Elementos químicos tan sencillos como el agua son pocos: dos partes de hidrogeno para una de oxigeno. Del cual nuestro planeta esta cubierto, solo que el 97% es salada. Hoy existen carencias en determinadas regiones pero se estima que en el 2025, alrededor de 1,800 millones de personas no tendrán acceso a ella. Planteado así, es indudable que la Ley que se discute en el parlamento es importante, más el enfoque político que se le da, muestra a todas luces: desconocimiento de la realidad. Una verdad que nos muestra que antes que normar se requiere aprender a cultivar y consumir alimentos que economicen agua. La FAO nos desafía al plantear una interrogante básica: “Como fomentar y gestionar este recurso en la agricultura para contribuir a terminar con la pobreza, asegurando la estabilidad ambiental y permitiendo un justo equilibrio entre seguridad ambiental y la seguridad alimentaria”.
Hace 50 años nuestro planeta tenia menos de la mitad de habitantes, no poseía iguales recursos, consumía menos calorías y, consecuentemente, necesitaba menos agua para producir. Es ahí donde la agricultura se vuelve el meollo del problema. El 70% del agua dulce captada en ríos y pozos la utiliza la agricultura en la producción de alimentos y otros productos. Enfrentados a elegir entre los que deben o no tener acceso al agua nos llevara a conflictos entre los que viven aguas arriba y los situados debajo de la fuente; entre pastores y ganaderos; entre ciudades y comunas rurales. Por lo que la solución no esta en elaborar un listado de usuarios prioritarios si es decisión de preservar el medio ambiente y asegurar la seguridad alimentaria.
Más del 67% de la población rural, especialmente de la región andina, vive bajo los niveles de indigencia. Por lo tanto el buen uso del líquido debe propender a ayudarlos a salir de la precariedad económica, enseñando el uso racional del agua. Entendamos señores asambleístas que una agricultura con riego es la herramienta adecuada para la erradicación de la pobreza. Estudios debidamente respaldados nos permiten asegurar que un 75% de alimento adicional puede provenir del incremento de los índices de producción de los productores de bajo rendimiento.
La agenda política debe cambiar pues solo si los líderes deciden ir por un eficiente manejo del agua y de la tierra, reducirán la pobreza y aumentaran la productividad. En definitiva una Ley de Aguas que realmente busque el bienestar de los habitantes deberá propender a garantizar la seguridad alimentaria y la protección de los ecosistemas.
Discutir sobre si se debe o no privatizar el uso del agua es pura demagogia. Ciertamente que todo cambio institucional se presta a controversia. Como nos es dable aislar la agricultura a un simple proceso productivo. Agricultura, ganadería y acuicultura serán integradas como un sistema de uso múltiple creando un ecosistema agrícola que interactúa con los otros sistemas existentes.
Los sistemas de uso múltiple operados para uso domestico, acuicultura, agroforesteria, ganadería y agricultura pueden mejorar la productividad y de hecho eliminar la pobreza. Pero ello demanda negociar con distintos grupos. Tarea difícil que le imponemos a los verdes de país hasta ahora incapaces de intercomunicarse con el resto de la población. Aprendamos a ser líderes estadistas.
Hola Sergio:
Hablando de agua,te invito a mi pag.web.
http://www.actiweb.es/hidradrill_ecuador/
Hola Agustin: Gracias por el dato ingreso a la misma.
Señor Seminario
Extraño sus escritos, son didácticos, los hace con buena base y sabiduría.
Varios amigos esperamos que regrese pronto a Desde mi Trinchera.