El correazo cobra su primer muerto entre sus antiguos aliados, los indígenas. Así paga el diablo a sus devotos. Primero los utiliza y luego los desecha. Pronto se dará cuenta toda la nación ecuatoriana del engaño y la traición. El discurso violento se ha consumado y las manos limpias están manchadas con sangre. El juicio del presidente es sospechoso y su lamento también. No hay lágrima que devuelva la vida a los caídos y este gobierno es responsable de la ola de violencia en el país. ¡Abajo los opresores!
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