En 1996 el Consejo Mundial del Agua y Global Water Partnership, iniciaron una serie de estudios y análisis que quedó bajo la coordinación, desde finales de 1998, de la Comisión Mundial sobre el Agua en el siglo XXI y con el apoyo del Banco Mundial y otros organismos que trabajan en el ámbito del agua, como el PNUD, el PNUE, la FAO (Organización para la Agricultura y la Alimentación), la OMS (Organización Mundial de la Salud), Unesco, Unicef, la Organización Meteorológica Mundial.
Algunos de estos estudios han sido de análisis de factores en busca de una racionalización del manejo del agua; otros han trabajado buscando soluciones en favor del acceso al agua para las poblaciones más desfavorecidas y en la lucha contra la contaminación y el derroche.
Sin embargo, la tendencia general que ha surgido a lo largo de estos trabajos se inscribe en el espíritu de la época, orientado hacia el triunvirato economía, mercado y tecnología. Esta tendencia conduce a que, según el proyecto de Declaración Ministerial del II Foro Mundial del Agua en La Haya, el agua debe ser tratada fundamentalmente como un recurso natural en estado de creciente disminución (debido a fenómenos cada vez más frecuentes de polución, contaminación, y derroche), y por lo tanto, cada vez más caro.
El agua, afirman, debe ser gestionada ante todo como un bien económico.
Con este fin, la Declaración Ministerial propone el concepto de IWRM (Integrated Water Resource Management, Gestión Integrada de los Recursos Acuáticos) como modelo a seguir en todo el mundo para una gestión ¨eficaz¨ del agua.
La Declaración Ministerial también propone dar al agua un precio económico establecido según el coste total de recuperación (full cost recovery) en el marco de la libre competencia y del libre comercio a escala internacional.
Hay que señalar aquí un importante tema de debate, ya que si en el pasado los países europeos hubiesen aplicado el principio de coste total de recuperación, todavía estarían indagando cómo garantizar el acceso al agua potable para todos.
El resultado del Foro de La Haya, ratificado en la última conferencia de Johanesburg para el medio ambiente (Rio+15), se traduce claramente en un planteamiento tecno económico y mercantil del recurso Agua, si bien contempla en documentos menores el tema de garantizar un acceso a un mínimo vital dentro de un marco de Derechos Humanos.