Así como numerosas personas de otras provincias llegaron a Guayaquil para prosperar y mejorar su nivel de vida, desde antes de la Independencia, extranjeros se radicaron aquí, por la misma razón: triunfar en el mundo de los negocios a través de esfuerzo, tenacidad, visión y responsabilidad. Todos salieron de sus respectivos países en busca de un mejor porvenir en tierras extrañas y lo encontraron en nuestra ciudad que se convirtió en enclave comercial, donde con iniciativa y trabajo se podía hacer fortuna. La mayoría de los que vinieron se casaron con guayaquileñas, unos se regresaron después de vivir años en nuestra ciudad y otros se radicaron y se encuentran enterrados en suelo porteño. En los primeros decenios de la Independencia los que más prosperaron fueron estadounidenses, españoles e ingleses; posteriormente alemanes, italianos y españoles. A partir de fines del siglo XIX, libaneses, chilenos, colombianos y asiáticos. Posteriormente españoles, judíos, libaneses y colombianos.
Los inmigrantes extranjeros son indispensables en el crecimiento de la economía. Ellos traen conocimientos y valores culturales importantes para el aumento de la producción. Países exitosos como Australia y Estados Unidos están donde están por la gigantesca inmigración principalmente de europeos. En nuestra región, Argentina y Chile fueron los mayormente beneficiados. Oficiales irlandeses de los ejércitos de Bolívar, capitanes de goletas o aventureros en el sentido positivo, fueron los primeros establecidos en el Guayaquil republicano. Hay numerosos descendientes, en ciertos casos pertenecen a la séptima generación, ejemplo, los: Illingworth, Briz Sánchez, Wright, Marcet, Stagg, Game, Vilaseca, Cox, LLopart, Moeller, Tosi, Durán, Reimberg, De Prati, Maspons, Segale, Altget, Bruno, Yoder, Fiori, Lebed, Piana, etc. Unos fueron empleados y luego compraron el negocio al propietario, otros cuando hicieron un pequeño capital se asociaron a guayaquileños. Muestra del primer caso es Max Muller que compró el negocio a Norberto Osa y posteriormente los empleados de Muller le compraron la empresa. Sus descendientes, segunda y tercera generación, forman parte del Grupo Suizo que incluye Conauto, Ecuaquímica y otras. En el segundo caso, está la sociedad de Seth Sweetzer con los hermanos Ycaza en las primeras décadas del siglo XIX.
Durante los últimos decenios del siglo XIX, el 70% del comercio estaba en manos de extranjeros y sociedades de extranjeros con guayaquileños. Entre los años setenta y ochenta de ese siglo, el estadounidense Elisha Lee tuvo sociedad con Demetrio Pino, fueron dueños de una pequeña flota de embarcaciones para movilizar carga y pasajeros por los ríos Daule, Babahoyo y Guayas. Mateo Palmer Game, fundador de la familia Game en Ecuador, también tuvo una pequeña flota naviera y compitió con Lee y Pino.
Los hermanos Enrique y Luis Maulme llegaron de Chile en los últimos años del siglo XIX con la esperanza de tener éxito en la minería. Con los ahorros que hicieron, más otros inversionistas, establecieron la fábrica de cerveza. Posteriormente vendieron sus acciones y Enrique constituyó una empresa de importación y distribución. Con el transcurso del tiempo se convirtió en la más grande del país en su rama. Fue pionera en la importación de automóviles, habiendo sido distribuidora exclusiva de General Motors. Durante un largo período esta empresa tuvo el 40% del mercado de autos. Desde los noventa, la empresa Maulme no pertenece a los descendientes del fundador.
Los hermanos Roberto y Alan Reed fueron hijos de un pastor que llegó a Guayaquil al comenzar el siglo XX. Con los años establecieron algunos negocios, entre ellos el prestigioso almacén Reed & Reed, estación de radio e imprenta. Ellos introdujeron el beisbol en Guayaquil y crearon el campo de juego conocido como Reed Park.
Francis Coleman llegó a Guayaquil representando a productores de combustibles estadounidenses. En pocos años se independizó y comenzó a importar alimentos, artefactos eléctricos, llantas y automóviles. Invitó a ser socio a Simón Cañarte, quien no tenía capital, sólo ideas e iniciativa. Entre los dos crearon un conglomerado empresarial que incluyó una droguería y empresa exportadora de banano que tenía sus propios barcos. Por problemas políticos las empresas de este grupo desaparecieron en los sesenta.
