Los dos más grandes instintos animales que concurren en la misma forma en el ser humano, son el instinto de conservación de la vida y el de conservación de la especie, es decir, el instinto sexual.
El ser humano, que aparte de los instintos animales tiene intelecto que es el regulador natural de sus instintos, es diferente a los animales, ya que en ellos los instintos son frenados por la saturación de los mismos, come cuando tiene hambre, etc. En el hombre, es el intelecto el que pone el freno a los instintos. La voluntad del hombre es la que le dice si algo le conviene o no, y el dominio de sí mismo es el que lo hace contenerse cuando no es conveniente seguir. Regulamos nuestras horas de trabajo, comida, etc. Es decir, arreglamos nuestro horario, a nuestra voluntad no a la de nuestro instinto.
Me preocupa la forma en que se quiere mirar actualmente el sexo. Ya no tiene relación con los sentimientos, o con la ilusión, sino que es una simple y vulgar relación biológica. En un programa de sexo para adolescentes se relata una conversación de una niña de 14 años con una Doctora en la que la joven descubre su ignorancia al pensar que en la primera relación sexual no se puede salir en cinta y la Doctora hace una burla ignorante indicando que la muchacha estudiaba en un colegio de monjas, cuando todos sabemos que si las monjas exageraban en algo era en hacer creer a las muchachas que podían ser embarazadas sólo con ser mal vistas, con deseo.
El enseñar a protegerse contra infecciones o embarazos no deseados, no es educar en el amor, sino en el sexo, no es enseñar a ser criatura humana, sino a ser un simple animal que no puede contener sus instintos, no es desarrollar el intelecto o la capacidad de pensar, sino dejarse llevar por la corriente de la promiscuidad.
Y me preocupa más aún, la falta de hombría de ciertos hombres que basan su idea de machismo en tener a su lado hembras fabulosas, deseables. Me da risa, por ejemplo, la vida escandalosa del Premier italiano Silvio Berlusconi, quien tiene que contratar para sus orgías prostitutas caras, porque las mujeres decentes, como su esposa, no aceptan estar con él. Debe ser muy triste tener que comprar el amor de una mujer.
Hay en realidad que hacer una diferenciación: El amor no se compra ni se vende. El amor se da, se entrega. El amor no pide nada a cambio. La alegría del amor está en darlo, no en el recibirlo. Recuerdo que bromeando le decía a mi esposa que era una picada, porque podía no quererme, pero no podía impedir que yo la ame (ni aún ahora no puede impedirlo), porque amar es dar, dar sin esperar ni recibir nada a cambio. La verdadera felicidad está en el verdadero amor. Solamente las personas impotentes para dar amor, las que no son capaces de formar un hogar, de respetar a su pareja, de dar a sus hijos amor, seguridad y ejemplo, son los que requieren comprar amor (o mejor dicho, sexo).
Educar en el sentimiento del amor, es positivo y muy deseable. Educar el instinto de cualquier especie animal, es simplemente absurdo y estúpido, porque el instinto es NATURAL en todo animal.
Muy, muy de acuerdo con el escritor.
Hombre no es el que mas sexo tiene ni el que más cambia de pareja. Hombre es el que al ser él, el dueño de sus actos, sabe usar la razón y la voluntad a su favor, no en su contra. La razón y la voluntad son las facultades del alma que lo diferencian del resto de las demas especies. Behury Calderón