ideologías que en nada benefician al Ecuador.
A todo lo dicho por el Doctor Estarellas hay que sumarle las totalmente fuera de contexto declaraciones en Radio Visión el día de ayer del autócrata incitando a la rebelión militar y a la desobediencia civil en Honduras; Por Dios ¡donde estamos!, el próximo paso será el intervencionismo armado de la mano de chavez y guiados por el monstruo de Iran.
Solo a alguien que esta mal de la cabeza, y con transtornos fascistas y hitlerianos se le ocurriría decirle al pueblo hondureño «QUE SE LEVANTE», que carijo o pito toca el en ese entierro, les dió miedo que se caiga todo el andamiaje del socialismo del siglo 21, y que a propósito, él y su familia están apurando su desmoronamiento. Váyase a la casa de la belga, es decir su casa… y no fastidie la paz latinoamericana.