21 noviembre, 2024

Sobre el espacio público

“Deficiente uso de espacios públicos para la cultura” reza el titular del diario EL UNIVERSO del domingo 4 de Julio del 2010. No está alejado de la realidad. Pero y tampoco explica el porqué del no-uso de los mencionados espacios por parte de los usuarios citadinos.

Los entrevistados basan el poco uso en la falta o la limitación de los presupuestos de sus respectivas Instituciones. Cierto, muy cierto, desde su punto de vista. Aún se piensa que son las Instituciones Urbanas, Municipales o Gubernamentales, quienes a través de sus presupuestos logren activar una “cultura popular”. Visto así, no existe presupuesto que alcance.

El logro del uso responde a políticas públicas de mediano plazo y, su concepción debe, necesariamente, formar parte de un proyecto de Ciudad ajustable en el tiempo y de acuerdo al comportamiento del Ciudadano. Es decir de una política de acción integral, integrante e integradora, destinada a conseguir que el usuario urbano se apropie de su entorno. Para esto no sólo hay que mirar a la expansión cultural como una circunstancia de presupuesto sino como una acción coordinada sobre los barrios a través de sus directivas comunitarias y de los “mass media”, como parte del andar y hacer caminos de los Departamentos de Desarrollo Comunitario

De otra parte, el diseño de los espacios públicos implica definir un conjunto de formas, normas, acciones y circunstancias que garanticen la polivalencia y la accesibilidad, faciliten la diversidad de nuevos usos públicos a futuro, impriman un sello distintivo de calidad, apropiación por la Comunidad y expresión individual de personas, barrios y asociaciones.

Esto es parte fundamental de la acción democrática: los usuarios le ponen su personalidad.
Sostenemos, firmemente, la necesidad del debate sobre los diseños y posibles destinos de los espacios públicos con la finalidad de brindar un ámbito activo de integración de ideas que contribuya al mejoramiento continuo y a la búsqueda de modelos innovadores para la gestión de la Ciudad.

Sin embargo, espacio público, su uso y participación social no resultan, siempre, ser un matrimonio lleno de armonía. Muy a menudo esta relación está marcada por la contraposición y, cuando está signada por la política de conveniencias, suele terminar en violencia (recordar caso de informales). Desde otra arista, a diferencia de las casi siempre fecundas relaciones (¿?) entre cultura “oficial” y cultura popular pueden derivar en procesos de esterilidad cultural con la secuela de la superficialidad de contenidos, dándole escenas de chabacanería sin mensaje productivo a los consumidores y usuarios.

El espacio público es ordenación, desarrollo y gestión y el urbanismo moderno y bien entendido está en cómo hacer de la Ciudad un lugar de intercambios para la vida. Para el logro de lo anterior las Municipalidades deben crear ámbitos y escenarios de seguridad que cubran toda la Urbe. Incentivar la proximidad en las relaciones entre Ciudad y Barrios, Municipalidad y Ciudadano. Construir, en definitiva, un ambiente citadino basado en la calidad del entorno. Porque la Ciudad que crea y recrea espacios de intercambios está avanzando en la consecución de un mejor y más auténtico urbanismo.

La misión de las Municipalidades es la de administrar el espacio público. Es, quizá aparentemente, un concepto demasiado amplio o demasiado abstracto, pero, de aquí se deriva todo el accionar de las instituciones urbanas, sus consecuencias y su respaldo popular.

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El respeto y la solidaridad

Han transcurrido ya 3 semanas de este exilio obligatorio, pero muy positivo, desde donde les envío mi opinión sobre aspectos del diario convivir, sin límite ni restricción a mi decisión de ánimo y entusiasmo de seguir adelante con opiniones y criterios recogidos de la experiencia y el trajín permanente de casi 50 años de vida profesional, que me enorgullecen haberlos vivido con respeto y solidaridad para mis profesores, para la profesión que yo escogí y para todos mis colegas que compartieron y discreparon de mi criterio, en más de una oportunidad.

En la Junta Cívica de nuestro querido Guayaquil, cuando tuve la oportunidad de servirla desde la Presidencia, recuerdo la campaña que lanzamos para impulsar el respeto y la solidaridad, que sentíamos estaba seriamente atropellada por el Econ. Rafael Correa, ofendiendo con desagradables epítetos a quienes discrepaban de su criterio u opinión, epítetos especialmente dirigidos hacia la mujer guayaquileña. La campaña la lanzamos con la entrega de una adhesiva que circulo por toda la ciudad, que decía: RESPETE-SALUDE- NO OFENDA, hoy desde TAMPA, lo recuerdo porque acá es notoria esa gran diferencia, todos respetan, todos saludan y nadie ofende a nadie, no importa el color de su piel, su estatura, su edad y su condición social o económica, que quizás ni siquiera se conoce.

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