No es que hablar de Marx haya perdido sentido después de más de 120 años de su muerte. Ni tampoco de la aparición de su obra. Su presencia en el desarrollo histórico del mundo contemporáneo, especialmente durante el siglo XX, para Oriente y Occidente, tuvo una decisión puntual y de grandes proporciones en todo el abanico de las actividades sociales. Es el mal llamado marxismo (ni siquiera avistado por don Carlos) con el innumerable juego pirotécnico de sus ismos, de tanto colorido y de tanto cedaceo, que buscando reconocimiento en el camino de la lucha ´por el poder político, convirtió el haber cultural cientista del autor de El Capital en una signología fetichista. Para el consumo de las mediocridades y oportunismos. El trabajo intelectual de Marx ha sido reemplazado por una y otra interpretación que, incluso, lo transformaron en una especie de vidente ideológico. Casi en el profeta de una nueva verdad revelada hacia otra “tierra prometida”.
¿Dónde está el manual de la revolución posible y cómo hacerla, y cómo mantenerla que alguna vez haya escrito Carlos Marx? ¿O es sólo la ilusión, enajenado misticismo, de un idealismo jamás planteado por el filósofo alemán y convertido, con mucho desaliño, en una centuria de chismorreos, predicados desde un esquema “marxista” inexistente? Muchos, unos más inteligentes que otros, y algunos simples émulos hicieron de las ideas de Marx, fuente de lucha y de garantía para la toma del poder. Plejanov, Lenin y Trotsky son los más sobresalientes. Desde esta triada ideológico política es, por supuesto, enriquecido el proyecto teórico de Marx. A costa, eso sí, de un sesgo en sus contenidos que, en la práctica, vuelve imposible el retorno a la vivencia del pensamiento primigenio. ¿Con Marx todo está dicho para el bienestar de la humanidad? ¿Al bienestar de la humanidad sólo es posible llegar por el marxismo?. Ningún fundamentalismo es bueno. Y las gruesas cicatrices a flor de piel, por prevalecer de un destino en sus querencias, gritan siempre heridas muy profundas.
Quemadas las primeras etapas del proceso del desarrollo histórico, el capitalismo existente, señala la inferencia marxista, exige la liquidación de las contradicciones de la lucha de clases en que está sustentado, hacia el encuentro del comunismo, meta final en donde, por fin, la libertad, la fraternidad y la igualdad son una realidad totalmente visible. ¿Qué hacer, sinembargo, cuando las contradicciones de clase, por sí mismo, no logran impulsar el avance hegemónico del proletariado en el poder? Agudizar dichas contradicciones desde un ambiente de violencia ideológica, política y social. Es una especie de acortar caminos y aminorar tiempos para que la meta profética sea cumplida. Pero no hay profecía. Mal, entonces, pueden llegar los cumplimientos. Todas las administraciones de la cosa pública, en diferentes lugares del planeta, marcadas con el nombre de marxismo no han pasado de ser experimentos sociales. Simples laboratorios en donde el humano ha sido el reemplazo del típico conejillo de Indias. La voluntad ha podido ser sincera. La pasión por concretar la ideología en la práctica casi siempre extremadamente compulsiva. Los efectos por llevar adelante políticamente en vivo el diseño ideológico enlatado ha costado, en todas partes, una factura humana y social muy fuerte. Tal vez demasiado…
No. Carlos Marx no es el culpable. Mas bien ha sido fuente de aperturas. Hemos comprendido, con su pensamiento, que puede haber otras formas de comprender la vida social, más allá de la tradicional en la que hemos subsistido. Los excesos, las deformaciones, los desvíos no pertenecen a su texto de análisis y de estudio, aun con las imprecaciones fuertes y casi apocalípticas contra los sistemas que buscan el máximo de rendimiento, con el mínimo riesgo, en el menor tiempo posible y con los mejores intereses, aunque cualquier medio tenga que justificar este fin. Es la misma angustia de la masividad social, sin un pequeño beneficio individual, de permanente despojo de la condición humana, que ha visto en cada alerta marxista la respuesta al S.O.S de salvación gritado, día a día, por cada generación liquidada en el camino… Hoy hablamos de solidaridad social, solicitamos participación comunitaria, buscamos, casi con desesperación, el bienestar colectivo poblacional, queremos libertad para todos e insistimos en el respeto por las diferencias culturales y de género… Todas estas perspectivas de comprender la vida, sin embargo, y pese a todos los errores cometidos y en gran medida sin justificación, son parte del recorrido del fantasma del comunismo, que advertía Marx, en su Manifiesto allá por 1848, en el mundo de entonces…
Por el tema, bueno Marx fue un tipo inteligente y un filósofo pero no comparto su filosofia y pienso que pudo haber usado mejor su inteligencia, pero en referencia al artículo si estoy de acuerdo que hay personas que utilizan mal o para efectos egositas lo que otros pensaron bien o para efectos comunitarios.