Había una vez una persona llamada Juan que veía la mentira como algo tan normal que mentía por cualquier tontería. Desde chico había visto a su padre y a su madre decir mentiras blancas usualmente. Esta persona mentía diciendo que ya había salido hacia algún sitio cuando todavía seguía en su casa; diciendo que estaba trabajando cuando estaba con sus amigos.
Decía que conocía a gente que no conocía con el afán de quedar bien, quedar como importante. Siempre decía que tenia influencia con políticos o que era amigo de personas famosas y contaba historias extraordinarias al respecto. Los amigos que lo conocían decían que había que creerle la mitad.
En el trabajo mentía diciendo que no había pasado nada ilegal mientras que sabía que un amigo había metido contrabando de cosas pequeñas por la aduana. Luego gradualmente estas cosas pequeñas fueron incrementando.
Se metió en contrabando porque lo vio como buen negocio y como que todo el mundo lo hacía y trajo una carga sin pagar impuestos. Unos meses después le vendió al estado unas máquinas como si fueran nuevas cuando estas eran usadas y algunas estaban incluso dañadas.
Juan empezó a juntarse con grupos de roba carros y él los ayudaba a que los robaran haciendo una nube para que la gente no los descubra. Y de repente estaba necesitado de dinero y se metió en ese asunto y robaba carros también. Y se dedico a robar otros artefactos. Y le era lucrativo y fácil pero las personas no se dejaban robar. Empezó entonces a asustar a la victima. Iba armado a los asaltos.
En una trágica ocasión la victima sacó un revolver y Juan reaccionó disparando y sin haberlo planificado ni querido mató a su victima. Y quedó muy afectado. Era la primera vez. De ahí en más siguió asaltando armado y si no le daban rápido lo que pedía disparaba a matar porque no tenía tiempo de esperar y ya la victima lo había visto, así que para Juan era peligroso porque lo podían acusar. Un día nublado en que salio a robar aunque no quería hacerlo ese día por un mal presentimiento, Juan murió porque lo asaltaron y le dispararon para robarle.
Ya muerto, la gente se enterró de sus andanzas y lleno de tristeza un pariente se preguntaba ¿En que momento se había dañado Juan?. ¿Cómo le pudo pasar esto? Y llegó a la conclusión de que Juan se daño desde que mintió porque eso desencadenó una serie de eventos que lo fueron empeorando y lo llevaron a vivir en el camino incorrecto. El que a fierro mata a fierro muere.
No quiso ir por el camino que se le reveló en el Colegio, en el que sus padres le decían que debía andar – a pesar de que ellos tampoco lo seguían con su ejemplo-. No confió en Dios. Buscó el camino fácil. No pensó que El que plantó el oído, ¿no va a oír? El que formó el ojo, ¿no va a ver? El que educa a los pueblos, ¿no va a castigar? El que instruye al hombre, ¿no va a saber?
Esto es una lección para todos nosotros. No importa llegar a una meta, lo importante es estar en el camino correcto. Si uno se sale del camino correcto debe regresar inmediatamente. Siempre hay alguien que te ve como un ejemplo a seguir. No lo defraudes.