El informe del presidente a la nación fue tan lleno de contradicciones, falsedades e ilusiones, que no se cumplirán, como en sus Enlaces sabatinos, lleno de palabras y más palabras cuando necesitamos hechos. La triste realidad de nuestro país es muy diferente a la que el presidente nos presenta en sus informes. Estamos llenos de pobreza, de corrupción y de delincuencia. El gobierno de la revolución ciudadana está adornado por la partidocracia y la oligarquía, nueva y antigua.
Hizo un llamado a la unidad nacional, llamado sin credibilidad cuando al mismo tiempo ataca incluso a sus antiguos aliados. La unidad nacional no se la consigue con insultos, ni siquiera con palabras bonitas, sino con actuaciones dirigidas hacia la consecución del objetivo y una de esas actuaciones es la búsqueda de armonía. El presidente, lamentablemente, causa caos en todos los lugares que visita y es motivo de división de los ecuatorianos. La unidad no se puede dar con el liderazgo de los que han sido los causantes de esta desgracia nacional, ni los de antes, ni los de ahora, ni los de siempre, sino con renovación.
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