Podría afirmar –sin riesgo de equivocarme- que muy pocas empresas u organizaciones piensan en estos temas al momento de escoger a sus “cerebros”, es decir a sus colaboradores. En lo profundo, es muy posible que en la comunicación con nuestra propia conciencia no nos hayamos hecho preguntas como ésta… ¿manejo adecuadamente mi relación cognitivo-emocional?
Y me expreso de esta manera tomando en cuenta que, hoy por hoy, el “trabajador del conocimiento”, en plena tercera ola toeffleriana, requiere estar preparado para desarrollar nuevas y nuevas competencias de manera tal que pueda permanecer “apetecible” en el mercado laboral y por supuesto convencido de su propia valía personal. Si piensa que sólo basta “conocer cosas” es decir, haber aprendido contenidos y ya, permítame decirle que… ¡está muy equivocado(a)!. Ya eso… ¡no es suficiente!
Cada vez son más las competencias –genéricas y/o específicas- que se requieren y éstas involucran ambos aspectos, lo cognitivo y lo emocional, por supuesto, así como el convencimiento de que sólo el mejoramiento continuo asegura sana autoestima y podría decirse que supervivencia en la aldea global.
Así pues analícese y analice a sus colaboradores, nuevos o antiguos, y en especial evalúe a quienes aspiran a ser parte de su organización… ¿manejan procesos básicos del pensamiento?, ¿pueden transferir procesos a su labor habitual, a su vida personal?, ¿leen correctamente, de manera textual, inferencial, analógica?, ¿cómo está manejando sus “filtros” o sus aprendizajes ineficientes e inefectivos?, ¿escuchas con atención?, ¿eres asertivo(a) en la comunicación interpersonal?, ¿percibes con claridad?… entre otras competencias derivadas de las respuestas a las preguntas anteriores…
Lo cognitivo, tanto como lo emocional se originan –muy por el contrario de lo que piensan los líricos y melancólicos- en el sistema nervioso central y tienen conexión directa de forma que lo uno pueda regular a lo otro. Cuando los extremos se imponen, es decir, cuando lo cognitivo se impone a lo emocional, nos encontramos con gerentes fríos, cerebrales, calculadores, mientras que cuando lo emocional se prioriza, tal vez veamos a gente afectuosa, agresiva o taciturna, dadivosa y hasta tierna. Para la gerencia, para la dirección, como para cualquier actividad humana debe haber un equilibrio que permita una vida plena en realizaciones de propósitos personales, organizacionales y de trascendencia que motiven la acción permanentemente. La pregunta es… ¿cómo?
Apartándome de lo óptimo –manejar adecuadamente la razón y la emoción- sucede que los perfiles no siempre son así, pues nos encontramos con todo tipo de personas muy bien preparadas, con especialidades y maestrías, experiencia, etc, que no pueden dirigir y que fracasan reiteradamente en la gestión. ¿Qué sucede?. En algunos casos los colaboradores ya le “han tomado el pulso”, reconocen en las actitudes del jefe cuando llega dadivoso y dispuesto a decir “sí” a todo, y cuando llega refunfuñando y capaz de echar a cualquiera de un tajo, así pues, el mal manejo de la relación cognitivo-emocional de quienes dirigen causa profundos y graves problemas en la gestión y crecimiento de las empresas y organizaciones.
Capacitación, urge capacitar en función de las necesidades propias de cada cargo. Las universidades se preocupan –y es entendible- sólo por el aspecto técnico y de conocimientos; hace muy poco en cuanto al desarrollo de competencias emocionales y las empresas muy lejos de saber cómo actuar responden cambiando de ejecutivos cada vez en vez con las consecuentes pérdidas económicas que eso implica.
La raíz de todo siguen siendo los procesos educativos que desde las edades tempranas escogemos para nuestros niños y niñas. Si es memorística y poco afecta al debate y la argumentación, peor a fomentar la retroalimentación, el resultado será que en la universidad exista confusión y se piense que sólo lo cognitivo es lo que se demanda para el éxito. Las encuestas nos dicen lo contrario, pues hoy, más que nunca, la asociación entre lo cognitivo y lo emocional da como resultado un manejo equilibrado y justo de las empresas y organizaciones. Trabajamos con seres humanos, desde allí conviene partir… ¿verdad?
