¿Es tan dificil amar a Guayaquil?

Ante tan desgarradoras imágenes y casos que vemos a diario a través de diferentes medios de comunicación colectiva como producto de la incontenible avalancha de la delincuencia en nuestra ciudad, manchada y salpicada de sangre inocente, bien vale la urgente necesidad y el deber de replantear con urgencia las correctas y prudentes acciones que se necesitan tomar, a fin de detener de una vez por todas este peligroso mal que nos está asfixiando a los guayaquileños.

La inmensa ventaja que actualmente nos llevan los avezados delincuentes, criollos y extranjeros, quienes irónicamente gozan del enorme privilegio de portar sendas armas de fuego con las que asaltan, violan y matan, y que a sus anchas planifican y ejecutan sus fechorías, no podrán ser reprimidos jamás, mientras los ciudadanos decentes de esta ciudad conjuntamente con las autoridades competentes no decidamos seria y responsablemente tomar el toro por los cuernos, y ¡reprimamos ya! de una vez por todas este grave azote a nuestra comunidad.

No es mi afán el tratar de analizar antojadizamente el tema desde la óptica política, ni mucho menos ver la paja en ojo ajeno, y lo digo muy en serio; pero mientras por ejemplo existan posiciones antagónicas tratando de menoscabar un liderazgo local, que legítimamente ha sido ganado con aplastante mayoría, cuyo esfuerzo, tesón y honestidad, demostrados mediante la ejecución de cientos de obras en beneficio de Guayaquil a través de un Alcalde que como a todos nos consta, trabaja incansablemente por el bienestar colectivo, solo me queda por pensar que desgraciadamente no todos aman a Guayaquil como ella se lo merece.

La policía local, aunque no todos sus miembros, que a ratos se convierte en deliberante de temas políticos, lastimosamente se está dejando arrinconar por los delincuentes. Claro está que existen cientos de denuncias de que ciertos funcionarios del aparato de justicia también hacen sus aportes en beneficio de estos hampones. Un ejemplo de esto es ver que luego de que la policía apresa a un pillastre y lo pone a órdenes de los fiscales y los jueces, a las pocas horas estos son puestos en libertad y salen a delinquir con más energía. (Como diría el tema de la película: Salen recargados).

Tenemos entendido que la policía cuenta con una respetable capacidad operativa, logística y represiva en contra de los hampones. Antes e incluso ahora que el gobierno decidió prescindir del respaldo del Alcalde por combatir la delincuencia a través de la Corporación de Seguridad de Guayaquil. Incluso acabo de escuchar y observar a un alto miembro de la policía local a través de un medio televisivo, quien manifestó que los vehículos y elementos de disuasión que se utilizaban a través de la Corporación, aun están siendo usados. Entonces, de ser así, que es lo que realmente está pasando..?

Mientras tanto, el hampa continúa tragándose las calles y parques y viviendas de Guayaquil, y los sicarios continúan haciendo de suya la mercantil voluntad de arrebatarles las vidas a sus víctimas, y estas víctimas continúan a su vez haciendo cada vez más extensa la tenebrosa lista de los que ya han pasado a otra vida. Que pasa entonces…? Porque no despertamos de una vez por todas y le demostramos al hampa organizada que los buenos somos más, logrando además que las autoridades competentes se sensibilicen y den mucho más de lo que creen están dando. Pues Guayaquil bien se lo merece, siendo además una ciudad que nos ha dado y nos está dando todo, a propios y extraños. Por lo tanto, no basta únicamente con recordarla en sus fiestas cantando aquella emblemática canción que desde niño nos aprendimos de memoria, titulada GUAYAQUIL DE MIS AMORES.

¡DEBEMOS LUCHAR JUNTOS CONTRA EL HAMPA! De ser así, estaríamos en verdad ratificando por cierto el imprescindible e inmenso amor que decimos sentir por ella.