21 noviembre, 2024

Pero… ¡Chile vive!

De los tantos temblores que he sentido en mis idas i venidas del norte al sur de Chile, este me recordó, con cierta violencia, entre dormido y despierto, la insignificancia de la vida… En 2 ½ minutos se perdían, en una velocidad pasmosa, décadas y décadas de esfuerzos, confrontaciones y sueños…

No es la primera vez que un temblor de fuertes proporciones sacude Chile. Es natural que tiemble la tierra en sus 2 millones y más de km2 de superficie, pues el espacio que ocupa es de características sísmicas. Pero, desde 1960, en que un terremoto de 9.6 grados Richter devastó Valdivia, localizada también al sur del país, no había ocurrido algo como lo del amanecer del sábado 27 de febrero…

Chile empezaba a desperezarse… Pero la violencia de la naturaleza despertó a su población, repentinamente. Es que a estas horas, a las 3.34 de la madrugada, todo temblaba en Chile. Los edificios parecían descuajarse de sus bases…Los muebles perdían su estabilidad, rodando y golpeándose unas cosas con otras. Entre el romperse de los vidrios de las ventanas y hacerse trizas los espejos, un barullo de gritos subía de tono en uno y otro vecindario. Nadie sabía qué hacer. Todo crujía. Era algo como una rosca gigante partiéndose en medio de una gran mandíbula que apretaba. El piso se iba de los pies y de nuevo volvía. Y cada vez más fuerte, más fuerte, más fuerte!. “Cuándo termina!?”, gritaba alguien… “¡Señor, ayúdanos!”, era la oración más angustiosamente repetida. Dos minutos y medio… Y, de repente, un alto tan sobrecogedor como el movimiento. Ahora el silencio. Silencio de un vacío abrumador. Silencio de angustia. En estos dos minutos y medio, además, no sólo había temblado tan desesperadamente la tierra… A la par, las aguas del mar, también, rompiendo su tranquilidad habitual, tomaron altura, azotando con olas de 5 a 10 metros, las poblaciones sureñas localizadas cerca a sus orillas.

Chile ha soportado muchos terremotos. En 1647, en plena Colonia, un sismo de 8.5 grados devastó la capital, sufriendo Santiago daños físicos y humanos incontables. El ocurrido en Arica en 1868, de igual intensidad, estuvo acompañado también de un fuerte maremoto. Otros 5 movimientos telúricos hicieron así mismo de las suyas, y con mucha saña, durante el siglo pasado, especialmente en Valdivia, Chillán, Antofagasta, Valparaíso. El actual, sin embargo, sobre pasa todo lo anterior en magnitud. Es que los 8.5 grados de intensidad significan, según cálculos científicos, en términos de energía liberada, algo así como 100.000 bombas de las arrojadas en Hiroshima (Japón) al término de la segunda guerra mundial, o un equivalente a 56.000 millones de kilos de explosivos. Comparativamente con el terremoto de Haití, sucedido hace poco, de 7.0 grados, y que liquidó cerca de 300.000 personas, el generado, ahora en Chile, por fricción de las fallas tectónicas Nazca y Sudamericana, y con una separación de las placas de 8 metros, resultó 30 veces más fuerte y liberó cerca de 200 veces más energía.

Todo terremoto tiene un epicentro. O sea, un lugar desde donde desplaza el movimiento sus ondas expansivas. Concepción, una de las ciudades de gran importancia, entre las de mayor desarrollo, y capital de la Región del Bío Bío, fue en esta ocasión el centro del movimiento telúrico. Comercios, industrias, el barrio universitario, edificios de departamentos, vías de acceso, puentes y carreteras, cedieron ante el golpeteo sísmico paralizando la economía interna, y ciento de miles de personas quedaron sin habitación, desaparecidas, o muertas en medio de la falta de alimentos, agua, telefonía y energía eléctrica. Claro, y tal situación no es extraña, la violencia transformada en saqueos, incendios y asaltos a hogares fue parte de la tónica posterior que, felizmente, fue controlada en poco tiempo, evitando aumentar más el desastre.

La situación del país, sobre todo en la zona más problematizada, con poca variación, de acuerdo a las circunstancias, sobrevivió en tales condiciones en medio de una necesidad de socorro que tardaba, aun con la prevención oficial que trataba de cumplir, de una u otra forma, su gestión. La factura social no se ha hecho esperar. Más de un millón y medio de viviendas destruidas y cerca de 1000 personas entre fallecidas o desaparecidas. Edificios de gran altura colapsaron igual que buena parte de la infraestructura vial. Al parecer, las normas de seguridad, en cuanto a técnicas y materiales, no se habrían cumplido, pues según declaraciones de los entendidos, semejante destrucción de edificaciones recientes no está justificada. En contraste, edificios de más de 50 años de construcción, tal cual puede verse en el centro histórico de Santiago, están tal cual fueron levantados hace tanto tiempo atrás.

Ahora, con el cambio de mando gubernamental, de Michelle Bachelet a Sebastián Piñera, Chile pretende encontrar su normalidad económica, social, política, cultural y hasta mejorar los niveles de vida que tenía antes del terremoto, durante el nuevo período presidencial. Si es verdad que las pérdidas suman miles de millones de dólares, no es menos cierto que la recuperación va a permitir mejorar el sector de inversión y hasta generar un impulso de fuerte respaldo al empleo. Para los chilenos la recuperación irá, obligadamente, más allá de la reconstrucción. Incluso, hay quienes opinan que el crecimiento económico de Chile no será menor al 4.9% para este año 2010. El desastre ha sido inmenso…Quizás, en un contexto de desacuerdos y errores… PERO CHILE VIVE!

Artículos relacionados

Qatar 2022

(Sede del mundial de futbol 2022). Catar, en pleno siglo xxI, mantiene un “machismo medieval” inaceptable. Es uno de los países más discriminatorios del mundo, contra las mujeres de su país, que […]

No hay comentarios

  1. Claro como no va a salir adelante si es el pais mas adelantado de sudamerica y su gente es muy instruida creo sinceramente que ese bravo pueblo chileno merece nuestra admiracion y debemos emular todo lo chileno pues son muy inteligentes y tinen grandes pensamientos no hay duda Chile es lo mejorcito de Sudamerica

  2. Muy bue relato una experencia dura pero que a su vez nos recerda que tan fragiles somos en este mundo y que mientras estemos aqui hay que hacer las cosas bien y ayudar a quienes mas nos necesitan, sobre todo en los tiempos mas dificiles como los que vivieron nuestros hermanos chilenos y haitianos, asi como tantos otros que viven en la miseria.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×