Si para encontrar la felicidad anhelada solo debemos buscar dentro de nosotros, para hallar el lugar más bello del mundo solo tenemos que abrir los ojos y mirar atentamente a nuestro alrededor. Sin desmerecer lugares exquisitos de belleza que existen en el planeta, al menos yo, he decidido que me quedo en Ecuador. En donde cada rincón está lleno de riqueza y en donde cada riqueza simboliza un regalo de Dios.
Nuestro país es Inmensamente grande en recursos naturales, aun siendo pequeño en extensión territorial, nada podemos pedir que no tengamos. Es por eso que aún en las mayores tragedias o en las más inquietantes crisis, el Ecuador sigue de pie. No necesariamente gracias a nosotros, nuestro temple a veces es inmeritorio, la naturaleza nos sostiene.
Desde una capital que refleja constante “la cara de Dios”; unas islas mágicas de arena blanca y agua cristalina; una ciudad radiante y bella, el puerto de Guayaquil, incomparable en la jovialidad de su gente; una tierra en el oriente, de donde emerge el oro, como símbolo de prosperidad. Volcanes majestuosos, cuya belleza podemos contemplar por tierra o aire en los días despejados de nuestro cielo. Frutas naturales, variedad de plantaciones; exuberantes flores, bellísimas palmeras, ríos caudalosos, cascadas, nevados. Sorprendentes seres de la naturaleza, desde mariposas multicolores hasta aterradores víboras y astutos caimanes. Aves tan admiradas como el cóndor y mi favorita, el águila arpía.
Y si no hablé del mar ahora lo hago. Playas cautivantes desde las que se pueden contemplar, premeditadamente la caída del sol o sorprendentemente la caída de estrellas fugaces. Con extensiones de arena que permiten caminar y caminar impregnando nuestra propia huella en ese camino. Mar de olas que se elevan, caen y golpean con fuerza; con aguas a donde las ballenas jorobadas danzan armónicas a su ritmo natural.
Somos parte de un contexto incomparable, debemos afanarnos en prosperar dentro de esa grandeza.
Ecuador es más que un país, es la tierra donde crece el oro. Ecuador mismo es el tesoro oculto que no hay que cavar para encontrar. En una ocasión un nativo del oriente puso en mi mano un puñado de arena, ahí hay oro, me dijo. Busqué y no encontré. Espera, dijo el nativo. Mi mano como un cedazo iba dejando caer lo innecesario. De repente en medio del oscuro color de la tierra, algo brillaba, una pepita diminuta dorada decía: con paciencia y perseverancia, así me encontrarás y serás inmensamente rica.
Ecuador, país para disfrutarlo, amarlo y cuidarlo. Trabajar y avanzar. No desmayar. Tanto se nos ha dado, por tanto se nos pedirán las cuentas.
de acuerdo hoy estoy en el extranjero por trabajo y lo que usted dice es verdad la paz y tranquilidad que se vive en esos pasajes del oriente sabe aqui el mayor atractivo en donde estoy a pesar de ser una ciudad ddel primer mundo es la nieve que la da el creador
saludos var
Coincido con usted, nuestro país es un pedazo bendito del cielo. Y si a todo lo que usted menciona, le agrega nuestra diversa y exquisita gastronomía, estamos completos.
Pienso lo mismo, a pesar de todo, este país tiene la bendición de no sufrir desastres naturales que muchos otros sufren. Además, tenemos unos maravillosos recursos naturales.
la verdad Ecuador es nuestra riqueza natural