De 177 países registrados en el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, Haití ocupa el puesto 150. Con un percápita de 1.317 dólares y algo más de 10 millones de habitantes en una superficie de 27.750 kms2, el país caribeño es considerado el más pobre de América. La subsistencia de los que nada tienen significa un poco de arroz y unas galletas de barro cocinadas, con manteca vegetal y algo de sal. Más del 80% de su gente, hoy, prácticamente, está bajo la línea de la miseria. Pero, ¿siempre fue así?. Los datos hablan de un comercio, muy floreciente, en tiempos de la colonia. En gran medida, incluso, Francia, al pasar a ser la tutora colonial después de España, tenía en Haití una fuente económica de primera.
El sistema de plantaciones, especialmente de plátanos y café, convirtió a la población haitiana en un delirio de explotación expresamente esclava para extraer, al máximo, altas utilidades a mínimos costos de producción. Los exitosos cultivos estaban directamente vinculados a la trata de negros cazados en el África, en cadena interminable para el reemplazo continuo de las muertes de los trabajadores, forzados por las torturas y deplorables condiciones de vida. Ayer, en la época de la conquista española, sus invasores habían logrado liquidar física y literalmente, la gente nativa. Hoy sucumbía, en situaciones nada mejores, la raza negra extrapolada de sus hogares a la fuerza y en un contexto de terror permanente.
La factura social por esta situación la sigue pagando Haití hoy en el siglo XXI. Al parecer algo de las maldiciones de los negreros del sur norteamericano, cuando por boca de Thomas Jefferson, quien no reconocía la lucha libertaria de los negros, se había identificado la comunidad haitiana como el sitio ideal para depositar todas las pestes, había echado raíces, y muy profundas. Cuando ahora, al hablar de Haití, las estadísticas aclaran que más del 70% de la población económica activa está desempleada, que la tasa de fertilidad responde a 5 hijos por mujer en tanto que la mortalidad infantil está sobre el 75% y el analfabetismo estructural corresponde a más del 45%, hay que hacer memoria de ciertas catapultas socio políticas que han incidido, abiertamente, en la proyección de lo especificado.
¿Cómo olvidar, por ejemplo, que pese a que su pueblo fue el primero en abolir la esclavitud en América, y en conformar desde esta misma posición antihumana un gobierno pleno de libertad en un Estado soberano y democrático, a partir del 1 de enero de 1804 en que declara su independencia, las dictaduras militares, de sangre y terror, han mantenido el poder y encarcelado a niños, mujeres, ancianos y adultos, sin ningún tipo de justicia? ¿Cuántas veces Estados Unidos ha invadido o amenazado a la república de Haití? ¿No es que desde 1915 a 1934 la ocupación militar norteamericana sirvió para consolidar el autoritarismo salvaje de los gobiernos que siguieron a este momento, bajo su administración, directa o no, y puede, incluso, decirse que aun no ceja? En realidad, la vida republicana de Haití no ha sido más que una esclavización permanente. ¿Acaso el evento de liberarse de la esclavitud y declararse independiente de todo colonialismo, venciendo por las armas a la mismísima Francia capitaneada por Napoleón, no le costó pagar una indemnización por semejante “locura”, y ser reconocido así su nuevo modo de vida a un costo de 150 millones pesos oro, en 1826, con la demora de 60 años para cancelarla, al fin, como deuda externa? ¿Y por el mismo grito libertario no sufrió acaso el bloqueo económico y político, fuente del clientelismo hacia la dictadura perpetua, cuyo representante máximo, de estos tiempos, es Francois Duvalier, dictador con 14 años de yugo y asesinatos impunes.
Aunque la Revolución francesa había reconocido la libertad de los esclavos haitianos y Jefferson, en cambio, negó su aprobación e incluso su independencia igual que el Vaticano, recién con Lincoln es oficializada tal realidad socio política. O sea, no es sólo lo económico. También lo social. Lo antropológico. Pero con mucha fuerza lo político han venido diseñando la corporeidad estructural y funcional de la vida haitiana. Haití fue invadida, colonizada, esclavizada y por fin liberada, para luego caer, sin mayores miramientos, en una moderna esclavitud de los poderes imperiales de turno. El siglo XX ha sido para Haití la profundización del modo socio político de la miseria, la dependencia y la explotación a mansalva. Pero también una vivencia de contradicciones que no permiten reflexionar con una lógica generalmente aceptada. ¿Cómo entender que pese a tanta incoherencia social y política y en medio de una situación educativa deprimente, existan 15 universidades en un contexto de un 80% de su población que profesa la fe cristiana, sin olvidar los rituales de los ancestros coloniales de la magia del Vudú? ¿Y la deforestación de sus bosques que hoy significa ya el 92% de sus tierras fértiles, no advierte nada respecto al trato de atraco colonial actual que, sin miramiento alguno, sigue sufriendo Haití?
Es, sin embargo, el terremoto del 12 de enero de 20010 que desnuda Haití, en el sufrimiento de su depredación social continua. De repente el desquicio territorial de Haití, quebrándose en todas las formas por el movimiento telúrico, anuncia un pueblo, un país castigado por la naturaleza. Sí, un poco más y es la vida en pecado de los haitianos lo que ha provocado más de 200.000 muertos, más de 200.000 heridos, desaparecidos y destruidos sicológica y socialmente. Hablar del terremoto que implacable destruye es mucho más fácil que hacer historia de la sed y el hambre de todos los días, en más del 80% de la población del país caribeño, por culpa de un terrorismo de Estado eternizado. No hay que olvidar, sin embargo, que los muertos, heridos y desaparecidos pertenecen, en mayoría abrumadora, a quienes nada tienen y ya están cansados de aspirar en tener. .. El terremoto de este año de 2010 sólo ha removido la herida social de la pobreza, el azote de la explotación, la presencia de un colonialismo que no quiere irse, el desparpajo político cuando se habla de humanismo por llevar un litro de leche y cuatro panes, que por la fisiología de la desnutrición tienen que vomitarse luego de comerlos… ¿No es que el socorro real para Haití está en ayudar a destruir, de una vez por todas, el colonialismo brutal en que aún subsiste?
La mayoria de los paises hanpasado por todo aquello y si no veamos a españa casi 500 años estuvo en manos de los arabes, y que podemos decir ecuador, pero no creo que hay que llorar sobre mojado, este pueblo tiene que salir adelante como los japoneses y dejarse de ser tan inicuos yo vivi ahi y se de lo que escribo, por esta razòn considero que su pobreza se debe a su incapacidad de enfrentar la aversidad.
Sin comentarios, ud. ha dicho lo que todos sabemos a través de la historia y que por omisión horrorosa histórica y de conciencia hemos preferido olvidarlo como tantas cosas que se olvidan para no «crear» distensión social, para no «ofender» a quienes son parte de esta corriente antihumana esclavizante que impera en este mundo que parecería compite con la barbarie y la locura de desalmados como Hitler y otros a quienes señalamos como culpables, cuando los culpables de lo que sucede en la sociedad actual somos todos y más vivamente lo son los ostentadores del «poder» en todos lados y con todos los colores políticos posibles. Oremos por Haití…