21 noviembre, 2024

La Librería: ¡Prueba superada!

Cuando me senté a escribir La Librería el viernes 5 de Julio del 2009, estaba pasando por momentos personales muy difíciles, muy dolorosos en la intimidad de mi alma y de mi corazón. En vista de eso, porque necesitaba ayuda, fui a conversar con una persona a quien quiero mucho, un sacerdote. Regresé de la conversación y decidí que iba a escribir una historia.

Yo atribuyo el mérito de haber escrito esa historia, al ánimo que me dio mi amigo el cura: Anda, ¡escribe! , eso me dijo. Le hice caso y le doy las gracias por ese buen consejo y también por todo el tiempo en el que tuvo la paciencia de atender mis problemas… a pesar de ser él una persona tan ocupada.

En la historia que escribí, conté muchas cosas, algunas las viví yo, otras las inventé a partir de realidades observadas muy de cerca.

Los personajes, de la mano de la historia, fueron fluyendo como fluyen las aguas de una cascada, fueron tomando vida hasta formar parte de mí, como un todo. “Ellos” y yo convivimos durante aproximadamente un mes, hasta que llego por si solo el inesperado momento de poner “fin”. La historia la escribieron los personajes y ellos decidieron el final.

Un mes de absoluta esquizofrenia, en el que me pase hablando con toda esta gente imaginaria y sin nombre. Cada uno tenía un rostro, representaba a algo o a alguien, pero no podía nombrarlos, podían ser cualquiera. Pienso que eso pasó, entre otras cosas, porque cada uno tenía (tiene) mucho de mí. Me representan de alguna manera en formas de pensar, de sentir, en momentos vividos o no… por eso ahora me digo: Si he de ponerles un nombre, todos se llamarían como yo.

En La Librería no hay que buscar morbo alguno. No lo hay. Doy gracias a Dios porque el escribir y publicar el libro ha sido, aunque no lo crean, la prueba más difícil de mi vida. Las gracias se deben a que he podido superar la prueba.

Cuando terminé la historia, pensé: ¿Cómo muestro esto a mi familia?

Aproveche un fin de semana en nuestra casita de la playa. Les di a leer la historia. Me sorprendió la aceptación, el valor y el apoyo. Pero sobre todas las cosas, me sorprendió el amor. No sabía que era tan amada por los míos. Eso hace de mi historia, una historia invaluable. Porque el amor con la que fue aceptada, no tiene precio.

Ese amor que no se quedó en casa. Fue más allá. Llegó con cada opinión, con cada llamada, con cada comentario. Con cada presencia el día del lanzamiento. Un veinticuatro de septiembre inolvidable. Noche en que esta servidora de ustedes, vio incrédula como el Palacio de Cristal estaba lleno de gente. Más de trescientas personas diciéndome: Karyna estamos aquí porque te apreciamos, porque somos tus amigos…Decir ¡gracias! Y gracias a Dios es poco. Esa noche yo di a luz a mi quinto hijo en medio de tanta gente querida, ¡tan querida! No pensé jamás que los dolores de parto podían ser tan exquisitos.

En La Librería cada personaje tiene su historia. Vive lo que le ha tocado vivir. La vida es dura y no todos aciertan en sus decisiones. Eso es algo que debí respetar, inclusive yendo en contra de creencias personales.
Entre los personajes principales está “la chica que cuenta la historia”. La chica que cuenta la historia, vive inmersa en un profundo vacío. Ni quiere ni odia. Solo vive. Encima encuentra el amor en un imposible, lo que ella entiende perfectamente, por eso siente angustia.

A su madre le guarda un gran resentimiento, no es odio, es dolor. Ella entiende que su madre vivió lo que le tocó vivir. La chica es sumamente inteligente. Por eso cuando tiene la oportunidad de “vengar” a su madre, así lo hace. Lo duro y lo lamentable es que nunca se arrepiente del mal que causó.

La chica que cuenta la historia, vive con su tía. La tía no es una bruja, es una mujer que vive del esoterismo. Lee el Tarot. Tiene su propia filosofía de la vida. Tiene ideas diferentes, pero eso no la hace mala, solo es distinta. Motiva a su sobrina a escribir una historia en la que desahogue su dolor. La chica entiende, pero primero descansa, para al despertar, escribir y tomar cada lección de la vida como algo que vale la pena para ser contado.

Por mi lado no les cuento más. Espero más bien sus comentarios después de que lean La Librería. Por ahora y como parte de las celebraciones julianas, estaré en el stand de autores nacionales en la Feria Internacional del Libro, en el Palacio de Cristal, del dos al once de Julio. ¡Los espero!

Y los dejo con la frase célebre del libro: “¡Las coincidencias, no existen!”.

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No hay comentarios

  1. La estaré visitando, sus escritos son muy interesantes; aunque a veces en algunos temas tengamos perspectivas distintas. Un abrazo muy respetuoso

    J. Avila M.

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