FEDEPAL-Guayas

El 2 de septiembre de 1972 se fundó en Guayaquil la agremiación de instituciones educativas cuyo nombre me sirve para titular el presente artículo de opinión. Han sido 37 años de fecunda defensa de la educación particular iniciada por insignes educadores de esa época que he debido asumir ahora, como legado, y me toca, junto con un selecto equipo de Rectores y Directores llevarla por el camino de los tiempos para ponerla al servicio de miles y miles de niños, niñas y jóvenes que cada uno de los establecimientos particulares agremiados a la Federación de Establecimientos Particulares Laicos del Guayas educa, con esmero y notable calidad.

Si nos atenemos a las estadísticas del Ministerio de Educación del Ecuador, existen 1793 planteles privados autorizados en la Provincia del Guayas para funcionar. Entre ellos, por supuesto, están aquellos considerados “confesionales” y los “laicos” para quienes fue creada esta institución sin fines de lucro cuya razón de ser ha estado ligada permanentemente a la defensa de las organizaciones afiliadas. Por supuesto que existen otras agrupaciones clasistas dentro de la educación particular, que en efecto, cumplen con sus propósitos específicos, pero que de ninguna manera han dejado de estar junto a la FEDEPAL-Guayas y su inmenso poder de convocatoria.

Grandes y pequeñas, situadas en el centro o en la periferia de las ciudades, las instituciones educativas socias de FEDEPAL-Guayas cumplen con una característica fundamental en su esencia… ¡trabajan honestamente para brindar la mejor calidad educativa!, ese es el compromiso y el mensaje que llevo permanentemente en mis reuniones con todas y cada una de ellas.

Los tiempos han cambiado y ya no es posible seguir buscando en “papá Estado” las respuestas a nuestros fracasos, peor aún es momento de pensar que somos “competencias” pues las realidades nos dicen con firmeza que en esencia todo crecimiento depende en gran medida de la manera como trabajemos para seguir gozando del respeto y la confianza de los padres de familia que nos buscan. Incluso ante el peligro cierto de una nueva Ley Orgánica de Educación que directa o indirectamente afectará la supervivencia de muchas de nuestras escuelas y colegios, quienes las dirigimos sabemos que nuestra tarea y labor será concluyente para el crecimiento y la mejora continua pues nos guía la mística educativa de querer servir a través de la exigencia y la enseñanza.

Lucharemos por seguir aportando positivamente al Ecuador a través de los excelentes perfiles estudiantiles que formamos, hasta que nos abandonen las fuerzas físicas, pero aún así, las fuerzas espirituales seguirán orientando a todo aquél que nos busque para educarse… ¡así será!

Las organizaciones particulares de FEDEPAL-Guayas están ahora más unidas que nunca y aceptan con beneplácito el acercamiento de todos los gremios pues en la base todos coincidimos… ¡el amor por la educación!

Estamos convencidos que somos, como organizaciones de educación privada, tal vez un ejemplo señero de la tan decantada “rendición de cuentas”, como si no… Cualquiera que haya estado en una institución particular sabe que allí, ante el menor atisbo de inconsistencia, mal trato o falta de servicios, el padre y la madre de familia asiste, con todo derecho, a expresar su punto de vista. ¿Qué mejor rendición de cuentas la realizada todos los días frente a nuestra comunidad, nuestros padres de familia y nuestros estudiantes?. Por ello es que consideramos que las leyes, por nuevas que sean, deben responder al interés supremo de la niñez y juventud ecuatoriana y no a los intereses particulares de los gobernantes de turno, o de los “kikuyos” de escritorio que emiten sanciones, leyes y reglamentos sin conocer a profundidad y con conciencia el quehacer educativo.

FEDEPAL-Guayas se ha propuesto trascender hoy como ayer, defender a sus instituciones agremiadas hoy como ayer, luchar por el progreso del Ecuador hoy como ayer, siempre. Los ejemplos de Pío López Sabando, de Gilberto Flor, del Comandante Francisco Pita, de Norma Vera de Portés, de Conchita Romo, de Alejandro Alvarez Faggioni, de Laura Alaña Alcívar y otros tantos que la memoria con su fragilidad me impide recordar, semejan los hombros de grandes gigantes sobre los cuales quienes hoy dirigimos los destinos de la señera institución hemos de subirnos…