A pesar de estar acostumbrado a ser recibido con calles de honor, salvas de cañón y demás rituales cuando llegaba a las ciudades, al dejar Bogotá para no regresar más, meses antes de fallecer, Bolívar lo hizo solo, apenas un grupo de amigos trató de convencerlo de que debía seguir dirigiendo la Gran Colombia, pero era muy tarde, la desintegración ya había comenzado.
La falta de sólidos cimientos, por la total ausencia de institucionalidad; la inexistencia de una buena estructura orgánica del Estado, no presencia de un sistema de pesos y contra pesos entre los principales poderes públicos, además de otras numerosas debilidades: mantenimiento del sistema fiscal oprobioso español, militarización de la política y falta de visión de los dirigentes, causaron la desintegración de la Gran Colombia y la creación de repúblicas muy frágiles que estaban destinadas a tener los mismos problemas.
El historiador Rafael Rojas, en su artículo El bicentenario y la tradición, publicado en el diario español, El País el 22-11-2009, comenta:
“Para aquellos fundadores de la Hispanoamérica moderna el arquetipo del estadista republicano era George Washington, quien en 1796, a punto de cumplir su segundo mandato presidencial, declinó postularse a una segunda reelección y se retiró a la vida privada en Mount Vernon. Desde 1808 esos pensadores comenzaron a contraponer la figura de Washington a la de Napoleón, a quien vieron como una encarnación moderna del cesarismo que había malogrado la república romana. A partir de 1826, Bolívar comenzó a ser visto, también, como un nuevo César. Benjamin Constant resumiría ese desencanto hacia la figura del Libertador en un discurso ante el Parlamento francés: ‘No, la dictadura nunca es un bien; la dictadura nunca es lícita. Nadie está lo suficientemente por encima de su país y de su tiempo para tener derecho a desheredar a sus ciudadanos’ Si hace 200 años, los fundadores de Hispanoamérica imaginaron repúblicas sin democracia, hoy, en América Latina, parecen construirse democracias sin república. [….] El ascenso del autoritarismo de izquierda en la última década, desplazó el péndulo al otro extremo: reelección indefinida, control de la sociedad civil y los medios de comunicación, capitalismo de Estado, caudillismo. A 20 años de la caída del muro de Berlín, todos los países latinoamericanos, menos Cuba, son democráticos, pero la democracia vive amenazada por la crisis de los valores republicanos que decidieron la ruptura con la monarquía absoluta”
“Atribuir a Bolívar una ‘concepción democrática revolucionaria’, ‘antiburguesa’ o ‘anticapitalista’, como hizo el presidente Hugo Chávez en su discurso de toma de posesión, el 10 de enero de 2007, es, cuando menos, una burla a dos siglos de estudios bolivarianos en Iberoamérica. Ese Bolívar protomarxista no sólo es cuestionable desde las conocidas ideas de Marx sobre Bolívar, sino desde los propios textos políticos y constitucionales del Libertador. Con el Bolívar de Chávez sucede como con el Martí de Fidel Castro: dos estadistas republicanos del siglo XIX que terminan siendo desconectados de su propia tradición e incrustados en las izquierdas marxistas del siglo XX.”
La desaparición de la Gran Colombia no sirvió de experiencia para la posterior forma de gobernar y hacer política en la reciente República de Ecuador y otras de América Latina. Esta característica peculiar latinoamericana llevó a Bernardo O’Higgins a comentar “Las revoluciones y los gobiernos se suceden por nuestros países como el viento” y a San Martín, “cuando uno piensa que tanta sangre y sacrificio no han sido empleados más que para perpetuar el desorden y la anarquía, se le llena el alma del más cruel desconsuelo”.
En las próximas semanas, el lector podrá apreciar el nacimiento de Ecuador, con sus debilidades.
El efecto que me produce por lo tragico del vaticinio es indescriptible, por lo que puedo decir solamente, abramos los ojos ecuatorianos.
Muy interesante la serie de escritos, por momentos alienantes y un final muy real.
Como dicen todo depende del color del cristal con que se mire, muy enriquecedor todos los escritos, no pueden ser ignorados.