Desde que recuerdo a los ecuatorianos nos transmiten el mismo mensaje… “la educación es lo primero”, “hay que invertir en educación”, “los jóvenes son el futuro de la Patria”, sin embargo, al momento de rendir cuentas, es evidente que esas frases “bonitas” han sido sólo simples “distractores” que el “sistema” nos ha ofrecido como “caramelos” para darle… “tiempo al tiempo”. Me propongo analizar, desde mi perspectiva de educador, el terrible daño que se le hace a la supervivencia misma del país cuando se “deja para luego” la preocupación y la acción para servir al grupo más importante pero a la vez más desprotegido de la sociedad que son los jóvenes.
Los ecuatorianos seguimos escuchando que la educación “es lo primero”, sólo cuando no existe otro problema más urgente, es decir… ¡nunca es lo primero!. Los indígenas, los medios de comunicación, los intereses de las organizaciones universitarias, las pugnas en el partido de gobierno, los gritos de la oposición política, las relaciones con Colombia, los ascensos militares, las complicaciones de los Ministros de Gobierno y de Turismo con los bares y discotecas, las fiscalías y los jueces, etc, etc, lo cierto es que para responder a estos cuestionamientos tal vez se me diga… “todo esto es para dejarles un país mejor a los jóvenes”, lo cual lejos de convencerme de que es así, me abre otras tantas dudas acerca de algo tan decantado en los últimos cincuenta años, pues no se ve una propuesta a largo plazo, con mediciones secuenciales y con resultados que puedan ser observados, y más bien nos ahogamos en decisiones para “apagar incendios” tales como “detener estudiantes en las calles y regresarlos a los colegios”, “no usar teléfonos celulares ni portar joyas”, muy a tono con el desgaste tan de moda en la administración del siglo diecinueve. Hasta las mismísimas mediciones del “plan decenal” –dedicado a los jóvenes- nos alertan por atrasos inadmisibles y pocos avances.
Que lo que se “gasta” en educar un joven es en realidad una inversión, se lo dicen a uno de la boca para afuera. No lo entienden los tecnócratas. Si supieran que desde que la mujer se educa e ingresa a escuelas, colegios y universidades han bajado los índices de mortalidad infantil y disminuido eso sí “los gastos” del Estado en los hospitales pediátricos, sería un “milagro”. Como también resulta inentendible que no “lean” que lo que “gasta” –eso sí- el Ecuador educando un “universitario” –nótese los altos índices de pérdida de año y deserción en la educación superior- es probablemente siete veces más de lo que invierte en un niño, niña o joven en escuelas y colegios contraviniendo lo que se sabe hace bastante tiempo, que “sólo el mejoramiento de la educación básica será la base del crecimiento socio-económico de un Estado”, nos lleva a una primera conclusión… ¡quienes toman decisiones en este país no entienden ni “j” del tema de la educación y del servicio a los jóvenes, presente y futuro de la sociedad!
Mi abuela solía decir que “la calentura no está en las sábanas”. Mientras no exista una genuina preocupación por los más jóvenes de la sociedad nada será posible, ni los objetivos del plan decenal, ni las soluciones “parches” que se van dando cada vez con la convicción de que un parche cubre otro parche y así sucesivamente…
He de concluir que si no hay un consenso de quienes sí entienden el problema y durante años de años han trabajado honestamente para servir a los más jóvenes, independientemente que sean rojos, azules o verdes, mientras se sigan eligiendo a los menos aptos para los cargos de servicio público y social, mientras se les siga mintiendo –con nuestras acciones- a los jóvenes diciéndoles que tenemos claras las cosas pero que no hemos pensado en… “¿para qué educamos?”, mientras que consideremos en nuestros “esquemas” que la educación de los jóvenes es importante pero no urgente, mientras no seamos capaces de considerarlos entes valiosos con sus aportes a la sociedad de adultos que creen saberlo todo, mientras usted y yo no aportemos nada será imposible construir un país mejor para una generación condenada al ostracismo antes de nacer sin que nadie alce la voz para apoyarlos.
¿Seguiremos repitiendo lo mismo?. “Sí, los jóvenes son importantes, nos preocupan los jóvenes, pero… ¡pueden seguir esperando, deben seguir esperando, el Ecuador mismo deberá seguir esperando!”