Diciembre es un mes incrementalmente mas congestionado cada año. Tenemos dos eventos muy importantes pero que el uno limita al otro. Por un lado el cierre del ano fiscal y por otro la gran fiesta de la Navidad.
La Navidad implica unión familiar y para los cristianos recordarnos el permitir que Dios entre (nazca) en nuestros corazones. Pero esto es difícil cuando se es responsable y se tiene presente lo que el cierre del año fiscal significa. Este produce estrés, ansiedad y depresión en lugar de paz, amor y esperanza que son los sentimientos propios de la fiesta de la Navidad.
Esto se da porque los empresarios tienen que poner a sus empresas guapas para la foto del año que queda representada en el balance del cierre del año fiscal. Pero esto implica mucho mas: sacrificio y problemas para todos. Por un lado se tiene que pagar sueldos y décimo terceros pero por otro las cobranzas se hacen casi imposibles porque las otras empresas también quieren cerrar bien; y por el lado del crédito, como los bancos también tienen que cerrar bien, los retiran o por lo menos disminuyen su posibilidad de ayuda.
Esto desencadena en empresarios preocupados por como pagar a sus empleados; en empleados que no saben si van a poder recibir sus sueldos y décimos a tiempo para poder comprar los regalos que necesitan comprar. Y muchos desempleados cometiendo crímenes por la desesperación. Y eso no es deseoso en el mes de la Navidad.
Independientemente de cuando sea el año fiscal, desde el punto de vista macro, los almacenes van a tener el mes de la navidad sus mejores ventas. Pero el tema del cierre del ano fiscal siendo el 31 de diciembre los limita por lo arriba expresado; pudieran vender mas si esta fuera en otra época.
No hago esta propuesta solo por vivencias personales sino de lo que percibo de gente muy variada en cuanto a la ciudad donde reside y de su estrato económico. Es como si todos quisieran que rokh, el gran pájaro del segundo viaje de Simbad el Marino, capaz de levantar un elefante se lleve el cierre fiscal lejos de la fiesta de la Navidad.
En mi opinión el cierre del año fiscal no debería ser en diciembre sino entre marzo y noviembre. Para los que temen el cambio deben notar que el inicio del año escolar, del litúrgico, el calendario deportivo, etc. no coinciden con el año calendario. Así que no hay mas necesidad que la costumbre el mantener en diciembre el cierre del ano fiscal.
Yo le pido encarecidamente al Presidente de la República y a la Asamblea Nacional que analicen este tema para poder devolver la tranquilidad y la magia de la Navidad que es la mayor fiesta en el Ecuador. Así tendremos navidades tranquilas, y mejor festejadas, y mas gente que haga ayuda social en esa época, al separar la fecha de las preocupaciones económicas por el apretujón del cinturón el momento del cierre del año fiscal, de la fiesta que debemos disfrutar y aprovechar mas en el año y que nos da las fuerzas para continuar.
¡Feliz navidad para todos!