A pesar de mis 47 años, la Navidad no deja de maravillarme. Me es imposible resistirme al encanto de las bolas de colores, las luces en los árboles y los villancicos que de tanto escuchar en los almacenes empezamos a tararear todos mientras caminamos.
Me fascina ver la sonrisa de la gente, el saludo cariñoso, los buenos deseos y hasta los encuentros furtivos a los que, en otras circunstancias, no daríamos la más mínima importancia.
Me enternece la figura de Jesús, tan pequeño e indefenso. Y la mirada dulce de María, de rodillas, contemplándolo junto a José en aquel pesebre lleno de pobreza pero tan rebosante de amor y de alegría. ¡Si así fueran todas las familias!
Sí, sé bien que para muchos la Navidad se ha visto empañada por el consumismo que nos lleva a hacer largas filas en los almacenes, correr para aprovechar los descuentos, salir más temprano del trabajo y llegar mucho más tarde a casa… Pero eso poco importa porque creo que, en el fondo, de alguna manera terminamos disfrutándolo. O si no, ¿por qué lo hacemos?
Es cierto. Me gusta la Navidad. Me gustan las risas que se juntan, los abrazos que se atraen, las miradas que se encuentran. Me gustan los regalos, los que doy y los que recibo, las comidas, el cansancio y el desorden.
Recuerdo que cuando era pequeña más de una vez vi a Santa Claus montado sobre un trineo lleno de regalos. Lo vi tan claramente que hasta pude escuchar las campanitas que anunciaban su venida. En mi casa no había chimenea, pero invariablemente aquel hombrecito gordo y rojo dejaba bajo el árbol –tal vez entrando por la ventana- un sinnúmero de regalos preciosamente envueltos y con tarjetas a mi nombre…
Las cosas no han cambiado. Amo la Navidad. La espero siempre, cada año. Y hasta hago una cuenta regresiva cuando empieza diciembre. Me gusta marcar los días, uno a uno, para sentir que ya se acerca…
Disfruto de las cartas de los niños, las historias de los viejos, los renos en los patios, los pesebres y los árboles tan llenos de colores.
Y así, durante esas pequeñas pausas que como descansos necesarios nos regalan los días ajetreados, las compras y las reuniones con amigos, voy entendiendo que lo que me atrae es mucho más que eso.
Amo la Navidad, con sus recuerdos y sus sorpresas. Pero, ¿por qué la amo? No lo sé, tal vez sea esa pequeña lucecita de esperanza que nada ni nadie ha logrado apagar, aún después de 20 siglos.
No siempre contamos con gente tan generosa que comparta sus sentimientos más íntimos con los lectores. Me alegra de corazón que La Trinchera cuente hoy con este aporte, a propósito de las fiestas de Navidad y Año Nuevo. No olvidemos el auténtico sentido de tanto movimiento: recordar a Jesús una y otra vez, en cada Navidad de nuestras Vidas.
Muy lindo editorial que me hace recordar las navidades de niña y aun a esta edad no puedo evitar sentir la emocion de las compras y de compartir con los seres queridos a pesar del trajin y del mundanal ruido…es especial nace Jesus y nace una nueva esperanza de dias mejores
Què lindo articulo. Al fin algo distinto de lo que normalmente leemos. Lo comparto plenamente con Ud. y la felicito. Siga escribiendo cosas positivas para animarnos.
Pues bueno creo que todos mucho o poco deisfrutamos de la navidad y aunque ahora entiendo las palabras de mi madre que decia «Cuando seas grande y tengas tus hijos la navidad no se tardara tanto en llegar y veras que en nuestra realidad social se hace cada vez mas injusta con los que menos tienen» pero a pesar de todo es una de las pocas cosas que en un desesperado pueblo que clama por esperanza los malos gobiernos revolucionarios no nos podra quitar y que viva la Navidad.
Agradezco a mi padres y mis abuelos que siempre me inculcaron buenas costumbres y yo se las enseño a mis nietos,creo que uno de los momento mas gloriosos dela humanidad es el nacimiento, expiaciòn y muerte de Jesus,esto les enseño a mis nietos, como tambien les enseño que papa noel no existe que es un invento de la coca cola hace 100 años y otras cosa que no tiene nada que ver con la navidad.
ME PARECE MUY SUPERFICIAL LO QUE USTED ESCRIBE, NO LE NACE DEL ALMA, ADEMAS AQUI NO SE DICE SANTA CLAUS, SINO PAPA NOEL. Y ES MUY ORDINARIA LA PALABRA BOLAS , SE LEERIA Y ESCUCHARIA MEJOR
ESFERAS DE COLORES BOLAS NO..! POR LO DEMAS CADA PERSONA TIENE SUS PROPIOS SUEÑOS Y QUE PENA QUE USTED ULITIZE COSTUMBRES EXTRANJERAS PARA REFERIRCE A NUESTRA NAVIDAD , VIVIMOS Y NACIMOS EN ECUADOR Y USTED?,NO TENEMOS QUE SER IMITADORES HAY QUE APRENDER A VIVIR Y COMPARTIR LO NUESTRO.