“Deficiente uso de espacios públicos para la cultura” reza el titular del diario EL UNIVERSO del domingo 4 de Julio del 2010. No está alejado de la realidad. Pero y tampoco explica el porqué del no-uso de los mencionados espacios por parte de los usuarios citadinos.
Los entrevistados basan el poco uso en la falta o la limitación de los presupuestos de sus respectivas Instituciones. Cierto, muy cierto, desde su punto de vista. Aún se piensa que son las Instituciones Urbanas, Municipales o Gubernamentales, quienes a través de sus presupuestos logren activar una “cultura popular”. Visto así, no existe presupuesto que alcance.
El logro del uso responde a políticas públicas de mediano plazo y, su concepción debe, necesariamente, formar parte de un proyecto de Ciudad ajustable en el tiempo y de acuerdo al comportamiento del Ciudadano. Es decir de una política de acción integral, integrante e integradora, destinada a conseguir que el usuario urbano se apropie de su entorno. Para esto no sólo hay que mirar a la expansión cultural como una circunstancia de presupuesto sino como una acción coordinada sobre los barrios a través de sus directivas comunitarias y de los “mass media”, como parte del andar y hacer caminos de los Departamentos de Desarrollo Comunitario
De otra parte, el diseño de los espacios públicos implica definir un conjunto de formas, normas, acciones y circunstancias que garanticen la polivalencia y la accesibilidad, faciliten la diversidad de nuevos usos públicos a futuro, impriman un sello distintivo de calidad, apropiación por la Comunidad y expresión individual de personas, barrios y asociaciones.
Esto es parte fundamental de la acción democrática: los usuarios le ponen su personalidad.
Sostenemos, firmemente, la necesidad del debate sobre los diseños y posibles destinos de los espacios públicos con la finalidad de brindar un ámbito activo de integración de ideas que contribuya al mejoramiento continuo y a la búsqueda de modelos innovadores para la gestión de la Ciudad.
Sin embargo, espacio público, su uso y participación social no resultan, siempre, ser un matrimonio lleno de armonía. Muy a menudo esta relación está marcada por la contraposición y, cuando está signada por la política de conveniencias, suele terminar en violencia (recordar caso de informales). Desde otra arista, a diferencia de las casi siempre fecundas relaciones (¿?) entre cultura “oficial” y cultura popular pueden derivar en procesos de esterilidad cultural con la secuela de la superficialidad de contenidos, dándole escenas de chabacanería sin mensaje productivo a los consumidores y usuarios.
El espacio público es ordenación, desarrollo y gestión y el urbanismo moderno y bien entendido está en cómo hacer de la Ciudad un lugar de intercambios para la vida. Para el logro de lo anterior las Municipalidades deben crear ámbitos y escenarios de seguridad que cubran toda la Urbe. Incentivar la proximidad en las relaciones entre Ciudad y Barrios, Municipalidad y Ciudadano. Construir, en definitiva, un ambiente citadino basado en la calidad del entorno. Porque la Ciudad que crea y recrea espacios de intercambios está avanzando en la consecución de un mejor y más auténtico urbanismo.
La misión de las Municipalidades es la de administrar el espacio público. Es, quizá aparentemente, un concepto demasiado amplio o demasiado abstracto, pero, de aquí se deriva todo el accionar de las instituciones urbanas, sus consecuencias y su respaldo popular.