21 noviembre, 2024

No al consejo de comunicación e información

Aunque la ley de Comunicación que hoy se tramita, con tanta bullaranga en la Asamblea, aparentemente, cumple con el requisito universal, de que la libertad de comunicación es un derecho inalienable, nada tiene que hacer esto con la forma jurídico social de estar estructurada. Es, simplemente, algo sin pies ni cabeza.

¿Contenidos? En plena contradicción. Es que existe una altisonante confusión por la mezcla inaudita de la concepción socio ideológica de la comunicación, los medios de la comunicación colectiva, las empresas dedicadas a proveer información, los profesionales de la información periodística, los mensajes publicitarios. Sólo falta, para completar la aberración total, que sean definidos los estilos en que debe transformarse cada suceso en información noticiosa, las técnicas de presentación, la terminología idiomática indispensable, el tipo de diseño gráfico a utilizarse y, si conlleva proyección a través de un medio periodístico, a qué público ofertarlo y sólo a ese. Pero, OJO… Esta altisonante confusión está elaborada a conciencia.

Con mucho mérito, incluso, para un proverbio tan conocido: “En río revuelto, ganancia de pescadores”. La ley apunta, además, a realimentar para Ecuador un criterio fascistoide de Goebbels. “No quiero, decía el capo de la farsa propagandística nazi, que ningún individuo tenga a su disposición otro material que aquel exclusivo e indispensable para su trabajo”. El objetivo era que la población baje el lomo sin reflexión alguna, promovido por una mordaza comunicacional.

Lo más grave, sin embargo, para una vida normal de las relaciones sociales de la comunidad ecuatoriana, es esa cosa llamada Consejo de Comunicación e Información. O sea, un centro de manipulación de todas las formas posibles dialogales para conocer la operatividad interna de las organizaciones informativas, y al mismo tiempo, pesquisar “las publicaciones y programaciones de todos los medios de comunicación del país”, e incluso dar “pautas para el cumplimiento” de sus códigos éticos. Es, veladamente, plantear, por el seguimiento, el miedo a pensar, reflexionar, opinar y, por complemento, dar una mano, para “reflexionar” según las ideas oficialistas, y opinar de acuerdo al beneficio politiquero del gobierno.

Pero también qué programas aceptar como buenos y dignos de verse, escucharse y, por supuesto, hasta qué punto es válido que un reportaje sea escrito, filmado y publicado. En otras palabras, controladas las formas y expresiones comunicacionales, ya no hay humanos, gentes, personas. Ni tampoco identidad social consciente de nadie en una comunidad. Sólo zombis. Autómatas. Títeres. Qué un programa televisivo o radial pueda ser suspendido, o reconformado o movido en su horario, como, al parecer, están pactando los asambleístas, igual, es parte de la aberración aquí criticada. ¿Hay genios de alguna sicología funcional especial y, a su vez, técnicos del proceso de la comunicación y sus efectos que van a proporcionar la sanidad ideológica con que debe tratarse la sociedad ecuatoriana? ¿Es la eugenesia política, del poder autoritario, para el “buen pensar” de los tontos y el buen vivir de los sapos?

Nadie, por inteligente o super culto que sea, está en capacidad de asumir el derecho ajeno y manejarlo a su antojo. No cambia en nada que los integrantes del Consejo sean elegidos por méritos. Sería, pretender la existencia de una élite, casi conciencia social metafísica, para la dirección de las grandes masas, declaradas así incapaces para tomar decisiones sobre su comportamiento. No hay dictadura que no haya manifestado censuras contra la moda, la poesía, el arte so pretexto de moralismos. El Consejo de Comunicación e Información no es más que una cuestión de grado de lo anterior. Pero el objetivo es el mismo. Manipular, controlar, perseguir, inculpar para mantenerse en el poder. Sólo aceptar ser miembro de este Consejo ya es demostrar mediocridad e ignorancia, en tanto vivir y hacer la democracia.

¿Es que estos moralistas, victorianos del siglo XXI, no conocen aun que el modo de vida implantado desde Gutenberg, en el siglo XV, ya concluyó y que ahora es la tecnología electrónica la que pauta la vida? ¿Y el sentido común para darse cuenta que estamos en las puertas del nuevo decálogo socio cultural, incluidos ética y estética, para el cual hasta los 10 Mandamientos mosaicos sólo sirven de reciclaje? ¿Valdría de algo, acaso, suprimir para los hogares los programas de violencia delictiva o sexual, por pedido al proveedor? Todo lo que el Consejo pretenda hacer en cuanto a salvaguardar los derechos sociales por las posibles ofensas de los contenidos en televisión o radio, e incluso por la prensa escrita, será siempre marginal frente a deformaciones sexuales, basuras ideológicas, engaños morales de los sesgos personales, desinformación política y cultural mal intencionada, que, al abrir el Internet, encuentra el usuario en variedad de escenarios. Ni la multa, ni la cárcel, ni la prohibición tienen que ver con el problema. Es la creatividad en cuanto a revalorar la vida por la formación del ser humano, desde una responsabilidad de solidaridad permanente, en todas las alternativas de grupos institucionales pertinentes a la comunidad, que permitirá respuestas a convertirse en aciertos y soluciones.

Señores asambleístas, el Consejo de Comunicación e Información no tiene sentido. Por favor, decidan reubicarse en el siglo para no quedarse del tiempo. ¿No es que hasta en las películas infantiles, románticas, musicales, la violencia delictiva y sexual juega un papel importante? ¿Y las revistas? Si hay que prohibirlas, ¿seguiría alguna en circulación?. ¿Y los cuentos para niños? No se salva ni Pulgarcito. ¿Y las canciones con sus decadentes presentaciones escénicas? ¿Quedaría alguna para escuchar?. Qué pena por los tangos que me fascinan con su desnudez tan humana. Señores asambleístas, ¿no creen que les haría bien escuchar, en cadena con el Ejecutivo, Cambalache antes de cada sesión? Pronto habrá que dedicarse sólo a los cantos gregorianos, y con ciertas reservas. Con el Consejo de Comunicación e Información, por arte de magia de un túnel del tiempo, Ecuador entrará en la época dinosauria… El reloj está por marcar la hora cero, del mes cero, del año cero. Desde un contexto de castración social absoluta!.

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  1. DEBE CREARSE URGENTE ESTE CONSEJO DE COMUNICACION PARA QUE SANCIONE A LOS MEDIOS DE COMUNICACION Y PERIODISTAS CORRUPTOS QUE ABREN LA BOCA PORQUE DIOS LES DIO MANDIBULAS Y HABLAN TONTERAS,COMO ESTE SINVERGUENZA DEL JORGE ORTIZ, BERNARDO ABAD, ETC, SON INSOPORTABLES POR TV YO CAMBIO DE CANAL CUANDO ESTOS DOS TARTOSOS APARECEN. URGENTE ESTA CREACION DEL CONSEJO .

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