Ha sido desde siempre que el ser humano ha querido llevar una cuenta sistemática del tiempo para referirse a sus actividades. Los calendarios existen para medir las actividades humanas, y no al tiempo mismo, que según muchos entendemos no existe, así como tampoco existe el espacio, sino la unidad de medida que creamos como referente a la finita y limitada capacidad corpórea que aprisiona nuestra también limitada capacidad de entendimiento. Lo que digo nos acerca un poco a entender el concepto de lo infinito, que es algo que no tiene ni presente, ni futuro ni dimensiones tangibles. El infinito es un todo. Es, simplemente, un solo instante. Para no volvernos locos con este pensamiento, los humanos vivimos siempre en un ayer, un ahora y un mañana que hace referencia a la medianoche de cada día.
Y es así que dentro de nuestras limitaciones biológicas y física, saliendo de lo eso que va más allá, que es la metafísica, nos topamos con el Año Nuevo, que es una fiesta en la que se pacta el cierre de un anillo, definido con los rítmicos movimientos de los astros. Por eso nos embriagamos, encendemos fuego real o en artificios, nos abrazamos y volvemos a lo mismo, es decir a iniciar otra vez lo mismo. Así una y otra vez, hasta que morimos y ya el calendario no cuenta, aunque el tiempo sigue impertérrito e imperturbable viendo desfilar ante sí a miles de millones de humanos y gusanos.
A partir de 1,582 se diseñó el calendario Gregoriano, que lo puso en vigor el Papa Gregorio XIII. Se fundamenta matemáticamente en 12 meses, con 365 días, que se ajustan cada cuatro años, con un día bisiesto el 29 de febrero; excepto los años terminados en 00, que sólo son bisiestos si son múltiplos de 400. Se parte del año 0, que se refiere al nacimiento de Jesús. Lo anterior, es decir lo que sucedió antes de ese hecho, o después de ese hecho, que es Cristo, se cuentan desde ese punto de partida. Este calendario se lo comenzó a usar en el año indicado en todos los países católicos, y luego lentamente lo adoptaron los protestante de Alemania, Inglaterra y Suecia. Actualmente es el calendario mayoritariamente utilizado.
Entonces queda claro que el calendario es una creación humana para medirse en el tiempo, y sus referentes están en los movimientos del planeta Tierra y de su satélite Luna.
¿Porque tanta vuelta y empezar el 2.011 escribiendo complejidades o cojudeces con esta? Simplemente porque a las doce de la noche, y mientras iba contando las uvas que mis dedos lenta y mecánicamente las depositada en mi boca, no sentía emoción alguna, sino simplemente me preguntaba si tenemos o derecho cada quien a crear su propio calendario para celebrar, no nuestro desfilar ante el tiempo, sino los logros propuestos o los logros de esos nuevos dioses que andan gobernando el mundo a espaldas del tiempo. Sería bueno digo yo y me lo invento, que ya que el Presidente Ecuatoriano Rafael Correa nos ha anunciado que sus metas tomarán treinta años en cumplirse, no vale la pena festejar con el usual calendario gregoriano, sino el que coincida con esta nueva manera de contar el tiempo. Debía ya, este 15 de enero, de concluir su Mandato de cuatro años, pero resulta que su calendario está totalmente innovado. El rey sol deberá esperar paciente treinta antiguos años, para que se cierre el ciclo o el anillo del poder que ha creado su propio calendario.
Para variar otro artículo genial con una pizca de sarcasmo.
Sigue escribiendo Henry!
cualquiera sea el calendario no pasará mucho tiempo para que el pueblo del Ecuador reaccione contra la mentira de esta revolución
Saludos: Muy instructivo y recreativo recordar a los años, el origen del calendario occidental, impuesto !cuando no! por el catolicismo apostólico romano, efectivamente, adoptado por los demás estados vinculados a la Biblia. Comparto plenamente el hecho de que todos los 31 de diciembre son iguales, nada nuevo tienen, y lo único que sirven es para beber copiosamente, comer opíparamente, y realizar una serie de actividades que en otro momento no son aceptadas o son mal vistas. ¿que sucede a las 00h01 de enero 1 de cada año?. Nada. Todo sigue igual: los mismos derechos, las mismas obligaciones, las mismas actividades cotidianas, pero, posiblemente, más gastados. Lo único que cambia es un número en nuestros registros, al igual que en los cumpleaños de cada persona. El tiempo transcurre inexorablemente, sea en la existencia de nuestras vidas, o en el deceso de las mismas; un tiempo más que la naturaleza envejece y que el ser humano la depreda; un tiempo más para que varios comerciantes de la mayor parte del mundo occidental incrementen sus ganancias; un tiempo más de haber hecho algo o de no haber hecho nada. Esta transición – entre las 23H59, las 00H00 y las 00h01 de cada año – ameritan conceptos, divagaciones, elucubraciones, axiomas, teoremas y similares de caracter filosófico, que en otra oportunidad trataremos.
En relación al Presidente Correa, y todo aquello que de él se puede escribir, ¿de quien es la responsabilidad?, ¿que nos puede admirar o sorprender?.
No vengamos con el cuento que fueron los «otros» y «no yo» quienes lo eligieron. Nos quejamos de este, y que decimos de los anteriores? ¿Nos iba mejor? ¿Había más felicidad, más libertad, más confraternidad, más justicia, más equidad, más seguridad, más socialismo, más igualdad, más trabajo, más integración, más transparencia, más jardines, más paraíso, más Edén?. ¿Hemos perdido algo? Recordemos desde que este territorio se hizo llamar Ecuador, que mejor debió haberse llamado Guayaquil, desde 1830 hasta la fecha, como y quienes han detentado el Poder, sea éste Ejecutivo, Legislativo, Judicial, o militar. Con raras excepciones, los mismos de siempre, y en su mayoría, integrantes de logias y cofradías, amigas o rivales entre sí, sean éstas de Lautaro o de Lima o de Inglaterra o Alemania. Solo García Moreno no lo fue, y lo mataron (no creer que solo fue Rayo).Éste (Correa) creo que no pertenece a los mismos, pero está rodeado de los mismos, y cualquier cosa puede pasar.
Siempre he considerado que un ser humasnod puede acceder a cualquier cargo, función o puesto, para bien o para mal, todo ello depende como se lo observe o convenga. Y aquel que no esté de acuerdo, que venga y lo saque, si es que puede. Obviamente, bajo las mismas reglas, de la tan citada, mentada, adulada «democracia».
Gracias.
Las disquisiciones sobre la eternidad y el tiempo, siempre nos hacen mensurar lo ínfima que es la participación del ser humano en el Universo, de ahí la importancia de actuar con modestia, magnanimidad y tolerancia para con todos los seres que nos rodean y el entorno que nos circunda…Feliz Año Nuevo.
COMO TODOS SUS ARTICULOS MUY BUENO.