22 noviembre, 2024

Mujer: ¡despierta!, ¡te están robando la felicidad! (VI)

Mensaje final

¡Mujer!: respétate, estímate, dignifícate, valórate, no te desprecies, no te cosifiques, no te materialices… y serás respetada, estimada, dignificada, valorada y apreciada. Para valer no tienes que hacerte hombre, en el lenguaje, la musculatura, las artes marciales, la halterofilia; no te pintes como Cobra, no quieras parecer fuerte como Rambo, no te degrades como luchadora… No seas machista sobrevalorando al hombre y depreciándote a ti misma, denigrando en ti misma a la mujer. No cometas el error de ascender por los valores propios del varón (la fuerza, la dureza, la bravura) para encumbrarte como mujer; asciende por la escala hermosa, fuerte y segura de tu feminidad; de aquello que te es propio:

  • Tu bondad, tu dulzura, tu ternura, tu afabilidad…
  • Tu perseverancia en la entrega y el servicio a los demás…
  • Tu encantadora fragilidad femenina compatible con tu fortaleza…
  • Tu atractiva timidez y tu elegante pudor, que evita riesgos…
  • Tú no vales por los músculos del guerrero que se prepara para combate a muerte. Tu cuerpo de complexión fina está hecho para la vida; para hacerla germinar dentro de ti, para acogerla cálidamente, para conservarla con ternura, para perfeccionarla.
  • Tú posees instinto maternal para el cuidado y educación de tus hijos; tú estás preparada para formarlos y educarlos con tu sensibilidad, tu afectividad, tu voz de timbre dulce; tú captas lo particular, lo pequeño, lo próximo…
  • Tú eres intuitiva; tú te mueves por la compasión y la misericordia; a ti se le convence llegándote al corazón, tú enfrentas con gran resistencia al sufrimiento…
  • Tú sientes más a Dios, oras con el corazón, eres piadosa, naturalmente sobrenatural y espiritual …

Dios necesita y busca mujeres que sean portadoras de la verdadera feminidad, que no reduzcan la feminidad sólo a lo corporal. María el nuevo principio de la dignidad y de la vocación de la mujer (EF 809). La Iglesia ve en María la máxima expresión del « genio femenino » y ofrece en Ella una fuente de continua inspiración para la mujer.

Toda mujer que hoy quiera cooperar con Dios en la redención del mundo, ha de tomarse en serio la restauración de la familia, y para ello ha de comenzar por dignificarse a sí misma, su feminidad, según el perfil de la María de la Buena Esperanza e Inmaculada… la mujer que nada tuvo que ver con el pecado, con el desorden moral.

Cuando Jesús quiso darle a su Madre un título, el más elevado que buscó y encontró fue el de Mujer: Mujer, todavía no ha llegado Mi hora; Mujer, allí tienes a tu hijo… Desde Jesús, no habrá otro título más elevado que le quepa a la mujer es este: Mujer. Por ser mujer, la mujer se merecerá ser Princesa, Reina, Emperatriz…. Si no llega ser Mujer, no será digna y acreedora de ningún otro título digno de ella.

Cuando decimos que “necesitamos mujeres que rescaten a la mujer de manos de la mujer”, estamos intentando afirmar tres cosas:

Que si en el mundo de hoy la mujer ha caído en una penosa situación de degradación, es a causa de uno opción libre y personal de ella misma; de tal modo que si el hombre puede hacer con ella lo que le dé la gana es con la coautoría y complicidad de la misma mujer: derecho a no ser mujer, sino lesbiana; derecho a matar a sus hijos a través del aborto; derecho a ofrecerse al hombre como servicio antihigiénico donde el hombre pueda satisfacer sus necesidades sexuales, es decir, a ejercer la prostitución sin el milenario ‘estigma’, sino como un derecho que el Gobierno le reconozca con mira buscar el pan de cada día para sus hijos y los medios económicos para dales formación, estudios y que sean ‘alguien en la vida’…

Que así como ella la protagonista de su propia degradación, ella misma debe y puede, si quiere, ser la protagonista de su propia dignificación. Su propia redención no será jamás fruto de una labor del varón. Él podrá cooperara, pero si ella no quiere, ningún hombre podrá redimirla, ni siquiera el Hombre Dios, Jesucristo, porque como decía San Agustín “Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti”… Dios no mete al cielo ‘paquetes’, sino que invita a todo ser humano a entrar en él, porque Dios no impone a nadie Su Amor, sino que nos lo propone a todos, tratándonos con la dignidad que corresponde a todo ser personal, a toda ‘imagen y semejanza de Dios’. Toda la temática de la redención de la mujer está en tres preguntas: ¿Debe ser redimida? – ¡Por supuesto! ¿Puede ser redimida? – Con la fuerza de la Gracia, ¡evidentemente! ¿Quiere ser redimida? – Depende de cada una de ellas… En esta aventura cada mujer es insustituible: la mujer que no quiera participar en su propia dignificación… sin dignificarse quedará para siempre…

La frase antes dicha, lejos de encerrar desconfianza en la mujer, es expresiva de una inmensa verdad y de una extraordinaria esperanza: es la misma mujer la que posee plena capacidad de autodignificarse, si vuelve su mirada al Dios que la creo a Su imagen y semejanza; a su ‘semejanza’, como todas las cosas bellas de la Creación, pero a su ‘imagen’, con la dignidad de todo ser personal, capaz de disponer libremente de sí mismo…

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No hay comentarios

  1. Quienes degradan a las mujeres son las religiones, que padecen de la hipertrofia machista.

    Las mujeres comenzarán a liberarse cuando dejen de lado libros que las desprecian, como la Biblia, y que fueron escritos por gente ignorante y supersticiosa.

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