Poco a poco se han ido cambiando las reglas del juego. Recuerdo la carta que envió un ciudadano inglés, cuando por 1970, se legalizó la homosexualidad en Inglaterra. Él mandó a la Cámara de los Lores una carta en que decía: En mi niñez la homosexualidad era combatida, en mi juventud, era tolerada, ustedes ahora la legalizan, yo renuncio a la ciudadanía antes de que la hagan obligatoria.
Ahora estamos ya en el otro extremo, los derechos de la minoría, han pasado a ser abusos en contra de la mayoría, la que se ve asediada por la propaganda abierta a favor del libertinaje sexual de todo tipo. Esto está creando una reacción exagerada en ciertas personas y grupos que buscan volver al primer extremo. Es como el badajo de la campana. El extremo inicial (golpe de campana) de ataque a los homosexuales y otros grupos, llevó al reclamo y a buscar la tolerancia a estas personas, lo que llevó al badajo a tocar el otro extremo de la campana con el libertinaje sexual y el desparpajo con el que se publicita la homosexualidad y los otros problemas sexuales.
Todo extremo es malo. Es indudable que actualmente estamos en el polo opuesto, pero si seguimos agitando con más fuerza la campana, volveremos al otro extremo y no llegaremos jamás a tener el badajo en el centro, y corremos el riesgo de romper la campana. Olmedo, con sabiduría, en su poema Mi retrato, dice a su hermana Magdalena “Ya lo ves hermanita, que en todo guardo un medio. Sólo, sólo en amarte, me voy hasta el extremo”.
La Asociación de Psiquiatría sacó del grupo de las patologías a la homosexualidad, es decir, ya no se considera una enfermedad. Por otro lado, se habló también de la homofobia, como una forma de defensa de los homosexuales en potencia. Si bien es cierto que a ambos extremos no los podemos tildar de malos de acuerdo a los conocimientos actuales, no es menos cierto que son dos extremos minoritarios, que deben ser respetados, más no imitados o promovidos.
Matrimonio viene de matrix (útero, madre) y munium o monium (acerca de), es decir que el matrimonio se realiza para asegurar estabilidad a los productos del útero, es decir, de la madre. De acuerdo a esto, mal podemos usar la palabra matrimonio para la unión entre homosexuales; podríamos llamarlo homomonio, marimonio, enlace, o de cualquier otra forma, pero tienen también el derecho de legalizar su unión con el nombre que acuerden, si así lo desean.
Creo que sí se debe exigir el respeto al matrimonio como la unión de hombre y mujer, porque el matrimonio es justamente eso, la defensa del producto de la unión de la mujer con el hombre, es decir, de la familia, que es la única forma de preservar la perpetuidad de la especie humana, pero creo también que el respeto a los demás, es una regla que no podemos dejar de cumplir, y así como respetamos y debemos respetar a los minusválidos, a los ancianos y a las personas con diferentes problemas, debemos respetar también a las personas con preferencias sexuales diferentes de las nuestras.
Excelente artículo Sr.Gómez, excelente.
Señores,
Al punto:
Han sido ELLOS, los que por desición PROPIA, se salieron de las «reglas», … Entonces no quieran ahora pedir que NOSOTROS, seamos quienes cedamos, para incluirles…
Si desean aún ser tomados en cuenta, que por lo menos se mantengan al margen, y no sean motivo de escándalo ni de comentarios. Ya que todavía siguen siendo seres humanos, y es la única condición, que los hace tener nuestro respeto, aunque no compartamos sus puntos de vista.
Att.
A.R.