Cuando se trabaja por procesos en el aula, cada uno de los mismos… “pensar en extremos”, “determinar variables”, “establecer reglas”, “pensar en las consecuencias” si he de hablar de los primero avances que han de darse en los últimos grados de la primaria con horas de clase y maestros preparados para “pensar” sirven como verdaderos “antídotos” contra el establecimiento de todos esos condicionamientos o “filtros cognitivo-afectivos” que hoy nos damos cuenta contaminan a los seres humanos obnubilando el raciocinio al momento de la toma de decisiones.
Me refiero a la soberbia y a su derivado la soberbia intelectual, a la visión de túnel, a la polarización de la mente, a la egolatría, al “sí.. pero” y tantos otros que observamos en políticos, maestros, sacerdotes, médicos, padres y madres, etc. Además, los procesos continuamente trabajados establecen secuencias de automatización de aprendizajes que luego pueden ser “trasferidos” a cualquier asignatura del currículo y por supuesto a una situación vivencial del ser humano.
Imagínese el proceso para aprender a conducir un vehículo. ¿Qué tuvo que hacer?. Seguramente practicar y practicar con la ayuda de un guía –aunque somos muchos los autodidactas-. En el caso de los autodidactas a “porrazos” el ser humano se obliga a ser su propia guía de aprendizaje… Una vez que el “tutor” se asegura de que ha desarrollado la “competencia” para guiar un vehículo va llevándolo a través de niveles de dificultad cada vez más elevados… manejará en la periferia de la ciudad, luego en el casco comercial en las noches, luego en el mismo centro de la ciudad pero a las “horas pico”, tal vez de inmediato sea trasladado a la carretera, en fin. El guía se asegura de su logro competencial antes de mandarlo a la CTG para que un oficial constate el logro “in situ” de manera que se avale su competencia dándole la licencia correspondiente.
Al final usted puede manejar el auto sin necesidad de recordar cada paso del proceso, diríase de manera automática y con cierta expertitud que, si usted desea, se puede ir mejorando hasta llegar a ser por ejemplo… ¡corredor de fórmula 1”
Uno de los temas más importantes y a veces soslayado cuando se manejan procesos por parte de quienes educan –y en general en todo estudio y/o aprendizaje- es la determinación clara del propósito. Cuando en lo personal trabajo con mis alumnos y alumnas de sexto curso, por ejemplo, la lección “Reglas”, quedan cognitivamente cuestionados al momento de darse cuenta de que toda regla… ¡debe tener un propósito!.
Entonces dicen cosas como éstas… “con razón se me hace difícil entender la normas en casa” o “entonces deberían decirnos los maestros cuáles son los propósitos de tal o cual tarea”. Y la respuesta es sí, absolutamente sí. Muchos de los problemas comunicacionales entre jóvenes y adultos suelen darse por la indefinición oprobiosa del propósito que establecemos para que ellos cumplan con una tarea, trabajo, investigación o labor…
Por otro lado tampoco esto escapa a la relación de adultos, recuérdese que uno de los puntos más interesantes de analizar en los reclamos de los maestros al gobierno central es que sienten que con respecto a la evaluación… ¡no está claro el propósito!
Todo proceso formativo, tarea, labor, investigación, regla, presentación de proyectos y hasta cosas aparentemente insignificantes como viajes, conversaciones y hasta observaciones cotidianas deben responder a un propósito.
No es lo mismo observar a una señorita con el propósito de contratarla como asistente de marketing que observarla con el propósito de casarse con ella. Son diferentes las características que han de observarse en cada caso y por tanto de tener clara la premisa inicial dependerá una decisión que puede ser buena o mala dependiendo de los resultados.
¿Se imaginan lo que pasaría con la educación si los maestros nos acostumbrásemos a establecer con nuestros estudiantes los propósitos de todo aquello que trabajamos?.
En muchas ocasiones un padre exige el cumplimiento de una tarea en casa o un profesor la investigación sobre un tema específico pero descuidan lo prioritario para que el proceso cognitivo del niño o joven se organice y motive de mejor manera… ¡definir el propósito!. En las clases de pensamiento es lo que acostumbra a trabajar constantemente… ¿le parece adecuado?