22 noviembre, 2024

Mujer: ¡despierta!, ¡te están robando la felicidad! (III)

¿Víctima o responsable?

Es muy cómodo para la mujer acentuar su papel de víctima. La mujer es a veces víctima de las circunstancias; pero muchas veces es responsable de su propio destino. El hombre propone, pero la mujer dispone. No es correcto pensar que la mujer es incapaz de tomar las riendas de su vida, y que es inepta para decidir sobre sí misma. La auténtica “liberación femenina” y la verdadera “promoción de la mujer” debe comenzar por el reconocimiento por parte de ella que es un ser personal, capaz de decidir el curso de su propio destino. Dejando esto claro, cabe la pregunta sobre dónde, cuándo y cómo debe ella comenzar su propia redención.

Por esto no dudamos en afirmar de modo rotundo: Dios necesita mujeres que quieran rescatar a la mujer de manos de la mujer, como necesita ecuatorianos que rescaten Ecuador de manos de los ecuatorianos. Mujeres que quieran escribir otras historias, teniendo como modelo a la Mujer por excelencia: María, la Madre de madres. Quédense, no con lo que digo, sino con lo que quiero decir…: hay mujeres que están llevando a la mujer por los caminos del más penoso envilecimiento: las mujeres objeto, la que por vivir un placer presente pasajero cierra los ojos a todo su futuro que permanecerá para siempre.

Es preciso que ella, la mujer, reconquiste para sí misma el papel protagónico en la restauración de la familia, comenzando por revalorizar su propia feminidad. La mujer de hoy cree que ser ‘sexi’ es ser femenina, y a fuerza de mostrar su cuerpo, le lleva al hombre a valorarla sólo por lo físico, olvidando que sólo la mujer que cubre su cuerpo, descubre su alma. Las chicas que saben cubrir su cuerpo dan al hombre la posibilidad de descubrir su alma; invitan a los chicos a ir más adentro, al corazón, donde se atesoran los valores más grandes de la feminidad. Ser ‘sexi’ no es ser femenina. La feminidad es un valor que está en el cuerpo y en el alma de la mujer; pero el cuerpo de la chica que no sabe vestirse con decencia y pureza se transforma en un muro que impide al hombre captar lo espiritual que hay, que debe haber, en toda mujer. Como si dijera: ‘Sólo hay lo que ves y ‘el producto’ que se exhibe, no busque más en mí; soy pura materia’.

La mujer y la familia

Cuál ese el ámbito en el que la mujer ha de colaborar con Dios de un modo más eficaz y en un papel en el que es exclusivamente suyo y no puede en modo alguno ser sustituida por el hombre? No cabe duda, ese espacio donde la mujer tiene un protagonismo central e insustituible es la familia, es el núcleo de donde saldrá la salvación;[17] incluso, las vocaciones sacerdotales… Cuando las familias sean núcleos en los que se respire el espíritu de Cristo y los hijos e hijas reciban profunda formación cristiana y humana, el mundo empezará a resolver sus problemas. Si yo tuviera un cartel que diga “Aquí se arregla el mundo”, lo pondría en la puerta de cada hogar. Pero las nuevas familias que el mundo pide a gritos, dependen sobre todo de la mujer. Ella tiene algo, su propia dignidad, que le da el papel protagónico en la conformación de los nuevos hogares. Si ella tiene la suficiente entereza para establecerle al hombre las condiciones básicas del hogar, podremos tener esas nuevas familias, y de esas nuevas familias saldrán los nuevos ‘redentores’ y ‘redentoras’ de la humanidad.

La mujer podrá y deberá acceder a todos los ámbitos de la vida pública, política, empresarial, laboral; pero donde debe comenzar su propia redención es en su vida personal, allí donde ella pone en juego de modo preeminente e insustituible, su feminidad. Si logra triunfar sobre el hombre en las tareas en las que da lo mismo ser hombre o mujer (juez, arquitecto, administrador…), pero descuida su dignificación allí donde ella debe estar presente de modo insustituible, específica y concretamente como mujer, la mujer seguirá estando postrada y humillada. La mujer podrá ser reemplazada por el hombre en todos los campos de la vida (en la política, en la empresa, en la cátedra…), menos allí donde ella fragua su propio destino específico como mujer: novia, esposa, madre. Estos son los puestos en los que ella jamás podrá ser reemplazada por el hombre. Si la mujer se promociona en la vida pública, pero sigue postrada en la vida personal y familiar, no se ha promocionado en absoluto. Una mujer dignificada en todos los campos de la vida, menos como amiga, enamorada, novia, esposa, es una mujer que permanece degradada. “¡Mujer: incursiona en todos los quehaceres nobles de la vida, el mundo entero es tuyo; pero no olvides de dignificarte primero como enamorada, como novia, como esposa y como madre! El mundo intenta tu promoción en todos los campos, siempre y cuando sigas postrada como persona y en la aventura y empresa más importante para ti: el amor. Si tienes éxito en todo, menos en el amor, has fracasado como mujer. Tu grandeza está en eso: en amar y en ser amada”

[17] Familiaris Consortio, 3

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