Hay angustia en la democracia por lo que ocurre. Los síntomas de descomposición y pérdida del poder de convocatoria del Presidente, que no permiten sofocar los graves actos de rechazo a la política gubernamental, son indicios claros que es necesario una profunda revisión de la acción del gobierno nacional.
Sostengo desde siempre el respeto irrestricto a la ley. No hay justificación alguna para el quebrantamiento de esta. Los actos que nacieron viciados por la violación de la norma, son ilegítimos e ilegales. En éste momento la permisibilidad al rompimiento de la ley le está pasando la factura al gobierno.
Los hechos hablan. El haber aupado el arremeter contra el orden legal, no hablo del orden constituido, creó la condición de fácil rompimiento de la ley, esto es que, los círculos alrededor del poder se auto atribuyeron la condición de elegidos como “legítimos” propietarios de la única opción, entonces imbuidos, no de poder, sino de prepotencia, se consideraron fuera de todo control, así autoproclamados dueños de la verdad, impulsaron desde ese vano pedestal acciones como la de destituir diputados, reorganizar cortes, destituir tribunal de elecciones, etc., esto es pensaron que se justificaban las ilegalidades a partir de su mesiánica profecía de crear un nuevo estado.
La “prensa corrupta” llamo al orden a los funcionarios del estado, se les dijo que no rompan la ley y que no agredan a los ciudadanos. Fue gravemente amenazada, algunos como en mi caso, en esta misma columna denunciamos las amenazas cobardes de quienes escondidos en el anonimato pretendieron denigrar y ofender con el afán de descalificar. Hoy estamos viendo a donde nos ha llevado este rompimiento continuo de la legalidad y la estructura normativa del país. Se aceptó que la ley aplicable sea el resultado de la imposición ajena al verdadero orden jurídico, rompiendo la implícita aceptación del pacto social que da origen al estado.
Los hechos unidos a síntomas de descomposición tales como el descontento generalizado por la situación económica desesperante, la perdida de plazas de trabajo, la violencia delictiva, la violencia del discurso político, empezando por el del Presidente, el conflicto familiar con el hermano, el paro de la UNE, los reclamos protagonizados por estudiantes secundarios y universitarios, el levantamiento indígena, a estas altura con un muerto que se disputan la UNE y la Conaie, acciones todas que suman y generan intranquilidad, mas el repetido rumor de existencia de actos alejados con la moral.
No estoy de acuerdo con algunos enunciados políticos de la llamada revolución ciudadana, pero respeto el derecho a proponerlos, así como sostengo que se debe respetar el derecho a disentir de todos. En este contexto es que se mueve la democracia, y esta vive cuando hay acuerdos en las diferencias, es ese ceder un poco en cada lado de la cuerda lo que construye la democracia. No se debe aplicar el desacuerdo como antecedente justificador de la política de tierra arrasada.
El Presidente conminado por los indígenas, esos mismos a los cuales minimizó, tiene que abrirles las puertas del Palacio Presidencial, sitio lógico de la reunión, no puede el gobierno acudir al campo de batalla, incluso por estrategia de dialogo. Tiene también el Presidente que tender puentes con el sindicato de los maestros. Debe encontrar eso si el camino para después destruir la nefasta dependencia de la UNE con el MPD, gran causante de la situación de retraso de la educación.
La agresión y el sistema confrontacional en política, dan buen resultado un tiempo, pero llega un momento en que la incitación a la violencia cobra la factura. Al entender el público que la manera apropiada para reclamar es la violenta no encontrara luego otro camino que ese para reclamar los derechos que siente conculcados. El viejo dicho quien siembra vientos cosecha tempestades es real, la sabiduría popular lo mantiene por eso. El empuje a la violencia a través de los ataques continuos y permanentes a los referentes de los valores y de los patrones de conducta llevan a que, quien estando en situación de desesperación, falta de trabajo, falta de ingresos, tome el camino de la agresión para obtenerlos. Parte de esa violencia es la que vivimos en los asesinatos y agresiones absurdas de la delincuencia, que sin que medie acción defensiva, el delincuente mata por matar. Eso es el rompimiento de los límites accionado por una incitación permanente a una vendetta contra la nada, o contra la vida. O lo que es peor una venganza de clases.
Se nos deshace el país, pese a que el Presidente ha sido el más popular de la historia del Ecuador, superior a Velasco Ibarra. No podemos permitir un nuevo golpe de estado. El presidente tiene que entender que antes que trate de implementar un sistema impopular y no querido por la mayoría, debe reflexionar porque la imposición unilateral de un sistema político socio personalista seguramente daría pie a una gran intranquilidad y violencia social, cuyo desenlace nadie lo conoce ni lo puede prever. El cambio es necesario, pero el intento mal hecho puede llevarnos como Honduras diez pasos atrás de lo conquistado. Se trata que los personalismos no vuelvan y los círculos de poder de auto beneficio sean desterrados.
Alberto: La involución ya empezó desde que los tres chiflados patalean por latinoamérica. La involución empezó desde hace rato porque esta gente atenta contra la voluntad de Dios. Son ateos! Enemigos de las iglesias, de las buenas costumbres, de los buenos modales,los antivalores. Estamos en manos de una gentuza lamentablemente y eso daña terriblemente a la población ecuatoriana.
Mayra
Coincido con usted en todas sus apreciaciones sobre las actuaciònes de quièn actualmente nos gobierna y que mantienen a este paìs sumido en la màs grande zozobra y que lo puede llevar a la intranquilidad y a una inmensa eclosiòn en el aspecto social.