Ciertamente que será una forma figurada o metafórica de expresar lo que está sucediendo en el Ecuador, pero la verdad es que en muchos aspectos hemos retrocedido a la Edad Media –llamada también la “Edad de los 1.000 años-, a ese oscurantismo que, como lo aprendimos en nuestra juventud, se inició con la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476 y concluyó en 1453 con la caída del Imperio Romano de Oriente (Toma de Constantinopla por los turcos).
El oscurantismo representó la sistemática oposición al progreso, atraso en el desarrollo de la humanidad, contradicción al libre pensamiento, una época en la que fueron conculcados los derechos de las personas a la abierta expresión de las ideas a tal punto que quienes osaron ejercerlo que no fueron pocos terminaron condenados por los Tribunales de la Santa Inquisición. Guardando las respectivas distancias, es lo que hoy acontece en este Ecuador en donde nadie puede discrepar con el Gran Inquisidor Correa, so pena de ser víctima de su Santa Furia y a su vez vejado de la manera más descalificadora posible.
Conociendo el riesgo de pasar por lo arriba señalado, me ratifico en lo que he manifestado en anteriores ocasiones, y no me cansaré de seguir insistiendo, en que faltan tiempo y espacio para describir lo malo –por decir lo menos- que ha hecho el economista en el ejercicio del poder, y que ya forma parte de nuestra historia.
En esta oportunidad me referiré a los cortes de energía eléctrica que está sufriendo el país que en gran parte se deben a un irresponsable manejo gubernamental de la política energética. Dicho de forma certera, el gobierno nos lleva a otra forma de “oscurantismo” con los que hoy califico de “Apagones Correa”. No es posible que en 3 años de gobierno, contando con los ingresos económicos más grandes en la historia del país; teniendo, además, todos los poderes del estado bajo su control; sin rendir cuentas a nadie, no se haya previsto algún programa para al menos paliar en algo lo que estaba por venir y que si no lo preveían era simplemente por negligencia, por estar pensando en otra cosa: en la maldad, en viajes, en innecesarias cadenas sabatinas, en compras de helicópteros inservibles, en mantener en vilo a los ciudadanos por el incremento de la delincuencia, y demás horrores que resultaría cansino enumerarlos.
Hoy tenemos apagones programados para 7 horas, lo que es falso pues en Guayaquil estamos viviéndolos de 8 horas y más. Según las noticias pasadas por la televisión, los quiteños se quejan porque tienen apagones solo de hasta 5 horas. En días anteriores el ministro de electricidad, Esteban Albornoz, se presentó en repetidas cadenas de radio y televisión para agredir a la inteligencia del pueblo al expresar que toda la culpa de lo que está sucediendo es de la partidocracia, que es el peor estiaje en 45 años y que este gobierno es el único que está cumpliendo programas destinados a entregar una constante provisión de energía eléctrica; pocos ciudadanos le otorgan crédito a esas falacias.
Que no se defienda lo indefendible, en el gobierno se conocía de lo que estaba por suceder, no se tomaron las prevenciones del caso y solamente reaccionaron cuando ya era tarde, si no ¿De cuando a acá el raro acercamiento a Colombia, país al que se lo vilipendió a diestro y siniestro como es de dominio público?. Claro, hay que acercarse, Colombia nos vende energía eléctrica aunque ahora deberá hacerlo en menor cantidad pues también soportará un estiaje. Estamos pagando el precio de la irresponsabilidad en todos los estamentos gubernamentales.
Correa ha gastado los casi 3 años de su gobierno culpando a todo el mundo, esto es, a la partidocracia, a la larga noche neo liberal, a los movimientos sociales, a la prensa corrupta, etc.; ahora ya se le terminó el tiempo, no tiene excusa alguna para actuar mal, y como no reconoce ni reconocerá su culpa acerca de su mal mandato, no hay posibilidad de que haga un giro de 180° para enderezar el rumbo; actitudes como esas solo pueden ser asimiladas a las de los dipsómanos quienes mientras no reconozcan que lo son, jamás dejarán de serlo. Los ciudadanos debemos seguir señalando los dislates del presidente, aunque corramos el peligro de ser víctimas de la Inquisición Ecuatoriana.
No debo dejar de mencionar el hecho de que algunas personas, razonadamente, piden que además de las críticas que se le hacen a este gobierno, se den soluciones para enrumbar al país. Yo considero que el economista ha demostrado en demasía –como lo expresé en el párrafo anterior- que no va a cambiar, al contrario vamos para peor, en consecuencia, la solución inexorable es que renuncie al elevado cargo que mal ostenta.
No soy solamente yo quién pide su renuncia, ya son algunos los ecuatorianos que diariamente se suman a este petitorio, que anhelan un país que vaya siempre adelante, diferente al que hoy marcha hacia el precipicio, a la involución, al oscurantismo, al lugar destinado a los sistemas históricamente fracasados.
Muy acertadas tus aseveraciones, estimado Arturo. Ciertamente la falta de energía(de total responsabilidad del actual gobierno), no es lo que produce la situación más oscura, por falta de luz eléctrica. Es la falta de moral, de hombría para reconocer sus errores, los horrores de la corrupción generalizada, que ya preocupa a algunos de sus alzamanos e incondicionales, la que nos hunde en la negrura de ese oscurantismo de épocas pretéritas. No nací en Guayaquil pero la amo por haber vivido desde muy pequeño aquí y haber formado mi hogar y mis empresas. La ví resurgir como ciudad limpia, hospitalaria y llena de encantos, luego de que en alguna ocasión fuese comparada con la caótica Calcuta. Duele que la envidia malsana del regionalismo, que los complejos de su hijo más ingrato, que el servilismo de algunos afuereños y nativos lamesuelas, la quieran ver nuevamente postrada en la anarquía, el desorden y sometida a la inequidad, poniendo trabas a su desarrollo, entorpeciendo a los empresarios forjadores de fuentes de trabajo y bienestar, sólo por satisfacer odios y revanchas. Concuerdo plenamente que en tres años de gobierno, solo hemos visto incompetencia, corrupción, demagogia y un malsano propósito de avasallar a Guayaquil y al Guayas.
Eduardo Falconí M.
Una vez màs estoy de acuerdo con tus opiniones Arturo, por certeras y contundentes. Recordemos que Correa dispuso de 3.000 millones de dòlares que eran para solventar el desbalance del precio del petròleo, pero el los pasò a gasto corriente y sin que nadie pueda fiscalizarlo, ademàs tuvo $700.000.000, para uso exclusivo de la generaciòn elèctrica y que tambien pasaron a gasto corriente, dinero este que habìa sido ahorrado en gobiernos anteriores.
Ante la imprevisiòn de este gobierno, el DICTADOR, no encuentra otra salida que hecharle la culpa a los gobiernos anteriores, tratàndose de lavarse las manos como lo hizo Pilatos.Los ecuatorianos sabemos que la culpa es de el y sus adlàteres,por desconocer sus errores,pero las consecuencias las pagamos todos los ecuatorianos y en especial los guayaquileños, por ser esta la ciudad eje y motor de la economìa ecuatoriana. Renuncie a la Presidencia Econ.Correa, o la desesperaciòn y angustia del pueblo ecuatoriano, llevarà a este a sacarlo del palacio de Carondelet, como ya lo ha hecho en ocasiones anteriores, y por motivos menos graves que los que hoy nos afligen.
Gabriel Cherrez S. nov 15 de 2009