24 noviembre, 2024

Cómo ayudar a nuestro Ecuador

“Hay que luchar contra estas nuevas leyes ecuatorianas que irrespetan la voluntad de Dios atacando la dignidad del hombre. ¿Hasta dónde debemos llegar en la lucha?: Hasta el martirio de ser necesario” Padre Pedro Barriga, S.J.

La respuesta es preparándonos académica y éticamente y haciendo que esta instrucción se nos convierta en un hábito. Una casa construida sobre el monte más alto no puede ocultarse. Levantemos nuestras expectativas y nuestros corazones e implementemos con firmeza la justicia, pero la de adentro, la interna, la que nace de la espiritualidad y se exterioriza a la sociedad. No al revés, no esperemos que la justicia venga de fuera, creémosla nosotros mismos en nuestro interior y veremos que al contagiar a los demás de valores reduciremos automáticamente los índices delincuenciales del país. Nadie se cura a sí mismo por el hecho de herir a otro, hay que sanar a los demás sanándonos primero nosotros mismos, con ayuda de Dios, no con los vendedores de salvación.

Y es que somos mejores cuando, con nuestro actuar, hacemos presentes a diario la caridad y justicia. Iniciemos un proceso de cambio que consista en abandonar toda clase de egoísmos para poder ir, en total libertad, al encuentro del otro. En este momento en que el movimiento de Gobierno hace leyes y ha hecho ya leyes que violentan los mandatos de Dios, debemos pelear contra ello, no contra las personas, la pelea no debe ser con odio, hay que pelear con y por amor contra las ideas equivocadas. Pero hay que hacerlo hasta las últimas consecuencias: siguiendo el ejemplo de Cristo: como dice el Padre Barriga: “hasta el martirio de ser necesario”.

Sabemos que Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. En el amor no hay temor. El miedo puede paralizar al hombre y convertirlo en marioneta, pero los cristianos no vivimos con miedo y nuestro mayor mérito es el martirio. Cultivemos en nuestro diario vivir una Nueva Cosecha de ecuatorianos, una de hombres completos. Hombres patritotas que sepan que todos estamos interconectados y debemos remar juntos. Hombres que sepan que deben su obediencia más que a las autoridades, a Aquel que dio su vida incluso por sus enemigos. Demos nuestras vidas por Él, muriendo para volver a nacer pero en esta misma vida, recapacitemos y, como dije antes, cultivémonos académica y éticamente porque eso es lo mejor que podemos hacer, no sólo por nosotros mismos y por nuestras familias, sino por Ecuador. Sólo así seremos mejores ecuatorianos, sólo así cumpliremos con nuestro deber cívico.

Recordemos que toda la oscuridad del universo no puede extinguir la luz de una vela por más humilde que esta sea. La oscuridad es el intento y la campaña actual del Gobierno, consciente o inconscientemente, de alejarnos de Dios. Y esa vela somos cada uno de nosotros. Es una pena que muchos no acepten esto, no sepan que somos luz, ¡que por nuestro amor nos hacemos brillantes!

Artículos relacionados

La asamblea nacional constituyente, un verdadero fraude

Consultado muchos textos constitucionales y ratificando el criterio de ilegitimidad y novelero desacierto por la instauración de una Asamblea Nacional Constituyente de plenipotenciarios y antojadizos poderes, desde hace 8 meses, observamos además que careció de todo soporte constitucional la creación de la misma, pues a pesar de ser literalmente cierto que desde aquel entonces atravesábamos ya por un gobierno prepotente e intolerante, el cual se estrenó prácticamente como un gobierno dictatorial desde sus inicios, aquel membrete de “mentes lucidas y corazones ardientes y de una patria que ya es de todos”, se ratifica por los resultados, el fracaso de ese mal llamado proceso constituyente por el supuesto bien del país. No era aquello precisamente lo que el país; ávido de cambios, esperaba. No queremos ser clon de ningún otro país, lo que queremos además es una patria con identidad propia.

Como Diputado (en receso), y a pesar de no endosarme ninguna culpabilidad como parte de las barbaridades cometidas por el Congreso Nacional, fue este en definitiva a quien le correspondió siempre la responsabilidad histórica de reformar o crear una nueva constitución. Pero ya podemos notar que por desgracia, no todos remamos necesariamente en la misma dirección, y haciendo un breve análisis del tema, considero que este último congreso quedó vergonzosamente debiéndole al país una factura de infinita carga moral y política. Vaya usted a saber entonces cuales y cuantos intereses personales y partidistas estuvieron siempre de por medio para que suceda lo que hasta hoy se considera como la gran afrenta de una institución tan democrática y necesaria para el equilibrio constitucional del país, tal cual es el H. Congreso Nacional; y, que por mas que se la cambie de nombre, no procederá ningún tipo de cambio positivo, decente, sensible y honesto, si sus integrantes no renuevan el verdadero patriotismo y desinterés por servir a los mas necesitados. Esa, lamentablemente, es una verdad que duele…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×