El por qué es indispensable la censura a los medios

El común denominador de los países dictatoriales o de rateros, es la imperiosa necesidad de callar y censurar a los medios de comunicación.

Una foto, que habla más que un millón de palabras, en primera página del diario venezolano El Nacional mostró las víctimas de homicidio apiladas en una morgue de Caracas.

La foto en el periódico, El Nacional, era sin duda sangrienta. Mostraba una docena de víctimas de homicidio esparcidos en el depósito de cadáveres más grande de la ciudad.

Una ciudad dónde la irónica frase: “Es más seguro vivir en Bagdad”, está sustentada por las estadísticas que le quitan el título de sarcasmo”.

En Irak entero, no sólo Bagdad, un país con cerca de la misma población que Venezuela, hubo 4.644 muertes de civiles por violencia en 2009, según el Iraq Body Count. En Venezuela el mismo año, el número de asesinatos subió por encima de 16.000.

Incluso en México, sumergida en una cruenta e infame guerra contra las drogas, lugar en el cuál el domingo pasado aparecieron ocho cuerpos descabezados y mutilados colgando en un puente, se han cobrado menos vidas.

En Venezuela, según el observatorio de la violencia, ha habido 43.792 homicidios desde 2007 en comparación con sólo cerca de 28.000, incluyendo los muertos por los capos del terrorismo relacionado con la guerra anti drogas en México; el asalto de los carteles del mal, por el gobierno mejicano, comenzó a finales de 2006.

Los venezolanos han soportado, igual que al trastornado déspota que los manda, por una larga década de incremento de homicidios, con cerca de 118.541 desde que el dictador Hugo Chávez asumió el poder en 1999, según el Observatorio Venezolano de Violencia, un grupo que compila cifras basadas en los archivos policiales. (El gobierno ha dejado de difundir públicamente sus estadísticas de homicidio, pero no ha disputado los números, y grupos de derechos humanos manifiestan que pueden en realidad ser una subestimación de los crímenes).

Todos se han ocultado detrás de las paredes de sus casas. Los que han podido han contratadó a expertos extranjeros de seguridad para que les adviertan sobre cómo evitar secuestros y asesinatos. Los que han tenido como han sacado a sus familias al exterior o se han marchado con ellas.

Sin embargo, los que quedan, ricos y pobres por igual, se han resignado a vivir con una altísima tasa de homicidios que se dice que sigue siendo baja en la lista de prioridades del gobierno. Al fin, ya lo dijo un perverso político: “Más muertitos, menos gentes que alimentar, educar y curar.”

En lugar de ver en esa imagen un recordatorio escueto de la inseguridad y buscar la manera de lograr un cambio, el gobierno adoptó una postura diferente.

Un “tribunal borrego” ordenó a los diarios y medios detener la publicación de imágenes de violencia, como si tapando los ojos y oídos dejaría de existir el problema.

“Olvídense de los cientos de niños que mueren por balas perdidas, o los niños que pasan por el horror de ver a sus padres o hermanos mayores murieron delante de sus ojos”, manifestó Teodoro Petkoff, editor de otro periódico, burlándose de la decisión del tribunal en un editorial de primera plana: “Su problema es la fotografía.”

Caracas, por su tasa de homicidios, que actualmente es de alrededor de 200 por cada 100.000 habitantes no tiene rival entre las grandes ciudades de las Américas. Compárese con 22,7 por cada 100.000 personas en Bogotá, y 14 por 100.000 en São Paulo, la mayor ciudad de Brasil. Guayaquil, según cálculos empíricos, debe estar en menos de 10 por cien mil… por ahora.

El número de homicidios el año pasado fue más de tres veces mayor que cuando Chávez fue elegido en 1998.

Según los expertos: “Las razones para el aumento son complejas y variadas.” Mientras que muchas economías latinoamericanas están creciendo rápidamente, la de Venezuela ha seguido disminuyendo. [Pese al enorme ingreso adicional en el precio del petróleo] La brecha entre ricos y pobres sigue siendo amplia, a pesar de los supuestos gastos en programas de lucha contra la pobreza, y se ha alimentado el resentimiento. Agregando a esto, los maleantes están inundados con millones de armas de fuego ilegales.

Venezuela es un país con la tasa de inflación más alta del hemisferio, más de 30 por ciento al año y algunos funcionarios se han dedicado a “incrementar” sus ingresos, con crímenes como asaltos y secuestros.

Sin embargo, otros entendidos dicen que la delincuencia tiene otro factor a considerar: el gobierno de Chávez. El sistema judicial ha crecido cada vez más politizado, perdiendo los jueces independencia y han tenido que alinearse más estrechamente con el movimiento político de Chávez.

Héctor Olivares, de 47 años, esperaba fuera de la morgue una mañana temprano para retirar el cuerpo de su hijo, llamado también Héctor, de 21 años (el año pasado le asesinaron otro de 22 igualmente saliendo de una fiesta). Dijo que su hijo estaba en una fiesta en el barrio de El Cercado, en las afueras de Caracas, cuando un hombre armado abrió fuego.

Dijo Héctor Olivares: “Nosotros lo elegimos para acabar con los problemas que enfrentamos”, dijo. “Pero no hay control de los criminales en la calle, no hay control de nada.”