Actividades del Líder
Si una organización no alcanza la misión tiende a desaparecer. Con frecuencia se oye decir que no existe liderazgo. Esto último tiene relación con lo primero, pues, las instituciones fundamentales, según lo percibe la gente en los últimos tiempos, no satisfacen las expectativas generadas mediante sus metas.
Este es el caso de los Estados que no logran mejorar la situación económica, política, social y educativa de la Nación. La empresa que no cumple con su responsabilidad social y opta por rendimientos a costa del deterioro ecológico. La universidad que perdió la misión de contribuir mediante la docencia y la investigación a solucionar los problemas de la sociedad.
En estos casos las organizaciones siguen cumpliendo sus objetivos, pero se les ha debilitado la misión. El líder se ha dicho, es el factor clave de la relación vincular. El que agarra el timón, marca el rumbo e impulsa la misión.
Pero no el líder sectorial especializado en determinadas áreas de la empresa. El líder necesario es el que actúa en el proceso relacional, que no solo conoce de la empresa, del entorno y de sus habilidades, sino el que ha cultivado algunas actitudes a través de tres formas de pensamiento; sistémico, estratégico y dialógico.
El pensamiento sistémico relaciona permanentemente las partes de una estructura y permite que las organizaciones actúen, crezcan y se desarrollen de manera armónica. También propicia la selección de propósitos estimando consecuencias inmediatas o lejanas. En esta etapa de la humanidad hay dos factores que justifican el razonamiento sistémico; la complejidad y la globalización. Cada día las organizaciones son más complejas aun aquellas de apariencia simple, y no es posible gerenciar sin el enfoque de relaciones, aquello que hace anos dejo de ser lineal, sectorizado o aislado. Hoy todo tiene que ver con todo. Como una ratificación de la complejidad se ha consolidado el esquema de globalización, que será determínate en el tránsito hacia una sociedad más justa y equilibrada.
El pensamiento estratégico define una posición esencial entre estas dos políticas organizacionales; se hace y se logra lo cotidiano sin perder de vista los grandes propósitos, es decir, la misión; o se obvia lo importante hasta que se resuelven las pequeñas cosas. La experiencia está cargada de esta última posición. Las organizaciones llevan tiempo con la rutina inútil y con las emergencias artificiosas y el tiempo que es un sistema independiente se encarga de diluir las oportunidades y de fabricar las crisis.
El pensamiento estratégico es abierto y conflictivo, se debate entre el horizonte temporal (que va del corto al largo plazo) y el antagonismo opositor que se mueve entre opositores conocidos y los encubiertos. Por eso el que piensa estratégicamente nunca es sorprendido, aun cuando puede ser vencido, porque en sus posibilidades nunca descarta las derrotas, incluso, algunas veces las construye para vencer. Las dos cualidades preferidas por el estratega son la visión, como haz de luz que abre los espacios en el terreno de la prospectiva y la adaptación que es la actitud de cambiar permanentemente que caracteriza a los que se forman en el arte de la transformación.
El pensamiento dialógico es una habilidad emocional que se practica con inteligencia creativa. Es la actitud preferida del líder, porque el dialogo, en su amplio sentido de participación, es algo así como entregar y recibir cada instante de la relación. El pensamiento y la palabra. El dialogo es sistema y estrategia a la vez porque cuando escuchamos, hablamos, comprendemos y callamos y el otro hace lo propio forjamos la mas extraordinaria relación humana que se pueda concebir. El pensamiento dialógico es la base de la relación, de todo acuerdo, de toda negociación. Los factores más visibles y que más se repiten en el análisis dialógico son la emoción y la conversación.