José María Llopart y Dolores Trullás salieron de España durante la Guerra Civil y se establecieron en Colombia. Posteriormente llegaron a Guayaquil y adquirieron una pequeña panadería. Las utilidades fueron reinvertidas en el negocio y gradualmente fue creciendo hasta convertirse en la panadería más grande del país, con la venta de SUPAN, una de las marcas más famosas de Ecuador. Hace pocos años Trullás recibió la máxima condecoración empresarial.
En la década de los cuarenta, Mario De Prati, inmigrante italiano llegó a Guayaquil en busca de un mejor futuro. De tener un pequeño almacén, décadas después, Almacenes Deprati es una de las organizaciones empresariales con mayor presencia en centros comerciales de Guayaquil y Quito.
La inmigración de libaneses está llena de historias de éxito. Ellos tienen sangre fenicia, los comerciantes más famosos de la Antigüedad. Entre los apellidos identificados con empresarios de éxito se encuentran Kronfle, Antón y Khozaya. Emilio Kronfle Abboud comenzó su fábrica de helados, Oso Polar, con una pequeña máquina de helados y un operador. Con el tiempo se convirtió en la más grande del país y su marca Pingüino, una de las de mayor recordación entre consumidores. En los noventa vendió la empresa a Unilever.
En la década de los sesenta, Colin Amstrong llegó a Guayaquil, como representante de una multinacional inglesa. Al darse cuenta de las oportunidades ofrecidas por la ciudad, renunció y estableció AGRIPAG para ofrecer insumos a los agricultores. Actualmente es una de las empresas de más ventas de Ecuador. Casado con guayaquileña, optó por radicarse en esta ciudad.
Otras familias de origen extranjero que han hecho grandes aportes a Guayaquil son, los Bruno que se concentraron en el trabajo de la madera, Piana, en la industria de aceite comestible, Vilaseca en la agroindustria, Czarninsky en supermercado, Marcet y Guim en venta de productos de consumo masivo, etc.
Los inmigrantes extranjeros han hecho contribuciones significativas al comercio, industrias, agricultura, banca y servicios de Guayaquil. Fueron pioneros en la industrialización del chocolate, fideos, galletas y otros alimentos; desarrollaron el sector textil, el negocio de restaurantes, las bebidas gaseosas y otras numerosas actividades empresariales. La mayoría de ellos no tenían títulos universitarios cuando arribaron, ni capitales. Muchos no conocían a nadie, otros tuvieron referencias de personas. En tierra extraña y sin conocimiento del idioma, salieron adelante.
Uno se queda con «hambre» o ansioso por conocer el capítulo siguiente. Sus relatos son tan interesantes que a uno lo mantiene en ascuas y desearía que jamas se terminen.
Seguiré atenta a los próximo capítulos,ojala sean muchos. Demás está darle las gracias por refrescarnos la memoria y enseñarnos nuestra historia reciente.
Muy buen articulo señor Arosemena,estas historias,permiten ver que para triunfar en la vida solo se necesita inspiración,hambre de gloria,trabajo,ahorro,el deseo de triunfar,Jamás alguien que hace las cosas bien y sirve a los demás puede ser calificado como oligarca,a no ser, que despues de haber triunfado quiera pisar al resto.El progreso de cualquier país se basa no solo en el esfuerzo de su gente,sino tambien en la inspiración de sus imigrantes.
Eso es lo que parece pero yo mejor diria que estamos dominados por personas representantes de los amos del mundo provenientes de la hermandad babilonica, los fenicios, roma, la nobleza negra veneciada, el Vaticano etc etc era el destino
Los dueños de la empresa Supan, son personas nobles, cultas, buenas…siempre pensando en el porvenir de los empleados, impulsando al mercado ecuatoriano productos con calidad y sobretodo sanos y seguros para el consumo humano,alimentos esenciales que brindan a los ecuatorianas un buen nivel de vida, impulsando la buena nutrición en el país; tengo el honor de haberme formado como profesional en Puncalsa una empresa del grupo Supán empresa a la cual le dedico todo mi esfuerzo y sacrificio día a día, he crecido junto a ella y mis mejores años profesionales se han hecho basados en aportar con ese granito de arena para convertir a Puncalsa una de las «mejores» empresas del País.