21 noviembre, 2024

Aceptemos a los demás sin juzgar

“Lo que menos me preocupa es que me juzguen ustedes…; pues ni siquiera yo me juzgo a mí mismo. Es cierto que mi conciencia no me reprocha nada, pero no por eso he sido declarado inocente. El Señor es quien habrá de juzgarme. Por lo tanto, no juzguen antes de tiempo; esperen a que venga el Señor.” San Pablo

Debemos recordar que con la misma vara que juzguemos seremos juzgados y antes de juzgar debemos analizarnos a nosotros mismos: vernos en el espejo

Cuidado con los curuchupas y los hipócritas que creen que no tienen fallas mientras que son más veloces que la lengua de un sapo para juzgar a los demás. Muchos viven del chisme trágico para otros, y se regocijan de las tragedias de los demás. Para inventar chismes son más creativos que Julio Verne.

Recordemos que Jesús dijo “No todo el que me diga ‘¡Señor, Señor!’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos” y más bien siempre decía que para entrar al reino de los cielos hay que ser como un niño. Un niño es para nosotros un gran modelo de grandeza, dignidad y honor. Porque al renunciar al poder y adoptar la humildad y servicio a los demás. No es volver a ser niños, sino volverse como niño, ser fieles a la posibilidad de ser parte del Reino.

El ser como niño implica reconocimiento de limitaciones: querer aprender más, no juzgar a los otros: humildad, la capacidad de sorprenderse de un niño es envidiable, así como su capacidad para amar a los demás. En eso tenemos que convertirnos; y volver a nacer si se nos hace necesario tal como se le dijo a Nicodemo.

Mucha sabiduría unida a mediana santidad, es preferible a mucha santidad con poca sabiduría. La coherencia entre lo que se dice y lo que se hace identifica a las personas con integridad. Hay que aceptar y acoger a otros que no forman parte de nuestro grupo pero que son buenas personas. Debemos estar abiertos a otras concepciones de varias índoles que también están luchando por un mundo mejor

El Ecuador es un país en pañales todavía. Tenemos mucho por aprender así que cuidado con ese sentimiento de omnipotencia y arrogancia de muchos; especialmente los que ocupan cargos de cualquier tipo y que les dan cierto poder. Ese poder es para poder servir, no para poder usar. ¡Cuidado! Nos hemos de liberar de la falsa idea de que la fe ya no tiene nada que decir a los hombres de hoy. Amar es lo contrario de utilizar. La única manera de hacer un amigo es serlo, según Emerson.

Aceptémonos a nosotros mismos con nuestros talentos y limitaciones y aceptémonos a los demás con los de ellos pero sin juzgar ni comparar.

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