Herodes, los sacerdotes,
los ancianos y los letrados,
cerca están y no buscan,
ni encuentran al que es su Dios.[1]
Herodes, yo tan cercano
Herodes, yo tan lejano.
Herodes, el rey pagano
Herodes, este cristiano…
Sabiendo las Profecías,
teniendo las Escrituras,
indicándoselo a los Magos
el camino del Portal;
no salen de su palacio;
lo que es costumbre no dejan,
ni de sí mismos se alejan
para ir hacia Belén…
Los Reyes Magos de Oriente:
los paganos, los lejanos,
los extraños a Israel;
pasando dificultades,
afrontando aventuras,
caminando de tan lejos,
vienen, se postran, adoran:
lo que traen se lo dan…
Herodes: los Cardenales,
los Nuncios y los Obispos,
los Curas y los Vicarios,
los Diáconos y los Lectores,
las Monjas y los Priores,
cristianas comprometidas,
cristianos de compromiso,
los que oyen la Misa diaria…
Los Centros de apostolado,
las Conferencias de obispos,
los Sínodos, las Asambleas,
los que dirigen las Curias,
y que exigen la catequesis
a todos los Catequistas;
los Cantores y Organistas,
Ministros de Comunión…
Los que tenemos a Jesús
ahí cerca, en la Hostia Santa;
los que manejamos la Biblia,
los que poseemos Doctrina;
los sabios de biblioteca
e ignorantes de Sagrario;[2]
que a los otros damos dulzuras
y tenemos la boca amarga…[3]
Los que enjuician a este mundo,
y descubren la tiniebla
que cubre la negra noche
que envuelve toda la Tierra,
en esta Era cristiana,
ya sin Cristo y post cristiana,
y descubren las inmundicias
de éste mundo tan inmundo….[4]
Los que huyen de conflictos
a fuerza de ecumenismo,
y confunden el Bautismo
con el rito del Budismo
y comulgan Comuniones
con las otras religiones
y hablan a lo humano,
olvidando lo divino…
Los Magos con su aventura,
exclaman hoy a su modo
lo que ya Nietzsche, el ateo,
con burla y sorna decía:
“¡Más salvados tendrían que parecerme
Esos cristianos ‘salvados’
para que yo de veras creyera
en Cristo, su Salvador!”
¡Nosotros, entre tesoros
de Gracia y de Verdad,
de Belleza y Santidad,
tan distantes del Buen Dios!
Sobre todo: ¿Qué hemos hecho
del Pan de Amor y de Vida,
El Sacramento Mayor,
la humilde Eucaristía?
¡Sí…! A gritos te imploro sed,
que me estoy muriendo de agua.
Te pido migas de hambre,
que estoy harto de pan.
Herodes, yo tan cercano
Herodes, yo tan lejano.
Herodes, el rey pagano
Herodes, este cristiano…
¿Recibirte en la Hostia Santa
Sin hambre y sin sed, Señor?
¡Como sin sed beber agua
y sin hambre comer pan!
¿Recibirte sin anhelo,
como el Leproso Simón?[5]
¡Recibirte y humillarte
es no recibirte, Señor!
¡Cuantas Comuniones hechas,
hechas sin hambre y sin sed
de vivir Tu misma Vida,
de trasformarme, Jesús!
&iexc
l;Cuantas Comuniones mías,
Sufridas por ti, Señor,
Comuniones a lo Judas:
Sólo besos sin amor!
¿Es Sacrifico o Banquete?
¡Ambas cosas, Jesús!
Tú preparas el Banquete.
Yo preparo el Sacrifico.
Tú acudes siempre ardiente;
yo tan frío y sin amor…
Cada vez que te recibo,
te sacrificas, mi Dios
Tú dentro de mi pecho.
Yo fuera del tuyo, Amor;
Tú, ardiendo de ternura;
yo, helado el corazón.
Recibirte por rutina
por cumplido, sin amor.
¡Qué distante, qué lejano,
ante tu abrazo de Amor!
¿Nacer? ¡Naces a diario
en mi establo – corazón!
Yo, Herodes, sin embargo,
tan lejos de ti, mi Dios.
¡Sin dejarme mi palacio:
mi tan mundano interior!
¡Qué apegos! ¡Qué vergüenzas!
¡Qué disparate! ¡Jesús!
¡Pero hoy salgo de mi oasis
Como los Magos de ayer.
¡Anhelante, insatisfecho
dejo mi vida, mi Dios!
¡Hoy emprendo la aventura
de buscarte en mi interior
y entregarte oro, incienso
y la mirra de mi amor!
En la Escena de la Misa,
terminan hoy tus Tragedias,
mis parodias, mis comedias,
los teatros de mis besos:
Yo encarnaré siempre el hambre;
protagonizaré yo la sed,
y Tú y yo viviremos
el encuentro del Amor
¿Comulgar cual rey Herodes?
¿Yo tan lejos, Tú cercano?
¿Besarte cual nuevo Judas,
cometiendo una traición?
¿Ofrecerme Tú el Agua,
sin brindarte yo mi sed?
¿Poseer yo el Pan de Vida
Y hambre de amar no tener?
Cada vez que te reciba
en la Santa Comunión,
haga yo como los Magos,
mi Amado y Buen Jesús:
Habiéndolo dado todo
en un encuentro de Amor,
a mi vida de antes vuelva
“por otro camino” [6], Señor…
[1] Mt 2,1-12
[2] Mons. Manuel González, Siervo de Dios, Obispo de Málaga en 1923, escribió a sus sacerdotes: “¡Si conocieras la diferencia que hay entre los sabios de biblioteca y los sabios de Sagrario!”. Claro, sin despreciar el estudio…
[3] Un sacerdote nos dijo en un retiro de sacerdotes: “”A veces los curas nos parecemos a los vendedores de caramelos: repartimos bombones a todos y nosotros no nos llevamos uno a la boca”.
[4] Isaías 60,1-6: “Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha llegado tu luz… Mira, las tinieblas cubren la tierra y espesa niebla envuelve los pueblos”
[5] Ver Evangelio de S. Lucas: 7,39-47
[6] Mt 2,12
Hola padre Paulino!!!me encuentro ahora lejos de mi pais, en el Oriente de nuestra Tierra, en la India!!!, hoy es 24, aqui va a comenzar atardecer y la noche Buena esta por llegar, la noche del Amor, la noche de la Esperanza, la noche de Natividad!!!, me ha conmovido leer su artículo, tan lejos de nuestra patria y tan cerca de Belen, espero llegar a Ecuador como los Reyes magos llegaron al encuentro del niño Dios y le deseo una Feliz Navidad a usted y toda la gente de ‘Desde mi Trinchera’, y que Dios nunca deje de amparar a nuestro país, un abrazo, Federico Bocca,
Como poesía mediocre y como el resto también.
¡Excelente poema Padre Paulino me ha conmovido hasta el tuétano, se lo voy a dedicar a Lucía Caram y a Teresa Forcades si me permite!.