Otra vez volvemos al asunto legal. Las autoridades de Gobierno, en afán de benevolencia y con el deseo sano de no mantener presa a gente inocente por la ineficacia de la justicia que no puede tramitar con la celeridad debida los juicios, han planteado no seguir causas contra lo que consideran contravenciones y no delitos, como robos por debajo de los 3 salarios mínimos vitales, ser mulas de narcotráfico, o realizar hurtos o estafas si se devuelve lo ilícitamente adquirido.
Me llama la atención la ingenuidad de los defensores de estas reformas, porque si no hay castigo, se fomenta el delito, que de por sí, ya está alcanzando niveles gravísimos en el país. No debe llamarles la atención los robos menores a seiscientos dólares, si ellos ganan mucho más, pero para la gente que recibe el salario mínimo vital, eso significa tres meses de no comer.
Recuerdo una coplilla de mi infancia en la que un detenido decía: “Es injusto Señor Juez, el cine , la radio, el teatro, están como sabe Usía y como todos sabemos, llenos de gente que imita, y a mí, respetable Juez me agarra la policía porque imité unos billetes de cien pesos, ¡Qué injusticia! ¿Es que no somos iguales para la ley, los artistas?” ¿Es que los ladrones son santos bajados del cielo? Según los datos de prensa, la mayor parte de ellos no tiene reparos en matar, violar o amedrentar para conseguir satisfacer sus deseos y apropiarse de lo ajeno.
Cuando a una persona le han hurtado o robado algo y se captura al delincuente, sus compinches y familiares llaman a la víctima para amenazarla de muerte a menos que retire la denuncia. Esta es la dura realidad. Lo único que se va a lograr con esta reforma es aumentar la delincuencia y sobre todo la osadía del delincuente, que se sentirá respaldado por la justicia para violar la ley. Ya estamos viendo como las denuncias contra el grupo de rodea al Presidente, quedan solamente en eso: denuncias. Nadie hace nada. La justicia está atada de manos y pies. Justicia sólo se consigue en las comunidades indígenas, donde se aplican las reglas de ellos, porque saben que si se espera a que la justicia del Estado sea aplicada, no habrá sanción.
En las leyes de tránsito se hizo lo contrario. Se elevó significativamente las multas y es resultado fue favorable. Se logró disminuir la cantidad de accidentes, pese a que el problema es más grave por la irresponsabilidad con la que se han emitido las licencias en todo el país, dando licencia para manejar a personas que no saben hacerlo es decir, en vez de licencia para conducir, han dado licencia para matar.
Ceo que el Gobierno y el Congreso deben meditar, medir la magnitud de su error y enmendarlo. El delito no es una simple contravención. Los derechos humanos no son sólo para los delincuentes o terroristas. Todos tenemos derecho a ellos.
Publicado en El Observador el viernes 30 de octubre 2009
En Costa Rica, donde vivo, por la saturación de las cárceles y por insuficiencia de la administración de justicia, se estableció que los hurtos y robos de bienes cuyo valor no fuera mayor de X salarios, no fueran delitos sino contravenciones; a los autores los sueltan sin juzgamiento y vuelven a sus asaltos callejeros.El legislador no ve que ya no es sólo el derecho a la propiedad lo que está en juego sino el derecho a la libertad de tránsito, que es una garantía constitucional.