No sé si a usted le ha ocurrido…
En alguna ocasión que me disgustaba el trato de algún profesor allá en el Cristóbal Colón de los setentas o una regla que mi padre afirmaba era “porque a él le parecía correcta”, aparecía ante mí un pensamiento que intentaba “castigar” a mis mayores ¡vaya utopía!. Decía para mis adentros… “ahora, no voy a aprender nada”.
Y ese infantil pensamiento era entonces creado en una mente cuya realidad giraba en torno de la escuela y la casa… ¡nada más!, la televisión si apenas comenzaba y la difunta “abuelita Játiva” nos divertía en un cajoncito con pantalla en blanco y negro por las apacibles tardes porteñas. Nada de internet ni de juegos en la calle, peor aún el cine ni el celular…
El tiempo pasó y los conocimientos y experiencias marcan el destino de los aprendizajes. Hoy, en pleno siglo XXI, sólo cabe aceptar que si una extremista premisa es válida ésta es… “¡imposible no aprender!”. Y, sí… ¡aprendemos aunque nos neguemos a aprender!.
Desde el inicio, siendo aún un indefenso recién nacido iniciamos un proceso de aprendizaje que no para sino hasta la muerte. Sea por las imágenes constantes que a fuerza de verlas generan conocimiento expresado luego por el lenguaje o por la imitación de lo que vemos en nuestros mayores, hermanos, padres, tutores, compañeros y amigos, luego expresadas por nuestras conductas, o por la guía de los intermediarios que nos orientan y nos introducen en la ciencia, deporte o arte. Lo cierto es que aprendemos, entonces salta la pregunta clave… ¿es bueno siempre todo lo que aprendemos?. Allí está el detalle, ciertamente eso depende de la variable tomada para evaluar, lo único cierto es que para bien o para mal… ¡aprendemos!
Una cosa es el desarrollo espontáneo de las habilidades de pensamiento o desarrollo incidental de los aprendizajes –muy importante durante la vida, por supuesto- y otra el desarrollo deliberado de dichas habilidades que da como resultado aprendizajes conscientes cuyas características principales entre otras que puedan mencionarse es que son… intencionales, planificados, verificables, optimizables, que pueden reproducirse, que son generalizables y prescriptivos, frente a los incidentales que tienden a ser no intencionales, no planificados, que no admiten verificación, que no puede mejorarse, que no admiten réplica, que no son generalizables, que no son prescriptivos, etc
Ambos, los incidentales y los deliberados son parte cotidiana de la realidad humana, sin embargo, podrá notarse que la consciencia resulta de gran importancia cuando el ser humano debe –en función de su crecimiento y madurez- asumir responsablemente que tarde o temprano tendrá que ser responsable y protagonista de sus propios aprendizajes que evidentemente pertenecerán al grupo de los deliberados, entonces yo escojo aprender esto o aquello y además escojo desaprender esto o aquello. ¿No es así como nos manejamos para buscar el éxito en cualquier tarea que emprendemos?
La tarea de quienes tenemos bajo nuestro tutelaje a los menores será entonces asegurarnos que… “si bien es cierto no puedes evitar aprender, lo que sí puedes es escoger voluntaria y libremente lo que debes aprender”. ¡Qué trágica línea a seguir cuando a veces, ni siquiera los grandes “pensadores” de la Patria nos pueden orientar acerca de los aprendizajes cívicos para un país mejor!, sin embargo, ahí vamos.
Soy de la idea de que más que materias debemos preocuparnos fundamentalmente por aportarles a los seres humanos los caminos válidos para desarrollar competencias personales fundamentales para vivir un mundo expuesto a todo tipo de aprendizajes, buenos o malos, procedentes o improcedentes, confusos o claros, pequeños o grandes, desorientadores o no, lo cierto es que al menos debemos legarles la posibilidad de reconocer que aprendemos, queramos o no, y de que nuestra voluntad independiente debe orientar a nuestra consciencia para que libremente sepamos reconocerlos y actuar, de manera busquemos el bien común para una vida plena de realizaciones y de espiritualidad creciente.
Aprendemos… ¿puedes negarte?
Muy pero muy bien, «exelente» Usted si es un verdadero líder, Gracias por ser mi amigo.
ESTIMADO MAESTRO, OPINO HUMILDEMENTE QUE SI BIEN ES CIERTO APRENDEMOS DIARIAMENTE HABRIA QUE SER MUY AFORTUNADO PARA ENCONTRARNOS BUENOS GUIAS A LO LARGO DE TODO NUESTRO CAMINO PARA QUE….APRENDAMOS EN SERIO…..Y ES IMPOSIBLE NEGARSE A APRENDER….
Sin ánimo de soslayar las dificultades -por así definir las opciones diversas presentes en esta vida- la razón de vivir esta vida es aprender. Negarse a hacerlo probablemente consiga un mayor acercamiento a lo negado. Las apreciaciones juveniles son sólo eso, y sin menoscabar su importancia, se debe enseñar. El asunto es: Qué enseñar. Acaso reglas manoseadas y ajustadas a antojadizas estructuras? dificil elección ante situaciones actuales en las que la información es extremadamente abundante que, además, circula con extrema facilidad entre cada uno de nosotros. Debemos centrar nuestros esfuerzos en los principios, labor individual y dura, principios que deben ser debidamente limpiados para poder ver claramente su pulcritud, y con ello, labor de maestros excelsos, generar corrientes actuales de formación.
Dura tarea estimado Roberto, el detenimiento y la contemplación son necesarios para estos propósitos.
Suerte y fuerzas en la tarea.
Fidel