En el diario Expreso del 15 de agosto convergen dos de sus destacados columnistas en una tesis, a la cual nos oponemos, y cabe, por tanto, hacer acotaciones. Independientemente del chavismo hay guayaquileños que nos hemos opuesto desde siempre a la sobrevaloración de lo que a Bolívar le corresponde en la historia desde la óptica de esta histórica de esta región.
Nelly Jaramillo y Ángel Duarte, ex gobernador del Guayas así como algún día lo será Roberto Cuero, en sus sendas entregas se politizan en su visión y salen en defensa a la gran alegoría que se ha hecho del “Bicentenario” por parte del Gobierno para envolverse de una revolución cuyo eje se inspira en el modelo cubano, y se centrifuga en la capacidad histriónica y petrolera de Hugo Chávez.
¿Cuánto pesa en la historia del Ecuador, Guayaquil, si los acontecimientos del 9 de octubre son enterrados debajo del 10 de agosto, al cual recién lo intentan definir como un proceso y como un “primerísimo” grito que nunca termina? ¡Vaya señores, transformar una proclama, la del 10 de agosto, jurando lealtad al rey de España, para terminar con una Constitución de Montecristi doscientos años luego donde se jura lealtad a Chávez y Castro, no es politizar un tema? Es puro correísmo.
Cambiamos el nombre de nuestro aeropuerto a raíz de que Chávez cambio el nombre del aeropuerto de Maiquetia en Caracas, con el de Simón Bolívar, y nosotros inaugurábamos el nuestro, construido por pura rebeldía ante un centralismo que nos trata como a parias a quienes buscamos identidad para esta zona de la patria. De eso se trató el evento que ellos lo atribuyen a una derecha reaccionaria.
Esta localidad tiene derecho a tener identidad, amor propio, rebeldía y si tiene que conquistarnos que sea con obras, con equidad, y respetando nuestra idiosincrasia. Eso es todo. Mucho se puede y de hecho coincido con acciones de Correa, incluso sobre los abusos de la prensa de las cuales yo mismo he sido víctima. Pero lo que no se puede compartir con Correa es que se enfrasque y siembre vientos de guerras y violencia descalificando a diestra y a siniestra, solo porque no comparte la ideología política de Uribe, siendo para estos bolivarianos a destiempo Colombia el eje del sueño de Bolívar.
Estamos siendo arrastrados por un esquema impuesto por Chávez para cobrar importancia regional geopolíticamente hablando. Un Coronel con “sueños de perros” usando la misma frase que la puso en boga el mismo Ángel Duarte cuando estaba en su apogeo político y por poco corona y alcanza la presidencia de la República allá por 1.984.
Esta entrega es para decir a los dos brillantes columnistas de El Expreso, el diario combatiente, que quizás ellos están más envueltos en una visión política alrededor de Correa, que nosotros envueltos en contra de las transformaciones sociales que se emprenden y son inevitables, pero que estas transformaciones no pueden avasallar la identidad, la peculiaridad, el pedazo de historia que nos pertenece.
Prefiero ser pueblerino localista en defensa de lo que Guayaquil significa y es, que estar absorbido por el indigenismo de Evo Morales, por un sueño de perros de Hugo Chávez o por el ímpetu desquiciado de un gobernante como el nuestro que no le importa ni la guerra con tal de que su poder omnímodo supere los límites permisibles en una democracia, sin importarle que llegue a estrellarnos a todos llevándonos en su viaje suicida emulando a un kamikaze bananero.
Totalmente de acuerdo en su clalrisima exposicion. Gracias por ser uno de los pocos que trata las cosas como deben ser tratadas esto es «al pan, pan y al vino, vino». «Guayaquil, hoy, mañana y siempre» Una vez mas gracias.
Me parece increible que el testaferro de Poveda, dueño de los terrenos de Daular, que ha comido con la derecha Guayaquileña y jugado con la izquierda, ahora porque su hija es otra de las afiebradas correístas desconozca la historia. De la señora Jaramillo, comunista confesa, no me sorprende nada