21 noviembre, 2024

Guayas: límites provinciales y la CTG

Comencemos por el caso de la Comisión de Tránsito del Guayas (CTG). La Asamblea Constituyente instalada en Montecristi, en esos típicos arrebatos retóricos de la política ecuatoriana, con considerandos más pomposos que compadecidos con los mínimos principios de la técnica legislativa, expidió la Ley Orgánica de Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial (suplemento del R. O. No. 398. Ago.7.2008). Cosa esta para simpática: la Asamblea Constituyente promulgó una ley mientras que la constitución que supuestamente se estaba todavía forjando no veía la luz pública. El fundamento primario de esa ley orgánica, por tanto, fue la entera buena voluntad de los asambleístas de Alianza País y sus aliados de turno.

Esa Ley Orgánica de Transporte Terrestre… dedica un libro entero a la Comisión de Tránsito del Guayas. Con eso la mantuvo algo con vida. Lo que los civiles y uniformados de la CTG en ese entonces desconocían era que esa misma Asamblea Constituyente les iba a cavar el foso de su posible sepultura. Una vez con vigor jurídico la constitución de Montecristi, el Art. 264.6 mató de un plumazo a la CTG. Ahora la planificación, regulación y control del tránsito y el transporte público está a cargo de los municipios.

Una mancomunidad de municipios guayasenses pretende mantener viva a la CTG en aplicación del Art. 243 de la Constitución vigente. ¿Y la ley? ¿Cómo un convenio de derecho público, como lo es la mancomunidad, puede reformar la Ley Orgánica de Transporte Terrestre…?

Tras cuernos palos: hay municipios disidentes de la mancomunidad. Los gobiernistas, claro está, pero disidentes al fin y al cabo, que degeneraría que en Guayas no habría ya una sino posiblemente dos o tres organismos que administren el tránsito. Como en el Ecuador el erario público se ha hecho para despilfarrar, sucedería la misma tragedia que con el registro civil de Guayaquil, uno del gobierno central y otro del gobierno seccional.

En mi opinión, ante este panorama tan lioso, réquiem por la CTG.

Ahora, los problemas limítrofes. En estricto rigor jurídico e histórico, la Provincia de Guayaquil (área que hoy ocupan las provincias de Guayas, Santa Elena, Manabí, Los Ríos, El Oro y parte de Esmeraldas) fue el germen territorial del país que hoy conocemos como Ecuador. Con el paso del tiempo, la extensión de Guayaquil (luego Guayas, en honor al río y diferenciar la provincia de la ciudad) se fue reduciendo hasta que la miopía de un cuasi eterno prefecto y la ambición de unos peninsulares que ni logran construir un edificio para su gobernación, separaron Santa Elena. Las diferencias limítrofes cunden por doquier en Guayas. Es como un gran barco con su casco agujereado. ¿Responsables? Hay muchos y la columna no alcanza a nombrarlos; pero me atrevo a decir que por ese prurito de creer que Guayaquil es Guayas y que Guayas es un río, sucede hoy lo que nos enfrenta a una histórica fragmentación de la provincia. Milagro con Paco Asán a la cabeza, labra su palito. Lo he dicho antes aquí e insisto, Milagro será la siguiente en separarse.

El editorial del día martes 9 de noviembre de 2010 de diario El Universo explica esto del quemeimportismo. En la opinión del diario, los problemas limítrofes de Guayas son cosas que pueden esperar, que no se encasillan ni en importantes ni urgentes. Sin saberlo, el mencionado editorial refleja un segmento de la ideología del actual régimen. La “patria” está sobre todo (regiones, provincias, municipios, parroquias recintos). El individuo y su sometimiento a la comunidad es la regla.

Así las cosas, réquiem por Guayas. Espero equivocarme.

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