Por cierto que todo autoritarismo busca mantenerse en su gestión despótica. Desde el miedo y hacia el miedo. El objetivo está en el miedo. Pero también en el proceso de llegar a él. Nada debe proceder sino conlleva el alerta del miedo. Es que sin el miedo no es posible el poder por el poder. No por gusto eso de “que me odien con tal que me teman” ha sido, prácticamente, el eslogan de siempre de cada tirano.
“El pensamiento es acción, plantea Raymond Aron, conciencia de la acción y hasta parte integrante de la acción”. Con el miedo, induciéndolo a reconocer y aceptarlo como parte de cada quien, el pensamiento es bloqueado, aletargado, silenciado. ¿Qué colonialismo, qué dependencia, qué relación jerárquica de más a menos no basa su decir y hacer en el miedo? ¿Es dable, entonces, sin un pensamiento abierto, con plena libertad para expresarse, un accionar racional de la sociedad?. La arbitrariedad, alimento de reciclaje del basurero político autoritarista, hace de la fuerza bruta el mando de las decisiones. El populismo, el fascismo, el nacionalismo y todos los ismos convergentes a su realización, de preponderancia y potestad, desde el Estado, aquí se dan la mano…
¿Qué tiene que ver, sin embargo, el miedo con la tecnología y el desarrollo? Aparentemente nada. Aunque la realidad tiene otra cara. ¿Algún tipo de autoritarismo no es conservador? Es increíble que hoy, siglo XXI, los autollamados socialistas, retrasados del tiempo y del lugar, sin ninguna vertebración ideológica, estén desesperados por llevar adelante sus absurdas ideas, típicas de una política de isla, en un mundo globalizado sin retorno. Globalización sinónimo de tecnología. Tecnología que en su gestión le impone, al poder mandante, como boomerang el miedo que pretende imponer y con el que amenaza. Todo gobernante, por ignorante que sea, sabe que, hoy, debe cumplir con los objetivos que protegen sus arbitrariedades, desde un contexto aparentemente democrático. O sea, aunque sea formal. Ahora, por eso, el autoritarismo encaramado en el poder, tiembla ante la electrónica, uno de los mayores niveles tecnológicos, antes no logrado. ¿Es cuestión demoniaca? ¿Es una brujería más implantada por la burguesía y la explotación capitalista? Si logran estos chamberos políticos, por alguna dimensión desconocida, volver a la edad primitiva, buscan al que creó el primer cuchillo de obsidiana (tecnología) y lo matan…
El Internet, esa magia comunicacional, síntesis del evento electrónico, que por su propia funcionalidad socializa el proyecto en que procesa su existencia, es un obstáculo para los carceleros de las libertades sociales. Por eso, no contentos con perseguir y procurar callar los medios de información tradicionales, buscan, exasperados, cerrar las puertas, ventanas y hendijas del Internet. Por un lado quieren hacer de las escuelas y colegios bodegas de computadoras y por otro controlar sus contenidos (messenger, mails, facebock, twiter,sky, etc) y ojalá establecer un sistema de red especial para solo recibir órdenes de las autoridades. Esto es, el Gran Hermano (de la obra 1984, George Orwell) en acción. Los blogeros, además, deben ser liquidados por terroristas. ¿Acaso no pueden, con sus novedosos medios informativos conmocionar a la ciudadanía, al expresar sus opiniones contrarias al presidente, al ministro, al alcalde, a los legisladores? Peor aun si los critican y hacen que los lectores entren en razón, al darse cuenta de la ignorancia que sufren, de la incapacidad que tienen y de la ninguna convicción humanista en su política de amarre y de cínica manipulación… Pero la tecnología siempre es más que un aparataje de hacer cosas. Es un modo de vida… Una forma de ser y construirse… Una conciencia para el conocimiento que promueve. Un punto clave de llegada y al mismo tiempo de inicio, para mejorar el aprender a desaprender!
¡Y aquí está el desarrollo!. Sin comprender este paso nada adelanta. Ningún cultivo fructifica… Entre el miedo, la tecnología y el desarrollo sólo tiene cabida la desesperación!