21 noviembre, 2024

Saldar Cuentas

Tomo prestado el nombre del artículo de Emilio Palacio (8 de noviembre) para analizar algunos puntos respecto a la invitación que él hace de cerrar filas y de juntarnos todos para frenar los abusos contra las libertades que se están institucionalizando en este gobierno

Algunos pensamos que Guayaquil es un reducto de las libertades económicas y empresariales, simplemente porque Guayaquil es producto de estas libertades. No es una ciudad planificada o apoyada por el estado, ni por sociólogos, sino en la medida que ha luchado contra el centralismo estatal y se ha tomado poderes cuando así lo ha podido.

Sin Febres Cordero y Jaime Nebot, la ciudad hubiese sido igual a Quevedo, Babahoyo, o Portoviejo, sino que mucho más poblada y con multiplicados problemas. Ese es un hecho evidente, y sintetizado en esa obra del Malecón 2.000, y en la infraestructura vial de la ciudad, que realmente se inicio en 1.984, cuando la Perimetral se la construyó a patadas y en contra de oposición recia, encabezada en aquel entonces por Alfredo Pinargote, desde su columna en el diario el Universo.

Ya muchos lectores por su corta edad podrán imaginar a que estaba destinado Guayaquil, sin el liderazgo de estos dos políticos, quienes sin duda cometieron yerros, porque yerros no cometen sino aquellos que no hacen nada.

La Junta Cívica de Guayaquil se institucionalizó como persona jurídica al calor de la pluma que saltó desde las páginas editoriales de El Telégrafo de ese entonces, ahora convertido en una suerte de registro oficial desvergonzado. Corría 1.992, año en el cual Febres Cordero subía a la alcaldía, y esa es la primera y única causa por la cual aquella institución perdió su empuje y dinámica, ya que León era el líder natural, pese al reniego político que sus pasiones engendraba.

La Junta aportó de formas diferentes bajo el gobierno de Sixto, y se mantuvo bajo cierta dinamia. Esta dinamia llegó a su punto más bajo poco a consecuencia de la crisis bancaria, una vez que quedó atrapada entre las Cámaras de la Producción, por los rabos de paja, y las Fundaciones de Jaime Nebot, quien dio a la Junta cierta vitalidad y funcionalidad aparente, porque se utilizó el membrete y a un Directorio perpetuado, para conformar otros directorios de fundaciones donde evidentemente la gente iba a ser neutralizada.

Es increíble pensar ahora que Giancarlo Zunino, y Feliz Pilco, no fueron aceptados como miembros de la tradicional Junta Cívica, pese a los esfuerzos que hicimos por ingresar a un buen grupo de conformantes de la Nueva Junta Cívica.

Se reformaron estatutos, se hicieron los cabildeos, se llegaron a verbales acuerdos, pero al final de cuentas fueron vetados. Ahora se ha refrescado el Directorio de la institución fundada en 1.992, y aparece Miguel Palacios, un conocido psiquiatra, para presidirla. Y es hora de saldar cuentas, para lo cual la solución ya no es fusionar a las dos Juntas como se intentó vanamente durante dos años. La Nueva Junta Cívica y la juventud de quienes ahora están al frente de ella han adquirido sus propias responsabilidades.

Miguel Palacios también tiene que triunfar en su cometido de darle frescura, riesgo y brillo a la institución que preside. Para bien o para mal tenemos dos entidades, y es obligación de los guayaquileños o de quienes están de acuerdo con el esquema de libertades que hizo de Guayaquil lo que es, pertenecer a las dos entidades, o a la que más les plazca, cada cual con su creatividad y estilo.

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Hace pocos días se recordaron los atentados terroristas contra las Torres Gemelas en los Estados Unidos de Norteamérica, donde murieron individuos de distintas edades, nacionalidades y credos, que en su mayoría no tienen ninguna relación con los atacados. Entre los muertos por ejemplo la cantidad de latinoamericanos fue enorme, y como dato curioso, entre los desaparecidos se encontraban 200 paquistaníes.

De los casi 6000 muertos o desaparecidos, la gran mayoría eran personas humildes que trabajaban como empleados, conserjes, mensajeros, saloneros, etc. Esta faceta del terrorismo nos demuestra su insania.

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