La pobreza y el desempleo, en política

Hace más de sesenta años buscaba, afanoso, la literatura marxista. Sus proclamas redentoras y justicieras , su particularísima visión del Estado y las proyecciones de una revolución que nos llevaría a una sociedad sin clases, enardecían los espíritus juveniles de ese entonces “Arriba los pobres del mundo, de pié los esclavos sin pan” era el sugerente cántico del momento.

Hoy acudo a esos mismos textos para constatar los yerros en que incurrieron desde un comienzo y comprender las vicisitudes que afligieron a los países que se sumaron al más grande fraude histórico-político de la humanidad. Lo afirmo con pesadumbre, por haberse perdido décadas que debieron aprovecharse y no generar, a cambio, descalabros nacidos de tan grande error. Grande también fue el estupor de quienes creímos haber volteado la página de esa absurda fantasía y observar que hoy , en un siglo que ha sabido superar las incongruencias dogmáticas y adoptar los pragmatismos de un capitalismo liberal, humanista, regulado y social, promotor del desarrollo cultural y económico de los pueblos, reaparecen con sinigual perversidad unos cuantos líderes populares que se aferran a la decrepitud del comunismo cubano y hacen de quienes allí gobiernan figuras emblemáticas de un inexistente progreso basado en perennizar la pobreza y dominar por el terror a una ciudadanía castrada.

Afanes libertarios no existen hoy en Cuba. Ni existirán en poco tiempo más si la misma y estúpida proyección política tiene “éxito” en Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador.

Fue la pobreza , llevada a la miseria por la primera guerra mundial, la que catapultó en algunos países la revolución comunista. El hambre y las injusticias distributivas fueron y siguen siendo para el socialismo marxista , verdaderamente , el capital más preciado. El hambre popular es campo abonado para cualquier gesta popular ; el hambre y el desempleo justificarán siempre las conquistas seudodemocráticas, las demostraciones de Inconformismo, el rencor y el odio para con las clases pudientes, fueren o no las causantes del infortunio popular. Justificarán también las sumisiones y preferencias políticas para quienes ofrezcan liberar a un pueblo de tales lacras sociales. Los milagros son parte del Menú de la demagogia y quien garantice realizarlos contará con los votos necesarios paral triunfo.

La sed de milagros siempre predominará. No tiene real importancia si el cambio social ofrecido se opera o se abandona. El quid del asunto está en ofrecer remediar y vilipendiar, de paso, a los rivales escogidos. El hambre y el desempleo juegan en este plan un papel estelar. El líder comunistoide , cargado de arengas libertarias y redentoras, prometedoras de una “futura sociedad sin clases sociales ” , seguirá imponiendo sus fantasías y seguirá triunfando, porque el hambre y el desempleo, tan vinculados entre sí, seguirán siendo ese preciado capital para quien ha jurado remediarlos. Sólo hay que entregarse a él, ciega y estúpidamente, y rechazar las denuncias que en su contra esgrima una interesada oposición.

Por ello, si aparecen evidencias de corrupción en el manejo del gobierno, ¡ qué carajo ! Si hermanitos , terroristas u homosexuales son los presuntos favorecidos por el régimen, ¡ qué carajo !. Si se comprueba que faltar a la verdad es una cotidianidad y que la pérdida de la memoria es una fortuna que el destino ha deparado a la gente encaramada al poder, ¡ qué carajo! también. Que este gobierno atenta contra la propiedad privada y las libertades individuales ¿ y qué ?, Que la libertad de expresión desaparecerá, ¡eso no es con nosotros ! Son estigmas relevantes para la oposición pero sin significado para quien padece hambre y carece de empleo. En nada interfieren con sus sueños de mitigar el hambre y obtener empleo. Después de todo, se puede saciar el hambre en medio de corrupciones, o quizás gracias a ellas. Se puede tener un empleo sin importar que el país se convierta en un feudo autocrático. Pero…

Pero la pobreza, la miseria y el desempleo, herramientas políticas del demagogo ,pueden llegar arevertirse contra quien mintió o se equivocó. Su fortaleza de otrora, su gran capital electoral, puede trocarse en su gran debilidad. Porque la pobreza prolongada no será ya la simple falta de bienes materiales que anima a quien la sufre a esperar mejores días. Habrá un instante en que el hombre pobre comprenderá que la aceptación pasiva y sumisa de su pobreza, se ha convertido en un status, en un pozo de angustias del que no podrá salir por los ensoñadores cauces de la demagogia ni por las proclamas comunistas. Nuestro Presidente ha ofrecido que los pobres de hoy, beneficiarios del bono de desarrollo humano, trasmitirán a sus hijos, por herencia, la limosna mensual de 35.00. ¡Qué gran ser humano ! .Pero lo que realmente hizo fue predecir y condenar a los pobres (y a sus hijos) a ser pobres para siempre, abonando el campo a futuros demagogos. Esos infelices comprenderán algún día que todo ha sido una farsa, una mentira o, con algún eufemismo, un gran error del gobernante de turno. Y sobrevendrá la reacción, que esperemos sea democrática .