El pan depende del trabajo del hombre pero también es fruto de la tierra, es decir, es creado y entregado por Dios. Entonces, el pan depende de Dios que nos dio la materia prima y del hombre que trabaja para transformarla. Por esto, el pan es fruto de la tierra y del trabajo del hombre. Empezamos a ver al pan cuando Moisés guiaba al pueblo de Israel desde Egipto hacia la tierra prometida, tuvieron hambre y no sabían que hacer y empezó a caer maná. Entonces, cuando caía este pan todos comieron y saciaron su hambre física.
La siguiente historia que tenemos sobre el pan es cuando Jesús a sus 30 años, antes de empezar a predicar, va al desierto y a los 40 días sintió hambre, entonces se le apareció el diablo para tentarlo y le dijo: “Transforma las piedras en pan”, porque el diablo sabía que Jesús podía hacerlo. Entonces, Jesús le contestó: “No sólo de pan vive el hombre, si no de todo lo que sale de la boca de Dios”. Lo que quiso decir es: tengo hambre pero más importante es el hambre espiritual, es decir, el pan del cielo, la palabra de Dios. Con esto eliminó su primera tentación.
Posteriormente con respecto al pan vemos que Jesús estaba predicando y luego los discípulos comenzaron a decir a la gente que se vaya que ya era tarde. Jesús les dijo que les den de comer y ellos le dijeron: “Es que no tenemos suficiente comida, tenemos cinco panes y dos peces”. A lo que Jesús respondió: “Bueno, hagan que todos se sienten en grupos y empecemos a repartir la comida”. Sorprendentemente todos comieron hasta saciarse y hasta sobró bastante comida. Este milagro tiene dos maneras de verse: como un milagro donde apareció espontáneamente el pan y los peces para que todos puedan comer o también puede verse desde un punto de vista más humano y es que evidentemente, si estaban trece personas (Jesús con sus doces discípulos) no iban a tener solamente cinco panes y dos peces, porque no les alcanzaba ni para ellos mismos. Además, los otros que habían ido con sus mochilas a seguir a Jesús no han de haber ido tampoco sin nada que comer por lo tanto el logro es vencer el egoismo y lograr que el pueblo se siente en grupos a conversar y compartir lo que tenían para que todos puedan comer juntos.
Continuando con el tema del pan, en la Última Cena, Jesús cogió el pan y lo repartió diciendo a sus apóstoles: “Este pan es mi cuerpo que será entregado por vosotros para el perdón de los pecados”. Justamente lo que Jesús estaba haciendo era tratando de abrir el cielo para todos los muertos con su resurrección. Esa era la nueva alianza, la cual consistía en que los hombres tenían que seguir dos nuevas leyes, similares a las anteriores pero con mayor exigencia por el amor. Jesús sería entonces el nuevo Moisés.
Cristo mismo es el pan que alimenta al hombre físicamente y espiritualmente. Este pan, es el cuerpo de Cristo transformado en cada Misa. Por eso, comulgar nos da la fuerza de Cristo para poder continuar con la lucha. Jesús en cada misa nos llama, “Haced esto en conmemoración mía”, es decir, en su recuerdo en la comunión. Jesús se convierte en este pan recordándonos la parábola del grano de trigo que dice si el grano de trigo cae al suelo y muere no da fruto. Jesús es ese grano de trigo.
Y finalmente, podemos pensar que porque no acaba Jesús con el hambre del mundo de una vez así como lo hizo en esa multiplicación de los panes. Y es que no se esta dando el ambiente como para que se de este milagro. El ambiente para que se den milagros debe estar lleno de esperanza y fe. Y la gente ha perdido la esperanza. No podemos permitir que la gente pierda la esperanza en el Ecuador. Hay que hacerse pan partido para los demás y por lo tanto trabajar para un mando fraterno pensando en la multiplicación de los panes y peces tenemos que pensar que Cristo nos sigue saltando a nosotros en primera personas como le dijo los discípulos denle ustedes de comer en verdad la vocación de cada uno de nosotros consiste en ser junto con Jesús pan partido para la vida del mundo.