Apreciado Roberto, otra vez el ojo de educador acierta al proponer al debate temas de trascendental importancia, la educación de nuestros centros debe enfocar las oportunidades propuestas, es fundamental, prioritario, me atrevería a decir Vital.
La «prisa» de la vida, el conocimiento de fácil digestión y la idea de obtenerlo de fuentes sencillas y a la mano, nos hacen suponer que la estrategia del reemplazo es la más adecuada. Comulgo con usted en la necesidad de confiar más en lo emocional, sólo así podremos empezar a darle el valor que le compete en esta vida, empresa única matizada de múltiples operaciones.
Estimado Sr. Briones:
Muchas corporaciones grandes con las q he trabajado se manejan con cuatro ejes:
– Personalidad (como es la persona? INTJ, ENTJ, etc.)
– Estilo de comunicacion (como le gusta comunicarse a la persona? puntual, gregario, etc.)
– Emotividad (inteligencia emocional pasional, frio, emotivo, etc)
– Estilo analitico (analitico inductivo/deductivo, sintetizador, comunicador, etc).
De mi experiencia las universidades juegan un rol importante en desarrollar estos conocimientos:
– Podrian tomar un test Myers Briggs y unos de Inteligencia Emocional
– Podrian estructuran clases con equipos de trabajo especialmente en asignaturas q cruzan campos de estudio, e.g., en econometria basica teniendo alguien de economia, psicologia, sociologia, ingenieria, matematicas, inter alia trabajando en un proyecto real con una presentacion para acostumbrar a los estudiantes a reconocer y en los otros estos cuatro ejes.
Solo unas sugerencias.
Saludos,
Jose X. Orellana Giler, MS/MBA
Sumamente interesante……….
La empresa Pública en el Ecuador, ha pensado alguna vez así…?
Si lo ha hecho, inmediatamente se reponen, (jaja), y se encargan de buscar a cualquier persona que NO tenga esas capacidades.
No son bien vistas las personas que entiendan pronto, menos aun quienes sean capaces de tomar decisiones con rapidez y eficacia, esas personas se constituyen exactamente en lo que no quieren las empresas públicas, y sabe por que?….. Casi siempre los jefes, por no decir siempre, llegan a esos puestos por arte de la política sin importar cuan preparados estan, es a ellos, los jefes a quienes causan tremendo malestar los subalternos con suficiente capacidad.
Lo que describo aqui, no es ilusión es pura realidad, acabo de ser despedida de una empresa, en donde la palabra es el arma, el medio, la via, para desempeñar el trabajo, Telecomunicaiones), aduciendo la necesidad de reducir el personal, pero cosa extraña, he salido, despedida intempestivamente, yo que tengo un manejo correcto del idioma, una amplia cultura general, suficiente educacion, trato amable, con mi prójimo, reglas de cortesía que no se aprenden de la noche a la mañana, mientras personas que aun estan alli, hacen gala de desconocimiento y mala educación en su atención al publico, y lo que es peor, en varias ocasiones al llamar a pedir información me contestan voces con innegable acento serrano,…. como es de esperar, ocurre, que no tienen la información pedida, o la dan cambiada. o se confunden, y cuando uno reclama por las fallas corre el riesgo de ser tratada de manera poco cordial.
Conclusión……….En Ecuador no se hacen las cosas de manera correcta sino, buscando el bien de unos pocos, y la satisfaccion de los amigos que estan en el poder…………. es decir la revolución, no ha revolucionada nada, solamente son otros los que hacen ahora lo mismo que hacian los de antes.
Pobre Ecuador!!!!!!!!
Exelente…………….
Roberto muy interesante tu ponencia, pero creo tambien que hay que ir un poco mas alla, es decir a la produccion de resultados concretos que permita el crecimiento de la organizacion y del trabajador, pero esto no nos dan en la Universidad, debe ser propio del trabajador cognitiva y emocionalmente preparado, lo que hace falta en nuestros centros educativos, educar en funcion de una realidad propia como Estado – Nacion, por ello nosotros los profesionales debemos inculcar a nuestros trabajadores o futuros, como hay que dar valor agregado