Es lo que nos venden en todos lados y cada día, te dicen y te ofrecen algo, te presentan otra más bonita e interesante y al fin y al cabo, te entregan lo que les da la gana, si es que tienes la suerte que te den algo a cambio.
Estamos invadidos por falsa publicidad, y aunque el artículo 52 de la Constitución vigente en su primer párrafo menciona que: “Las personas tienen derecho a disponer de bienes y servicios de óptima calidad y a elegirlos con libertad, así como a una información precisa y no engañosa sobre su contenido y características”, es lo menos se cumple en nuestro País, y nos estamos acostumbrando a que nuestro trajinar diario, se vuelva una tomadura de pelo con tanta información mentirosa que debemos soportar, o al menos tratar de digerir.
Es normal ver publicidades de productos a “buenos precios”, y a la hora de irlos a comprar o al menos a verificarlos, “justamente en ese momento se les agotó el stock”, aunque seas de los primeros en llegar al local, o ver grandes anuncios de combos a precios populares, y cuando pides uno de ellos, luego de hacer “cola” por varios minutos, te digan simplemente que no hay, o que esa promoción ya expiró.
Ese irrespeto a nosotros los usuarios es “pan nuestro de cada día”, y aunque existen garantías consagradas, como las que menciono en el segundo bloque de esta entrega, y organismos que deberían regular estas conductas anómalas, se hace tabla rasa de la Ley, o en su defecto, y lo que es peor, nos hemos habituado a que lo ilegal e injusto, se convierta en legal y justo, si el perjuicio no es tan “grande” para nuestros bolsillos.
Ahora, yéndonos a un plano más amplio, con qué cara se puede reclamar por los productos o servicios que son ofrecidos con una abierta publicidad mentirosa, si los primeros violadores de dichos articulados, son los propios miembros del gobierno, que con sus cadenas, propagandas y spots promocionales que nos invaden todos los días, a toda hora, y por todos los medios de comunicación, nos venden una idea que no es la real, o la maquillan a su antojo, para que se crea en algo, que en su pura esencia no lo es.
Qué hacer ante esto pregunto yo, ante qué entidad o ante quién me quejo, las abusivas publicidades gubernamentales pagadas con nuestros dineros, sólo sirven para desorientar nuestras voluntades, o para denostar adversarios, todavía sigo viendo programas en canales del Estado, o spots publicitarios, en los cuales nos quieren obligar a creer que lo del 30 S, fue un secuestro e intento de magnicidio, no quieren dar opción para que pensemos otra cosa, ahora me entero, que hasta en formato de cine tienen ya un documental de noventa minutos, presumo realizado con “ayuda” del Estado, la vía es inducir u orientar al camino que ellos quieren que transitemos.
Cuidado, mucho cuidado mis estimados lectores, porque querrán hacer lo mismo en el tema de la consulta, y utilizarán todas las vías posibles e imposibles para cumplir con su voluntad, y como saben que los números les son adversos, el derroche de propaganda, por no decir otra cosa, será furibunda para defender sus tesis que van en franca violación a su propia Constitución.
Digamos NO, a la publicidad engañosa, hagamos valer nuestros derechos, denunciemos que nuestros dineros están siento mal utilizados en publicidades que lo único que pretenden es perpetuar en el poder a quienes detentan actualmente el mismo, digamos NO y mil veces NO, a una consulta que nos está obligando a violar la Constitución, digamos NO y mil veces NO, a los que quieren, utilizando bienes públicos, confundirnos, enredarnos, aturdirnos, y meternos gato por liebre, en temas tan delicados con lo son los “cambios” en la Carta Magna que actualmente nos rige.